Venganza cruzada ( fragmento)…

CAPITULO I

EL ORIGEN DE LA VENGANZA.

Caracas, Venezuela. Década de los 80’s 

En una década algo oscura para este país, los poderes políticos y sociales se habían fracturado en dos partes desiguales, la anarquía de sus gobernantes era claramente notoria. la clase social alta; conformada por las personas con estado económico elevado, tenían la responsabilidad de dictaminar el camino del mismo, a través del poder ejecutivo y político del estado y la clase social baja; conformado por el resto de la población venezolana, era la fuerza obrera dependiente de la clase alta del país, siendo a lo largo de su historia atropellados y menospreciados por está condición.

la delincuencia se convirtió rápidamente en un medio y un propósito para alcanzar este ” sueño lejano”, dejando a un lado el valor de ” La Paz” en la sociedad grupos armados comenzaron a hacer vida en este estrato social del territorio nacional, usando la intimidación, robo y el tráfico de sustancias prohibidas para financiar este ” status” soñado poco a poco fueron tomando fuerza aplastando la igualdad de la patria que rezan las leyes, no pasó mucho tiempo para este fenómeno se convirtiera en una realidad cruda y tangible.

Alianzas entre bandas comenzaron a darse poco a poco en la capital, esto con el fin de hacerle frente a las fuerzas en aumento de clase alta, en el estrato bajo de la sociedad las pequeñas bandas se unían con otras más grandes, el orden comenzó a reinar en este estrato, convirtiéndose en un monstruo capaz de hacerle frente a la otra clase social.

Al reinar el orden entre las bandas que operaban en la capital, surgió la necesidad de que un individuo liderará a estas fuerzas. Alguien con la suficiente sed de poder para mantener esta lucha a través del tiempo, alguien de este mismo estrato, que fuera capaz de representar sus orígenes, un hombre con la suficiente fuerza para librar esta lucha. “y su necesidad sería escuchada”.

Un joven sediento de sangre contestó este llamado, su familia había sido asesinada en esta batalla no declarada, fue así que Antonio Aristegueta Farías Rodríguez tomó las riendas de este poder. En poco tiempo aquel joven se volvió en el narcotraficante más poderoso del país, su crueldad y sed de poder no tenían fin, pero su único deseo era gobernar este país.

Hombres y mujeres comenzaron a sumarse a esta nueva lucha por una patria en armonía, pronto al igual que ambos lados de esta sociedad un ejército neutral nació, colocando tras las rejas a quienes rompían las leyes sin importar su origen. De aquella lucha por este sueño lejano, dos personas sobresalieron en esta batalla, el Teniente coronel Héctor Parra, se encargó de liderar las fuerzas en contra de la anarquía reinante y la primera jueza María Esperanza Benavente, quien impartía la justicia corrompida por la desigualdad naciente.

Aquellos líderes, encontraron en esta lucha algo en común, el amor surgió entre estos personajes, no paso mucho tiempo para que se unieran en matrimonio, enfureciendo así al gran líder oscuro Antonio Farías, esto debió a que la primera jueza, fue el gran amor de su vida.

Pronto la anarquía de antaño comenzó a tomar cada vez más fuerza, en ambos estratos, la clase social alta comenzó a ver en esta lucha una oportunidad de ingresos infinitos y para estos grupos armados liderados por este personaje un medio para manipular este país a sus anchas.

En la actualidad.

La división social originada en la época de 1980, es un vago recuerdo que pocos se atreven a recordar. Antonio Aristegueta Farías Rodríguez controla casi todo en el país, desde las sombras ahora manipula lo que antes se llamaba clase alta de la sociedad, los órganos gubernamentales responsables de la seguridad del estado ahora están sometidos a sus designios.

Después del brutal asesinato de los esposos Parra, el pueblo venezolano convirtió a esta pareja que lucho por la paz y la igualdad en mártires, tras la desaparición de sus tres hijos mellizos, era una espina en el cuello del gran Antonio que estaba latente que no dejaba plenamente dominar a sus anchas aquel país como el deseaba.

Por esa misma época, este demonio tuvo tres hijas mellizas al igual que la pareja que él mismo había mandado a exterminar, para seguridad y comodidad de estas mujeres fueron criadas en las mejores escuelas siempre con el ojo vigilante de su padre.

Pero aquellas mujeres hijas de este gran narcotraficante, no compartían los ideales de su padre, separándose y huyendo de su lado estas tres señoritas comenzaron una vida totalmente independiente, luchando por la paz y la igualdad que alguna vez era soñada en el antaño.

El Destino y sus giros se encargaría de unir la venganza de tres huérfanos con el amor de tres mujeres, sedientas de paz y justicia en este país que lo necesitaba.

