El Caribe precolombino.


Rodeado por las masas continentales americanas y siendo la puerta abierta hacia el Océano Atlántico se localiza el Mar Caribe, que termina por ser delimitado por un conjunto de islas que se conocen por el nombre de las Antillas, las cuales les toco ser los primeros territorios a los que llegaron los exploradores europeos y que les tocaría afrontar las consecuencias del naciente proceso de globalización. Las islas se encuentran divididas en dos regiones, las Antillas Mayores que la conforman el conjunto de las grandes islas como Cuba, Puerto Rico, La Española y Jamaica, le siguen las Antillas Menores conformada por un conjunto de islas de menor tamaño que terminan en la isla de Trinidad al norte de la costa venezolana.
A pesar de la cercanía geográfica entre la península yucateca y Cuba, el poblamiento de las islas no se daría por parte de la zona mesoamericana sino por la costa norte sudamericana, lugar de nacimiento de la familia arahuaca a la que pertenecen múltiples grupos indígenas las mantienen vivas y que se esparcen hasta la selva boliviana, por lo que los antropólogos han propuesto considerar al norte sudamericana como el área cultural del Circumcaribe. Gracias tanto a los registros que dejaron los religiosos españoles de su lengua, costumbres y los vestigios arqueológicos es que se puede ver la influencia amazónica, la cual tuvo pocos cambios al compartir a la selva tropical como ecosistema en común, sumada a la relativa facilidad que implicaba la navegación a través de los arrecifes de las islas que permitía mantener la comunicación por medio de las canoas que podían usar por igual que en los ríos sudamericanos.
La misma conformación geográfica que divide a las Antillas en dos también hicieron que estas se dividieran culturalmente, ya que mientras las Antillas menores eran habitadas por los caribes que mantenían un modo de vida seminómada, las Antillas Mayores fueron habitadas por los tainos quienes mantuvieron un sistema aldeano que llego a formar cacicazgos que llegaron a basar su subsistencia en la agricultura. Al menos se sabe que las primeras manifestaciones culturales las tenemos en pinturas rupestres datadas entre el 2500 a.C. y el 500 d.C., las cuales presentan diseños geométricos para representar figuras humanas y animales con claras connotaciones religiosas, estas tienen continuidad tiempo después al grabarse en petrograbados de las piedras que conforman las construcciones cívico-religiosas que reciben el nombre de batey.
Las islas se fueron poblando de manera gradual y en diferentes oleadas a lo largo del tiempo, identificándose como los primeros a los llamados siboney que habitaron en cuevas y que tenían como hogar las cuevas, siendo considerados un grupo precerámico que fueron muy hábiles con el trabajo de conchas. La segunda oleada la conforman los igneri o saladoides provenientes de las selvas de Venezuela y Brasil, los cuales introdujeron la cerámica y la manufactura de ídolos religiosos, culminando la población entre los años 190 y 240 d.C. pasando a absorber a los siboney en su conformación étnica. Con la tercera oleada llegaron los tainos en el 300 a.C., representando el fin de los siboney para pasar a ocupar su lugar al ir poblando las islas desde sus bases en la costa venezolana y en las Guyanas y que se prolongan las migraciones por cerca de mil años. La cuarta oleada inicia en el 1000 d.C. con la llegada de los caribes, pueblo guerrero que pasaron a ocupar las Antillas Menores y que a la llegada de los españoles se dedicaban a hostilizar a los tainos de Puerto Rico y el oriente de La Española.
Según los españoles, el termino taino lo usaban entre ellos para designar a los pueblos “nobles y buenos” ligado con un determinado comportamiento ético y moral, mientras la palabra caribe era usada de forma peyorativa para referirse a todos aquellos que basaban su vida en la guerra y la violencia, conceptos que se comparten con sus primos sudamericanos. Dentro de los tainos se han propuesto clasificaciones según el grado de avance cultural que alcanzaron, correspondiendo a los que habitaron en Puerto Rico y La Española la designación de tainos clásicos, que conformaron un modelo de vida dirigido por el cacique que gobernaba sobre poblaciones de 1000 a 2000 habitantes, estas se conformaban en torno a una plaza de donde se desplantaba la casa del cacique, el templo donde se guardaban los ídolos o cemís y las casas comunales para el resto. El cacique recibía un trato mejor al encargarse de la administración de los recursos de la comunidad, conformándose una serie de símbolos que reafirmaban su poder como los banquillos ceremoniales o duhos, así como dirigir el culto a los cemís y dirigir los esfuerzos de guerra. Basaban su vida en la agricultura con cultivos de la yuca, camote, maíz, frijol, chile, cacahuates y nueces, así como del tabaco y el algodón que salía del papel de vitales y que era posible gracias a sus complejos sistemas de irrigación y a la división de la tierra en unidades conocidas como conucos. Esto se complementaba con la recolección de frutos como la piña, el mamey, la guanábana y la guayaba, así como la caza de iguanas, manatíes y tortugas.
Siguen los tainos occidentales que habitaron gran parte de Cuba, Jamaica y las Bahamas, cuyas poblaciones tenían una densidad menor con concentraciones de 100 a 125 personas, aunque se sabe que Jamaica llego a tener el mismo nivel de población que los clásicos. A diferencia de los clásicos, los occidentales basaban su cultivo en el sistema de tumba-roza-quema para asegurar la fertilidad de la tierra y no contaban con una plaza central en sus poblados, pero si llegaron a usar el juego de pelota como el resto de los tainos. Según los testimonios españoles, los orientales resultarían ser pueblos pacíficos que vivían en armonía con los clásicos y con sus vecinos del extremo occidental de Cuba los guanahatabeyes (posibles descendientes de los pobladores originarios del Caribe y con una forma de vida menos desarrollada), mientras los tainos orientales de las Islas Vírgenes y Leewards fueron pueblos con una mayor beligerancia al estar en el frente de las campañas de los caribes y que llegaron a ser confundidos con ellos.


Asentamientos de los diversos grupos indígenas de la región del Caribe.
Es una incógnita la relación que pudieron mantener con Mesoamérica, que por la falta de evidencias de ambos lados y el nivel de desarrollo que llego a tener Cuba es muy dudoso que haya sido frecuente, pero no se descarta al contar con el testimonio de Cortes que constata entre los mayas de la costa oriental la presencia de una prisionera procedente de Jamaica. No ayuda en nada lo poco desarrollada que esta la arqueología en la región, siendo la más avanzada en República Dominicana de donde proceden buena parte de los materiales históricos, por lo que también falta por dilucidar las relaciones que mantuvieron con los españoles, que según algunos descubrimientos recientes de la arqueología dominicana pudo ser menos cruenta que lo que relatan las crónicas españolas, por lo que la extinción demográfica se pudo deber al efecto de las epidemias. Paradójicamente, los caribes resultaron no tan perjudicados al ser sus territorios menos atractivos para los españoles y por la ferocidad que presentaron a su presencia, logrando entablar alianzas con los ingleses donde fueron usados como mercenarios y que sobreviven algunos grupos ya mestizados con los esclavos africanos. Falta mucho por estudiar sobre el pasado precolombino de las Antillas, por lo que hay que estar atentos ante esta historia que no termina de escribirse.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura
Federico Flores Pérez
Bibliografía: Revista Saber Ver no. 21. Los taínos.
Imagen: Vestigios tainos encontrados en la República Dominicana de los siglos XV y XVI
Izquierda: Trigonolito antropomorfo.
Centro: Cemí de algodón. Gruta de Maniel.
Derecha: Cemí para la ceremonia de la cohoba. Santo Domingo.

