El Porfiriato y la llegada de los deportes contemporáneos.


Para finales de siglo XIX, Porfirio Diaz ya había logrado el anhelo de pacificar el país después de 70 años de guerras, golpes, invasiones y crisis que lo dejaron en el completo atraso, no había muchos cambios con respecto a la sociedad colonial más que el proceso de secularización de la sociedad, pero fuera de eso el pueblo se manejaba con los mismo usos y costumbres. Esto dio pie a que fuese un lugar atractivo para la migración europea, desde hombres de negocio quienes se vieron atraídos por los incentivos del gobierno o trabajadores de clase media-alta quienes llegan junto a estos empresarios como mano de obra especializada, todos ellos trajeron consigo lo último de la moda europea y estadounidense, fascinando a la sociedad mexicana, incluyendo una nueva forma de pasar el tiempo y que tenía poco tiempo de empezar a popularizarse, el deporte. Con el progreso llevado por la industrialización y la lucha por los derechos obreros, los trabajadores de las fábricas tuvieron más tiempo libre para esparcirse y dio pie a que lo aprovechasen para hacer actividades físicas como los típicos juegos colaborativos que salían en las festividades, empezando a formar equipos semiprofesionales y sus partidos empiezan a ser populares en la sociedad.
Ante la nostalgia por la práctica de aquellas actividades, los primeros centros en México promotores de los deportes serían los clubes y casinos de las comunidades extranjeras, un ejemplo seria el Casino Español quienes promovieron la construcción de la primer cancha de jaialai que estaba en la cercanía del actual Monumento a la Revolución con capacidad para 1500 personas, donde en 1895 se llevaría a cabo un partido de campeones españoles y que sería invitado el propio presidente Diaz (aunque no pudo ir por estar aun de luto por la muerte de Manuel Gonzales). Los británicos avecindados principalmente en Pachuca empezarían a conformar asociaciones según su procedencia étnica, mientras los galeses fueron aficionados a las luchas, los ingleses trajeron deportes como el futbol, el criquet y el rugbi, siendo los dos primeros los que tuvieron una mayor expansión y arraigo en la sociedad mexicana, y los escoceses estaban fascinados por haber traído a su veterano de guerra Duncan C. Ross para hacer demostraciones atléticas en el país.
Los estadounidenses fueron enfáticos en la difusión deportiva, desde el Country Club de Churubusco y el Reforma Country Club empezaron a practicar en sus instalaciones el golf, el tenis, el beisbol, disciplinas atléticas, el rugby, el criquet, el malabarismo, la lucha y demás actividades deportivas. Dada la fascinación de la clase alta por imitar y acercarse a estas actividades de moda, dio la oportunidad a estos clubes para crear clases de acondicionamiento físico donde podían cobrar por su asesoramiento e instrucción, siendo estos donde llegarían los primeros aparatos de gimnasio, incluso daría la entrada para el canotaje profesional organizando regatas en los canales de Xochimilco y el primer club de yates establecido en Veracruz de la mano del Lakeside Sailing Club. Otro deporte muy popular entre la aristocracia fue el patinaje, aunque rápidamente tuvo un auge en el resto de la sociedad al autorizarse en 1895 por parte del Cabildo de la ciudad la construcción de una pista de madera en la Alameda, donde decían era divertido ver a los habilidosos patinadores como los accidentes que se propinaban, todo esto daba la impresión de como el país se acercaba a estar al mismo nivel que los países desarrollados.
Como parte del legado colonial, en el siglo XIX la equitación siguió siendo una de las principales actividades deportivas de la sociedad mexicana, pero no se comparaba a la forma en como estaba evolucionando en Europa, por lo que desde los primeros años como nación tanto los diplomáticos británicos y estadounidenses impulsarían las carreras de caballos modernas. Este fue el deporte que tuvo su presencia desde el inicio y que con el auspicio de los diplomáticos fundarían diferentes clubes para incentivar su práctica, siendo uno de los más destacados en Jockey Club instalado en la Casa de los Azulejos, convirtiéndose en un centro social donde nacionales y extranjeros podrían socializar, mientras el Piñón Turf Exchange era donde se planeaban las carreras y se hacían las apuestas por parte de los aficionados, teniendo su eje en el hipódromo de Peralvillo y en segundo lugar el de Indianilla en la carretera de La Piedad.
El ciclismo fue otro de los deportes llegados antes del Porfiriato, teniéndose registro de su presencia con un cargamento de bicicletas llegado desde Boston en 1869, llamadas en su momento “sacudehuesos”, pero al poco tiempo se perdió el interés por adquirirlas y no volverían hasta 1880 con el modelo de rueda alta y que fueron famosas por los accidentes que ocasionaba. Su popularidad se dio en 1890 con la llegada de las bicicletas con las dos ruedas iguales y sus llantas de caucho infladas con aire, muy adecuadas para las calles empedradas de las ciudades, dando nacimiento al Cycling Union Club como una de las primeras asociaciones para impulsar el ciclismo siendo una de sus primeras acciones la construcción del velódromo de La Piedad, así como la realización de carreras y vueltas rumbo a Cuernavaca y Amecameca. Todas estas actividades permitieron insertar al país dentro de las dinámicas modernizadoras del mundo, pero esta siempre estuvo encasillada a la clase media-alta urbana que podía darse estos lujos, mientras el resto de la población tenían que persistir en ganarse la vida como podían, tardaría bastante tiempo hasta que la cultura del deporte empiece a arraigarse al nivel popular.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.
Federico Flores Pérez.
Bibliografía: William Beezley. El estilo porfiriano: Deportes y diversiones de fin de siglo, de la revista Historia Mexicana no. 130.
Imagen: S/D. Ciclistas del Club Centenario, c/a 1910.


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