CUARTEL DE LA MONTAÑA…

RAFAEL…

A lo lejos puedo escuchar como murmullo de paz a la lejanía, el dulce cantar de las aves que pasan por aquel lugar sin cesar, testigos inocentes y mudos de esta batalla comenzada mucho antes de que naciera, tal vez este día no termine todo el mal que duró años en crecer, pero solo en mi solitario corazón quedará grabada, esta lucha que hoy tienen lugar.

Lucha que se originó por un sentimiento compartidos por mis hermanos, al principio tan solo queríamos cazar al hombre que ensucio nuestras vidas y limpiar el nombre de nuestros padres que dieron sus vidas por un país en paz, los caminos de la venganza pueden ser inciertos e inseguros, lo que hace dos años nació como venganza, ahora en mi corazón solo puedo pensar en la misión de rescate más peligrosa que tal vez sea contada.

El corazón de un hombre es un universo de sentimientos encontrados, hace dos años atrás no me imaginaba tan siquiera que tenía hermanos gemelos, hoy mis hermanos y yo luchamos por la promesa de un país libre, además de liberar aquellas mujeres que en este camino de venganza nos mostraron el gran valor de la vida.

Por desgracia del destino, la razón por la cual hoy tal vez vayamos a morir el día de hoy, esconde el motivo por la cual queremos vivir y perpetuar el nombre de nuestra sangre, hijas de aquel demonio el cual hoy venimos a cazar, aquel hombre que mancho nuestra vida con la sangre de la familia, es el padre de las mujeres que hoy amamos con locura y que venimos a rescatar con gran determinación, tal vez al final de esta lucha, jamás volvamos a verlas, pero en nuestras vidas quedará la libertad que en sus almas les queremos obsequiar.

Algo aturdido y muy cansado por lo que desde hace algunas horas atrás tuvo lugar, a mis hermanos y a mí nos costó gran esfuerzo asaltar y tomar este espacio específico, debo de confesar que me encontraba algo frustrado porque justo antes perdí una gran oportunidad, única en su estilo, para así poder acabar con toda esta lucha que nos consumía cada vez más y más.

Silencio fortuito, de aquellos de antaño, tesoro invaluable que sólo un hombre puede valorar, mientras sostengo fuertemente mi rifle no puedo dejar de pensar donde carajos mis hermanos están, lucha sostenida desde el alba de aquel día, llegó un punto que nos habíamos separado para así poder hacer el mayor daño posible.

Mientras me encuentro agachado en la terraza de aquel lugar estando lo más callado posible para no alertar a nadie de mi presencia, al revisar mi rifle pude notar que el cargador estaba vacío, desecho inservible de la batalla que tuvimos que librar para llegar hasta donde estamos en este momento tan crucial.

Buscando en los múltiples bolsillos de mi chaleco antibalas, pude darme cuenta que solo me quedaba un solo cargador para esta arma, estábamos a mitad de la batalla, iniciada desde hace mucho tiempo atrás, este último cargador no sería suficiente para terminar la misión que comenzamos hace tiempo atrás.

Observando aquel cielo azul, manchado por una que otra nube ocasional, el sol de aquella tarde en particular estaba en lo más alto del horizonte, la brisa fresca de la tarde era un consuelo para todo lo que habíamos pasado.

Dejándome absorber por aquella brisa, relaje mi cuerpo y mente por un instante, dejé a un lado el cansancio originado en las largas horas de lucha que tuvimos nosotros para terminar lo que habíamos comenzado.

En aquel momento fugaz, repase rápidamente las opciones de combate que teníamos para ese momento, las posibilidades de salir vivos de este lugar eran casi nulas, si nada más para tomar este lugar estratégico usamos casi todas las municiones y trampas que habíamos preparado, a partir de este momento sería una lucha con resultados inciertos.

Inhalando profundamente, de pronto el nombre de aquella mujer vino a mi mente, en los rayos tenues de sol que rebota en la pared que tenía al frente cubierta de impactos de bala, su sonrisa me hizo recordar el porqué debíamos terminar esta guerra a como dé lugar.

—¡No moriré!, hasta verte de nuevo— , en voz muy baja en la soledad de aquel momento pronuncie con gran valor.

Tome el último cargador que me quedaba en mi mano, con mucho cuidado quite el seguro de mi rifle pero al escuchar a lo lejos un ruido muy característico, en mi torpeza dejé caer muy estrepitosamente el cargador vacío haciendo un poco de ruido en ese momento.

Fue entonces que aquel sonido lejano dejó de sentirse, era claro que alguien sabía mi posición, no sabía si era amigo o enemigo, tan solo debía prepararme para el inminente ataque.

Levantándome de aquel suelo, me coloque en posición de ataque, justo en el mismo momento, cargue mi rifle preparándolo para atacar, al tirar del seguro escuche unos pasos acercándose hasta ese lugar.

