Tía 

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Un día mi hermana me hizo un regalo, fue un presente pegajoso y arrugado, que lloraba por todo y del que salía un olor espantoso. Más de una vez me llenó de vomito los más lindo atuendos y me observaba raro si me resultaba asquerosa su muestra de afecto, que tenía más en común con un insulto que con un cariño.

Se quejaba si lo alzaba y chillaba si no le prestaba atención, me mordía cuando no lo dejaba en el suelo, en total libertad y me arañaba si le quitaba cualquier cosa que pudiera llegar a lastimarlo.

Cuando yo quería jugar, no me hacía caso y cuando era yo quien no quería, no podía sacármelo de encima. Los insultos y trucos que le enseñaba los usaba en mi contra y siempre, con público.

Mi maquillaje e insumos personales eran su mayor entretenimiento y yo su lienzo más divertido que usar.

Los días en que hacía de canguro eran los más largos, y cuando no lo veía, los más cortos.

Tenía energías de sobra y yo escases de recursos, imaginación desmedida y yo paciencia limitada.

El trabajo estuvo tan bien hecho y el resultado fue de tan buena calidad, que al primero le siguió un segundo y también un tercero. Y ya superándome en número, me derrotaron y sometieron, me volví un subordinado obediente de travesuras y caprichos.

Hoy estoy agotada, estresada y con todos los músculos tensionados. Lo más seguro es que necesite una cadera nueva antes de tiempo, un quiropráctico y un tratamiento psicológico intensivo. Desde su llegada tengo insomnio, ansiedad, dolores de espalda y de cabeza, y gastritis.

En las reuniones familiares soy la niñera asignada y receptora de una inmensa cantidad de obras de arte, maestra unas cuantas veces, contacto de emergencia otras tantas y copiloto de video juegos devez en cuando.

La memoria de mi teléfono está a rebalsar de imágenes, videos y aplicaciones de juegos infantiles, provenientes de sus gustos. Y mis días repletos de series animadas, dibujos para pintar y cuentos infantiles, todos con personajes coloridos y brillantes, que hacen llorar la vista y causan los peores dolores de cabeza.

Con dolor y mucho agotamiento puedo decir que ser tía, es lo mejor que me ha pasado en la vida.

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