La fundación de Monte Albán.


Los Valles Centrales de Oaxaca han presentado las condiciones necesarias para que el ser humano se establezca y sirviera de base para que creciera la población y alcanzase el grado civilizatorio, contamos con el antecedente de las cuevas de Guilá Naquitz entre los valles de Tlacolula y Mitla o San José Mogote en el Valle de Etla, pero el establecimiento de un asentamiento en la cima del Cerro Blanco marcaria política y culturalmente a los pueblos que nacieron en el actual estado. Una posible explicación para el surgimiento de Monte Albán la podríamos encontrar como la consecuencia del éxito de la vida basada en la producción agrícola, teniendo como antecedente el propio San José Mogote y los sitios del vecino Valle de Nochistlán como Yucuita, Huamelulpan y Monte Negro pertenecientes a la región de la Mixteca Alta en un periodo entre el 1200 al 850 a.C.
En estas primeras comunidades veremos como las sociedades se van complejizando con el desarrollo de la estratificación de la población, quedando en la cima una elite gobernante a la que conocemos como jefaturas, los cuales se encargaban de velar por la permanencia del orden social y el religioso que le daba legitimidad. Es así que esta naciente clase política se encargaba de dirigir las relaciones de intercambio dentro o fuera de su región de influencia mediante la comunicación directa con sus iguales de otras poblaciones, otorgándoles regalos que iban fortaleciendo su relación de entre comunidades para así poder formar sus redes de apoyo e intercambio económico y de ideas. Una señal de esto la vemos en las líneas de intercambio de las comunidades del Valle de Nochistlán con las comunidades del Pico de Orizaba en Veracruz vía la Cañada de Cuicatlán sirviendo como intermediario el sitio Rancho de Dolores Ortiz, obteniendo la obsidiana necesaria ya sea para la subsistencia o para la defensa.
Empiezan a encontrarse cerámica asociada a la vida de estas elites como las que tenían engobe, pasta cerámica usada a manera de pintura, la cual por lo regular las piezas usadas por el resto de la población estaban decoradas con algunos motivos en color rojo, la usada por la elite podía estar cubierta por engobe con una mayor variedad de colores como el anaranjado y el blanco. A pesar de que se sabe que Yucuita fue el asentamiento más grande del Valle de Nochistlán, no encontramos estructuras piramidales como las encontradas en San José Mogote, lo que podría decirnos que las comunidades de la Mixteca tenían como función regional el abastecimiento de productos del exterior mientras San José tenía como papel el ser el centro religioso de la región, aunque trabajos recientes nos pueden indicar que el sitio de Etlatongo en Nochistlán tenía la misma categoría de San José Mogote.
Estos pueblos oaxaqueños no eran ajenos al contexto de la época, por lo que entraron en relaciones con los olmecas, como lo atestiguan los vestigios de cerámica importada de San Lorenzo Tenochtitlan encontrados tanto en Etlatongo como en San José Mogote, la cual se caracteriza por su decoración de líneas ondulantes “flamígeras” a manera de cejas, estrellas y patrones de garras, relacionado con las figuras míticas como el dragón celeste y el hombre-jaguar olmeca, así como la proliferación de figurillas del estilo “baby face”. A diferencia de otros sitios como Chalcatzingo o Teopantecuanitlán donde encontramos arte público de influencia olmeca, en los sitios oaxaqueños no se llegaron a elaborar esa clase de manifestaciones, por lo que podría decirnos de la fuerza que tenían las elites gobernantes locales que si bien no dudaban en hacer uso de productos olmecas a manera de estatus, ante sus comunidades ellos ostentaban simbólicamente el poder regional con un desarrollo propio.
Gracias a este trabajo de centralización de los poderes entorno a los gobernantes de estas comunidades, es que ellos empiezan a ostentar prestigio al nivel social haciendo posible justificar su presencia a la cabeza, haciendo posible para el año del 500 a.C. la fundación de una ciudad que concentraban a estas elites oaxaqueñas seleccionando un lugar que le permitía mantener la vigilancia sobre los Valles Centrales donde concentrarían el dominio político, económico y militar de esta elite, Monte Albán. No es nada raro que uno de los primeros edificios públicos del centro ceremonial haya sido en torno a la Plaza de los Danzantes y el Edificio L, en la que se colocaron estelas que a nuestros ojos parecieran danzantes, pero en realidad se trataban de prisioneros sacrificados y mutilados, identificados como gobernantes rivales que fueron humillados por esta ciudad y ostentando la fuerza militar que le permitiría no solo controlar los Valles Centrales, sino haciendo sentir su poder sobre el actual territorio oaxaqueño y convirtiéndose en uno de los estados rivales al nivel mesoamericano junto a Teotihuacan, poder que mantendrían por cerca de 1,300 años hasta su decadencia.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.
Federico Flores Pérez.
Bibliografía: Jeffrey Blomster. Antes de Monte Alban: Los orígenes de la complejidad sociopolítica e iconográfica en Oaxaca, del libro Monte Alban en la encrucijada regional y disciplinaria
Imagen: Estelas de los Danzantes del Edificio L, Monte Alban, Oaxaca, 300-100 a.C. Fuentes: http://mundodelmuseo.com/ficha.php?id=556 https://www.flickr.com/photos/luchomaler/33468145688