En esa pequeña fracción de tiempo, debido a mi ritmo acelerado de pulso y respiración, la noción del tiempo comenzó a hacerse más lenta, fue entonces que pude recordar la última vez que vi al gran amor de mi vida y la promesa que le hice antes de que sucediera todo esto.

“Era una tarde muy parecida a esta, me encontraba en el consultorio médico donde trabajaba, mi nombre es Rafael Alejandro Parra Benavente, doctor de medicina general del hospital popular Miguel Pérez Carreño acá en la capital, ese día en particular, estaba preparando las cosas para irme de este país, debido a que no quería tomar parte en esta lucha la cual hoy tiene lugar.

Por desgracia no quería irme solo, aunque ya conocía plenamente mi pasado, sencillamente no me importaba, tan solo quería tomar a aquella mujer la cual me había enamorado e irme lejos de este condenado país.

Fue entonces que ese día conocí una gran verdad, María Farías, era su nombre, gran mujer de un corazón único e inigualable, era abogada del estado, tenía un caso vinculado con Antonio Farías, que hasta ese entonces no sabía quien era su padre.

Esa tarde en particular, tenía los pasajes de avión ya listos para irnos a Madrid, España y comenzar una nueva vida, era una sorpresa que estaba seguro que ella tomaría sin pensarlo dos veces.

Esperé mucho tiempo y ella no llegaba, eran casi de noche cuando mi teléfono celular sonó de pronto, era un número desconocido cosa que llamó mi atención por completo.

 —¡alo!— respondí al escuchar un corto vacío en aquella línea telefónica.

De pronto un personaje en particular comenzó a hablar, con un acento de voz de la región andina de este país me contestó de manera muy peculiar.

—¿Con que usted es el hijo de puta que está detrás de mi hija?.

— ¿sabes quien te habla?—Comenzó a hablarme, de pronto mi voz se enmudeció por completo.

—¡ puto cobarde!, si quieras tienes las bolas para responder, no me importa. Soy Antonio Aristegueta Farías Rodríguez, debes de saber quien coño soy, me costó muchísimo encontrar a mi hija de nuevo, pendejo no quiero que la vuelvas a ver, si no te mato— aquellas palabras habían arrugado por completo mi corazón.

El silencio de mi voz, de pronto se estaba convirtiendo en odio y desesperación, había entendido que María había sido secuestrada por su padre, de pronto colgó el teléfono dejándome en shock total.

Por un minuto no sabía que hacer, de pronto al ver mi título universitario colgado en la pared, al ver mi nombre completo, encontré las agallas y la valentía que necesitaba, la venganza de mis padres sería el motivo para recuperar a María, así me costará mi vida, lucharía por ella hasta el final.

Aceptando el destino el cual había estado esquivando, fui con rapidez a la sala donde estaban mis dos hermanos, ellos habían escogido este hospital para planear todo lo referente a este día, por la neutralidad que brindaba mi profesión. Cambiando el juramento que hice al graduarme, “de salvar vidas” hoy me he convertido en una máquina asesina, impulsada por un sentimiento familiar con el objetivo de rescatar al amor de mi vida.

Con gran determinación, me coloque frente a mis hermanos, todavía Carlos tenía uno de los yesos originados por la paliza que le dio Antonio Aristegueta, el día que secuestró a su esposa e hijo que era la hermana menor del gran amor de mi vida.

—¡Hermanos!.

—el hijo de puta tiene a María— les dije a cada uno de mis hermanos.

—a partir de hoy no daré descanso a mi corazón hasta rescatarla de las manos de aquel monstruo— dije con un tono de molestia a mis hermanos los cuales estaban terminando de planear todo lo que hoy está pasando.

Carlos mirándome fijamente, se había acercado a mí, me colocó su mano en mi hombro, y me dijo.

—¿Sabes que no será fácil?.

—a parte de vengar a nuestros padres, debemos de luchar por ellas Rafael— con gran fuerza en esta frase supe entonces el infierno que se nos vendría encima.

—en el proceso tal vez no las volvamos a ver y lo debes de saber.

—pero si de algo estamos seguros es que terminaremos el sueño de nuestra madre y daremos libertad a aquellas a quienes amamos—colocando la otra mano termino esta frase, como si fuera un fuego que consume un papel cualquiera, después de estas palabras el mismo se encontraba ardiendo del más puro y gran coraje.

Pocas veces en mi vida estaba seguro de hacer algo por mi mismo, el amor de aquella mujer era lo único que podía pensar, en el fondo no me importaba este país consumido por la dictadura de aquel hombre que debíamos de cazar, tan solo como si fuera un pensamiento egoista, deseaba poder ver aquellos ojos que alguna vez me mostraron el verdadero amor puro y verdadero. A lo largo de mi vida siempre había sido un hombre tranquilo y pacífico, la desesperación de la noticia que había llegado a mi conciencia sumado al odio de esta venganza me hicieron tomar la decisión que hoy me trajo a este lugar”.

