La envidia: Como detectar cuando una persona envidiosa


Como individuo, tienes la capacidad de experimentar emociones diversas y complejas, lo que te define es la manera de gestionarlas, así como el efecto que tienen en tus pensamientos y acciones.



La envidia es una emoción común del ser humano ante la percepción de una desventaja frente a otro. Tiene un matiz único, porque se trata de una emoción oculta y negada, que no suele expresarse, ni admitirse abiertamente, a diferencia de otras emociones como la ira o la alegría.
En este artículo te explicaré algunas de las características más comunes de las personas envidiosas, para evitar sus actitudes dañinas que pueden perjudicarte de alguna u otra forma.
¿Qué es la envidia?
Es una emoción negativa y destructiva que puede llegar a ser voraz en la medida que aumenta, genera malestar y resentimientos, surge cuando se desea algo que otra persona tiene, puede ser de índole material o sentimental como el amor o la amistad.
Por eso, es importante aprender a reconocerla, controlarla y superarla de forma saludable, con actitudes positivas, como la gratitud, la admiración y el respeto.
La envidia tiene efectos negativos, que puede consumir a quien la siente. Algunos factores que pueden provocarla son:
– La baja autoestima y la inseguridad personal.
– Sensación de inferioridad y de no ser suficiente.
– Dificultad para ser feliz y aceptarse a sí mismo.
– La autocrítica excesiva y desproporcionada.



La envidia, puede afectar las relaciones personales y profesionales. Una persona envidiosa suele ocultar sus dañinos sentimientos, pero se delata por sus actitudes y palabras. Algunas características de estas personas son:
– Se compara y compite con los demás constantemente, tratando de superarlos o reemplazarlos.
– Copia o imita a personas cercanas, pero sin intención de mejorar o aprender de ellas.
– Se jacta de sus logros, pero ignora o desprecia los éxitos ajenos.
– Reacciona con enojo o rechazo ante las buenas noticias de los demás.
– Desea los bienes materiales que otros poseen, sin valorar lo que tiene.
– Se alegra y celebra el mal ajeno, especialmente cuando son personas que tienen más éxito social y económico.
– Usa el sarcasmo y el humor para disimular su envidia y criticar a los demás.
Ahora bien, existe otro aspecto de este tema, es la persona que se siente envidiado o el que sufre la envidia ajena. Sin embargo, cuando alguien se da cuenta o cree que otro le tiene envidia, a menudo ignora un aspecto importante: ¿De verdad le envidian o necesita sentirse envidiado?
Creerse envidiado es común, silencioso e insalubre también. Muchas veces, la persona lo hace de forma inconsciente, para alimentar su ego, se sienten superior al resto de su entorno, tienen una imagen exagerada de sus méritos y logros (aunque no sean tan grandes), son narcisistas, buscan la admiración y rechazan cualquier crítica. Lo más curioso de estos casos es que, en realidad, es él “el envidioso”.
Una forma de lidiar con la envidia es reflexionar sobre su origen, ¿Es real o imaginaria? ¿Es producto de la comparación con los demás? La clave está en ser honesto contigo mismo y reconocer tus verdaderos sentimientos.
Conclusión
La envidia se manifiesta desde la infancia de forma inconsciente, por ejemplo, cuando un niño compite con sus hermanos o amigos por algún juguete o atención, pues, si no se ayuda a el niño a corregir este comportamiento desde temprana edad, se puede convertir en un hábito que afecte su autoestima y relaciones sociales.
Esta emoción se observa en diferentes momentos de la vida: En la escuela, por las buenas calificaciones de un compañero de clases, en la adolescencia por la personalidad o las conquistas amorosas, en la edad adulta al aspirar lograr metas y éxitos económico, social, laboral o familiar.


Por otro lado, a veces se habla de envidia sana como una forma de admirar el logro ajeno y motivarnos a mejorar nuestra situación o aprender de los demás. Sin embargo, algunos especialistas consideran que la envidia sana no existe, ya que implica una comparación negativa con la otra persona y una falta de reconocimiento de nuestras propias capacidades.
Por lo tanto, en mi criterio propio, la llamada envidia sana es solo una forma de expresar malos sentimientos, así que, la típica expresión “Te tengo envidia de la buena” es sarcasmo disfrazado de envidia, porque no es necesario sentir envidia de nadie para aspirar a nuestros objetivos, sino confiar en nosotros mismos y valorar lo que tenemos, tampoco imitar o apagar la luz de los demás para nosotros mejorar, pues la superación personal debe ser un objetivo propio y nacer desde el anhelo del corazón, sin competencia con los demás.
Cuando eres realmente envidiado no puedes permitir que lo externo afecte e intervenga en tus emociones, porque lo que piensan otros piensen de ti es su problema y opinión, no la tuya. Lo mejor es tomar distancia de ese ambiente tóxico y enfocarte en tus fortalezas y virtudes.
En definitiva, la envidia solo trae consecuencias negativas para quien la siente, como soledad, fracaso, infelicidad y enfermedad. Genera emociones destructivas como dolor, angustia, depresión, rabia, enojo, amargura y hostilidad. Estas emociones no son un castigo divino, sino el resultado de acciones malintencionadas y nocivas.
Si la envidia es natural en los hombres, mejor ocultes tu prosperidad y así evitarás provocar la envidia
Tales de Milato
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