La restauración realista.


Entre 1814 y 1815 el movimiento insurgente sufre de un declive que estuvo a punto de terminar con él, la caída de la figura de José María y Morelos en favor del Congreso de Anáhuac dio inicio a una serie de derrotas que culminaría en la captura y muerte de caudillos como Mariano Matamoros, Hermenegildo Galeana y el propio Morelos, dejando en manos al movimiento entre Guadalupe Victoria, Nicolas Bravo y Vicente Guerreo que fueron incapaces de unir fuerzas y cada uno trataría de formar sus propios movimientos terminando por debilitar la causa. Esto permitió a las autoridades virreinales implementar una serie de medidas tanto de contrataque para las bandas insurgentes y sobre todo políticas de conciliación que corta de tajo el apoyo local de las comunidades a los independentistas. Tenemos que tomar en cuenta que parte de la iniciativa autonomista reclamaba la perdida gradual de privilegios que tenían el sector criollo ante el centralismo peninsular que acaparaba los puestos de importancia política del virreinato, por lo que las nuevas políticas que emanaban de las Cortes de Cádiz de 1810 complicaban aún más el ganarse el favor de los potentados novohispanos al promover condiciones de igualdad social, por lo que perderían aún más su posición social y que podría hacer que se fueran del lado insurgente, por lo que los virreyes decidieron no aplicar la Constitución de Cádiz para mantener una base social que los ayudase a combatir a los rebeldes.
El plan virreinal tuvo un aliado que le dio solidez a las acciones de contención de la insurgencia, la restauración del absolutismo en 1814 cuando Fernando VII deroga la Constitución para asumir todos los poderes, acabando con el gobierno liberal pero que no ayudaría a revertir la tendencia a favor de los insurgentes que fue ganando fuerza en el sur. Es así que el peso del fracaso que estaba teniendo el gobierno virreinal fue adjudicado a las acciones del virrey Francisco Javier Venegas, siendo uno de los principales conspiradores el brigadier Félix María Calleja quien estaba a cargo de la campaña contra Miguel Hidalgo y que lograría desarticular el primer movimiento, haciendo que se ganase el favor del rey y que lo nombrase como nuevo Jefe Político Superior en reemplazo de Venegas, aunque Calleja terminaría por restituir la figura del virrey. Calleja contaba la ventaja de haber vivido en la Nueva España desde 1789 encargándose de múltiples puestos de mando que le permitió conocer el reino mejor que los demás virreyes, por lo que para 1814 cuando ejerce la jefatura empieza a implementar una serie de campañas que empieza a languidecer la insurgencia de Morelos (sumada a la crisis interna que vivió el movimiento), pero esto no llego a paliar la crisis económica producto de la guerra que había arruinado el comercio interno, por lo que el gobierno se tuvo que financiar por deuda.
Con las noticias provenientes de España, Calleja inicia una campaña propagandística para anunciar el destierro de toda aquella política liberal para reinstaurar el poder absolutista de Fernando VII, desapareciendo del discurso la unidad nacional para cambiarla por la soberanía del rey, ejecutándose en numerosas poblaciones celebraciones donde se festejaba la restauración de Fernando VII como monarca absoluto junto con otras instituciones como la Inquisición o incluso se llega a decretar el regreso de los jesuitas y la suspensión de pagos de tributos a los indígenas. La insurgencia como contramedida es que se decreta la Constitución de Apatzingán por parte del Congreso de Anáhuac perfilando una alternativa liberal y republicana que hacia contrapeso al absolutismo fernandino, pero eso no fue suficiente para sumar fuerzas al movimiento y termina fragmentándose debido a las campañas realistas. A pesar del éxito que tuvo Calleja de haber acabado con el movimiento de Morelos, sus enemigos políticos dan a conocer numerosos actos de corrupción que provocan su destitución y ponen al frente a Juan Ruiz Apodaca hacia 1816.
Aprovechando que el reino había sido pacificado, Apodaca baja el nivel de beligerancia del gobierno y apuesta por una medida conciliatoria, algo que dejo inconformes a los comandantes realistas y debido a esas discrepancias provoca que la expedición del guerrillero Xavier Mina entre al territorio novohispano para internarse hacia el Bajío para unir fuerzas con los rebeldes de la zona, permitiendo que el movimiento resucitara por tres meses que termina cuando Apodaca logra poner orden a los militares y se coordina para emprender la campaña contra Mina que termina por su captura y ejecución.
A la par que Apodaca implementa una política conciliatoria y de indultos, se dedica a vilipendiar la gestión de Calleja, pero lo cierto es que ambos implementaron las mismas medidas que ayudaron a ir poco a poco cortando el apoyo a la insurgencia. En el caso de Calleja el amplia la facultad de expedir los indultos a sus comandantes generales y permitía que los insurgentes entregaran sus armas y caballos ante las autoridades con su correspondiente jura de fidelidad al rey, Apodaca amplia las medidas con el completo olvido de cualquier falta y la posibilidad de sumarse a las fuerzas realistas como voluntarios respetando su rango al prestar información valiosa para la captura de cabecillas. Otra medida fundamental fue la militarización de la sociedad novohispana, con lo que el ejército empieza a asumir posiciones de la administración de las intendencias y se aumenta el reclutamiento del ejercito realista que pasa de 30,000 en 1810 a 40,000 efectivos en 1821, además de habilitar milicias urbanas que ayudaran en la defensa de las poblaciones.
Para 1820 la Nueva España había sido pacificada en el orden realista de Apodaca, pero de repente llegan desde la metrópoli noticias inquietantes, triunfa la rebelión del general Del Riego y se reinstaura la Constitución de Cádiz en todos los territorios hispanos. El conocimiento de la noticia provocó la reacción que se temió pudiese aparecer desde 1812 y las elites criollas se vieron indignadas por la patente pérdida de poder para que fuese repartido entre mestizos e indios, por lo que tanto Apodaca como una serie de potentados empiezan a conspirar en favor de la propuesta independentista dirigida por ellos y que pretendían hacer que Fernando VII o alguno de sus familiares viniese a gobernar, por lo que era preciso ponerse de acuerdo con todos los sectores de la sociedad novohispana para desconocer al gobierno peninsular, siendo comisionado para conversar con ellos al joven coronel cuya carrera había sido atacada por múltiples acusaciones de abusos y corrupción en sus campañas, Agustín de Iturbide.
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Federico Flores Pérez
Bibliografía: Rodrigo Moreno Gutiérrez. La Restauración en la Nueva España: Guerra, cambios de régimen y militarización entre 1814 y 1820, de la Revista Universitaria de Historia Militar, vol. 7, no 15
Imagen:
Izquierda: Giuseppe Perovani. Don Félix María Calleja, 1815
Derecha: Anónimo. Retrato del Excelentísimo señor Juan Ruiz de Apodaca, Primer Conde de Venadito

