Súplica de amor. 

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La anciana toma una hoja de papel y lee con pausas las líneas que contiene, mirando las reacciones de su hija al escucharle leer. 

“Dime qué me amas, te suplico que me trates con todo el amor que tengas, no te fijes en mis debilidades, yo trato de hacerlo bien, pero tú me has derribado con todo tu desprecio. No le hagas caso a lo que otros te digan de mí, que si soy fea y despreciable, ellos no saben amar de verdad, sus opiniones no son importantes para mí, por favor que no lo sean para ti. Mírame, ¿Verdad que soy hermosa? Yo me levanto deseando escuchar de ti una sola expresión de amor, el día que empieces a tratarme bien, mis ojos brillarán, mi piel sanará y lucirá radiante, mi cabello cobrará vida, mi sonrisa será sincera. Te prometo que el día que tú veas algo hermoso en mí, haré que todos los demás también lo vean para que te sientas orgulloso, cada crítica, cada queja, cada sarcasmo, es una dosis de veneno que acaba poco a poco conmigo. Tu mirada es veneno y eso hace que me encorve y me quiera ocultar para no sentirme juzgada, ámame porque eres mi única esperanza de ser feliz. Dime qué me amas y que soy hermosa, es lo que deseo escuchar desde que abres tus ojos, pero, en cambio, oigo severas críticas. ¿Qué hice mal? ¿Acaso es tan difícil encontrarme algo loable? Me hieres con tu desprecio y si tan solo me miraras con bondad, seguro que sentirás la misma felicidad que yo. ¡Óyeme! ¡Sus opiniones son basura! Solo tú me importas y eres quien más me mata cada día con tu desdén”

La hija se muestra furiosa, ¿Cómo puede una mujer rebajarse tanto? Se pregunta.

—¿Por qué una mujer debe implorar amor así a un hombre mamá?

Pregunta la joven.

—No cariño, no es una mujer suplicando amor y atención, es la autoestima que suplica cada mañana, le des un poco de amor y le muestres compasión. Como te ves, todos te verán, amate y todos te amarán. 

La joven comprendió mirándose al espejo cuanto daño se hacía, criticándose constantemente. Entonces sonrió triste y pudo ver un brillo en sus ojos al darse cuenta de que, si ella no se empezaba a amar, nunca dejaría de darle importancia a las críticas de los demás. Le pidió perdón a su autoestima y se dijo que, desde ese día, no dejaría de decirse cuanto se amaba. Después de todo, la suya, era la opinión más importante.  

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Alejandro
11 meses atrás

Hermoso mensaje 🥀❤

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