Vecinos

Keifer:

– Eos, Keifer, vamos a saludar a los nuevos vecinos –dice mi madre en medio del pasillo.

Suspiro con resignación al tiempo que cierro mi laptop. ¿En verdad es tan necesario hacerlo?, ¿por qué siempre hace lo mismo?

Me pongo de pie y me observo en el espejo, no estaba tan mal, sería suficiente para que mi madre no me regañara por parecer un pordiosero, como si de verdad pudiéramos vernos mal.

– ¿Crees que tengan niños? Quiero un compañero de juegos –me mira emocionado, casi daba pequeños saltos de felicidad.

– Lo dudo, así que no te hagas muchas ilusiones, enano –digo despeinando su cabello negro, igual que el mío. Eos es una copia mía, a excepción por los ojos, mientras los míos son verde jade, los de él son gris plata.

Bajo las escaleras con paso lento intentando postergar el encuentro con los vecinos lo más que pueda. Eos baja volando, él al igual que mis padres, les emociona conocer gente nueva, no entendía qué tenía de maravilloso ir a tocar la puerta de desconocidos para presentarse, ¿era tan necesario tener que conocer a todos?

– Vamos Keifer, la visita es para hoy –me reprende mi padre en cuanto llego donde ellos.

– Estaba en algo importante –digo bajo, intentando no rodar los ojos.

– Importante, ¿cómo qué? –pregunta mi padre alzando una de sus cejas.

– Buscando a Afrodita –digo con obviedad.

– Hijo, esa chica desapareció, sí hubiese querido, te hubiese dicho a donde fue y porqué –me mira serio, aunque odie admitirlo, sé que tiene razón.

– Ya lo sé papá, pero la amo, y lo único que deseo es encontrarla –digo zanjando este asunto. Sé que en el fondo mi padre me entiende, porqué él sería capaz de todo por mi madre.

– Vamos, quiero llevarles este arreglo –dice mi madre adelantándose, saliendo por la puerta. Mi padre la alcanza y coloca su brazo en su cintura, Eos toma la mano de papá, y yo, comienzo a caminar a paso de tortuga.

Cuando llego, mi madre me hace la seña para que llame a la puerta; reprimo un gruñido y lo hago, de mala gana.

Pasan unos segundos y nadie viene a abrir, ruego a los dioses que estén dormidos.

– Llama otra vez –dice mi madre. Obedezco, y esta vez, a los pocos segundos una chica es la que abre la puerta. Ella me observa embobada, viéndome de pies a cabeza, al menos debería ser discreta.

– Hola, somos sus vecinos, los Nikolaidis, soy Iole, mi esposo Malco, y mis hijos, Keifer el mayor, y Eos el menor –sonríe y puedo ver amor en sus ojos.

– B-Buenas noches –balbucea, ruedo los ojos, que chica tan tonta–, pasen por favor –dice moviéndose de la puerta sin apartar la vista de mí–. Pasen a la sala, enseguida regreso.

– Claro –dice mi madre caminando hacia el lugar donde le indico, la chica desaparece por un pequeño pasillo.

– Es una chica muy linda, ¿no te parece Keifer? –dice mi madre, y al instante sé lo que trama.

– Sí mamá, muy linda –y estúpida, digo para mis adentros.

– Buenas noches –dice la voz de un hombre mientras entra en la sala.

– Un gusto –dice mi madre poniéndose de pie–. Les traje este arreglo –dice entregándole el florero.

– Son hermosas –dice una mujer detrás de él; ella, a comparación de la chica que nos abrió, es guapa, a pesar de su edad–. Que modales los míos, soy Deméter Savage, mi esposo Jasper, y mis hijas, Kathleen la mayor, y Dánae la pequeña –dice señalando a una pequeña, de no más de seis años.

– Hola –dice ella con una gran sonrisa.

– Hola –responde mi hermano–. ¿Te gustaría jugar conmigo mañana? –pregunta acercándose a ella sin pena.

– ¿Puedo papi? –pregunta volviéndose hacia Jasper.

– Claro –dice acariciando la cabeza de la pequeña. Ella es muy parecida a sus padres, pero la tonta chica no, ¿extraño? Sí.

– Esperamos no incomodar –dice mi madre en tono amable.

– No, para nada, justo habíamos terminado de cenar, conversábamos un poco –la mujer le sonríe a mi madre–, pasen y tomen asiento, ¿gustan una taza de café, té, jugo? –dice señalando el sofá.

– Menos mal, me hubiese sentido terrible de interrumpir su cena –asiente, mi padre se sienta seguido de mi padre, Eos se sienta junto a Dánae, le muestra un libro de colorear–. Por cierto, bienvenidos a Othonoí.

– Gracias, es bueno conocer gente tan amable –dice el hombre mirando a su esposa ir a la cocina.

– ¿Qué edad tienes Kat? –pregunta mi madre, juro por los dioses que no salgo corriendo de aquí porque mi madre me mataría.

– Diecisiete –dice bajando la mirada, avergonzada.

– Oh, igual que Keifer –dice mi madre en tono casual, sí, claro.

– ¿Y tú Dánae? –pregunta mi padre.

– Seis y medio –dice ella con orgullo.

– Oh, que linda, Eos tiene ocho, recién cumplidos –dice viendo a mi pequeño hermano colorear la otra hoja.

– Keifer, ¿puedo pedirte un favor? –la voz de Jasper me hace ponerme derecho. Su mujer entra con tres tazas de té y algunas galletas, coloca una frente a cada uno.

– Gracias –dice mi madre antes de tomarla y darle un sorbo, Eos se acerca a las galletas.

– Claro –digo lo más calmado que me es posible.

– Bueno, al ser de la edad de Kitty, y suponiendo que van en la misma escuela, ¿sería mucho pedir que la ayudes, sí tiene dudas o algo por el estilo? –dice en tono amable, no considero que haya alguna clase de amenaza o que sea algo que no pueda hacer.

– Claro –digo con una sonrisa de boca cerrada. Observo a “Kitty”, ella tiene una gran sonrisa, y en sus ojos hay un brillo especial, despreciable.

– Vaya, ya es tarde, será mejor irnos –dice mi madre tras pasar media hora de charla amena; desde que comenzaron a hablar de nuestras virtudes.

– Gracias por el hermoso arreglo, y gracias por tomarse el tiempo de venir –dice Deméter con una cálida sonrisa.

– Hasta luego Kat, Dánae –dice mi madre.

– Hasta luego señor y señora Nikolaidis, Eos, Keifer –dice sonrojándose, juro que quiero que me trague el universo.

– Adiós Dánae, Kitty –dice Eos con una sonrisa sincera.

– Hasta luego –digo antes de salir y caminar con rapidez a mi casa. Mañana será un día horrible.

Recomendado1 recomendación

Publicaciones relacionadas

0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios

¡Descubre los increíbles beneficios de esta valiosa comunidad!

Lector

Escritor

Anunciante