Tras recordar la última vez que supe de María, me dio la serenidad que necesitaba para empuñar mi rifle, colocándolo en semiautomático, comencé a respirar lentamente apuntando mejor hacia el objetivo que se acercaba por las escaleras.

De pronto la punta de un arma larga comenzó a asomarse por aquellas escaleras, al reflejarse el sol en esta arma, algo muy familiar se me hizo peculiar, coloque entonces mi dedo fuera del gatillo, a la espera de confirmar mejor mis sospechas.

Tras esperar un poco, mis sospechas estaban en lo correcto, aquella arma plateada era una escopeta, y al ser cromada, no cabía duda que era la de mi hermano Felipe.

—¡Felipe!.le grite con gran cariño.

 —¡cuidado! —Le grité en forma de juego mi hermano.Se asustó de una manera muy inusual, me apunto directamente a la cara, con un tono algo molesto me dijo.

—¡coño e tu pepa!.

—¿no tienes oficio ?— después de eso nos reímos por unos instantes de lo que había pasado, fue un momento de distracción tras la larga batalla que habíamos tenido desde muy temprano.

—¿Estás bien Rafael?—me pregunto Felipe, 

— si, si tan solo estoy cansado, pero bien—le respondí Enérgicamente.

-Aún falta mucho por luchar hermano, recuerda nuestro motivo y no olvides porqué estamos aquí- me dijo Felipe.

Teníamos un mismo propósito de lucha, vengar la muerte de nuestros padres, pero compartimos además el mismo motor de seguir en esta pelea, él se había casado con una de las hijas de Antonio Aristegueta y tenía un hijo con ella, ellos fueron secuestrados por la ambición de este hombre, aunque ninguno de los dos éramos soldados, en nuestra sangre corría el coraje de nuestro padre que fue un gran militar.

-Hermano, ven debemos de buscar a Carlos, no tengo casi municiones, aún falta mucho por pelear, tengo que rescatar a Juan y Esperanza de la manos de este demonio.- me dijo con gran desesperación.

Era notorio que el fuego de la batalla estaba aún vivo en su interior, pero debíamos reagruparnos y pensar en algo nuevo, el día se estaba acabando y las armas también, necesitábamos ayuda de nuestro hermano Carlos, a lo mejor en su amplia experiencia militar algo se le tenía que ocurrir.

Tomamos un pequeño descanso para admirar la destrucción que había tenido lugar en este sitio tan particular, estábamos en un quinto piso de una comisaría, punto estratégico para toda esta batalla, debido a que aquí Antonio guardaba gran parte del arsenal que usaban sus hombres.

Para realizar este asalto a este gran personaje no fue algo fácil, hay intereses mucho más grandes que nuestras vidas en juego, tan solo teníamos este día para dar caza y rescatar a las personas que tanto amábamos.

En un último acto desinteresado de ambas partes, cansados de la dictadura de Antonio Farías, las fuerzas que alguna vez le habían permitido tener la fuerza que tenía hoy, lo querían desplazar para dar lugar a la paz que deseaban tanto nuestros padres.

Nuestros padres habían sido convertidos en mártires por la larga lucha que tuvieron en contra de este personaje, su lucha fue aquel sueño que era posible de una Venezuela libre y en paz. Ahora nuestra venganza era la promesa de paz que necesitaba esta sociedad, marcada por la anarquía de antaño el rescate de nuestras familias sería la recompensa por esta lucha.

Estos intereses fueron más allá de la suerte o el destino se encargaron de unirnos hace dos años atrás para consumar esta venganza, las fuerzas políticas a merced del gran Antonio, secretamente habían destinado de un solo día para acabar con la vida de este cáncer que ellos mismos habían creado.

Además el país entero estaba en la espera del resultado de esta pelea, 40 años de anarquía y una dictadura en las sombras habían acabado con la poca paciencia del pueblo venezolano, simplemente no podíamos, ” darnos el lujo de morir en esta lucha”, porque a través de nuestra venganza, la paz y la igualdad estarían a un paso más cerca de la realidad.

Años tras el poder habían hecho, que aquel hombre que hoy venimos a cazar, armará un ejército privado y poderoso de jóvenes fieles a su causa, capaces de dar su vida por este sujeto en particular.

Estas eran las fuerzas con las que hoy venimos a luchar, muchas vidas se van a perder en esta batalla sin remedio, a veces es cruel pero cierto pensar que el árbol de la paz a veces debe de ser rociada con la sangre de inocentes para que mismo prospere a través del tiempo.

Aquel bello sol de la tarde hacía un gran contraste con la destrucción que aquí tuvo lugar, al asomarnos por el balcón de aquel sitio en el cual nos encontrábamos, aquel contraste de paz y destrucción era simplemente hermoso.

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