Sangre en tinta

La mañana del domingo pasé en casa enfermo por una gripe estacional, mi cuerpo era tan frágil que apenas podía sostenerse en pie a unos pasos de la cama, ni siquiera era capaz de llegar a la ventana de mi habitación sin ayuda de alguna enfermera del hospital, me debilitaba hasta por la más ligera de las brisas como si una simple funda de plástico a la deriva se tratase. Como odiaba eso, envidiaba la juventud y la energía de los otros pacientes, mientras que yo llegaba como visitante regular algunos apenas duraban dos o tres días cuando mucho, algunos se iban en cuanto recibían su receta mientras que yo permanecía para un análisis completo. Luego lleno de medicamentos volvía a casa a la misma habitación, la misma cama, la misma vista deprimente de mis padres que tan solo esperaban mi partida. 

Lo único que me hacía feliz era imaginarme un mundo distinto, una realidad en mi pequeño diario, la muerte no era mi enemiga como lo era en mi diario vivir, podía viajar hasta el otro extremo del horizonte solo extendiendo mis alas, no necesitaba ayuda de nadie para disfrutar de las delicias exóticas de otras culturas y me embarcaba orgulloso a una nueva aventura una tras otra, que felicidad más grande que la de disfrutar un mundo mágico donde yo era dichoso, pero al cerrar el cuaderno volvía a mi triste realidad una vez más, recuerdo que escribí miles de cuentos e historias, aunque sabía que nadie más las leería, sin embargo, mis familiares enloquecían con solo verme, ya en un intento por hacer que me fuera escondieron mi diario y me golpearon hasta dejarme moribundo, quizá las deudas que generaba fue el gatillo que accionó aquel pensamiento tan mordaz en sus mentes, recuerdo como la tortura me enloqueció al punto en desahogarme en llanto, sin mi diario, sin tinta, tan solo la pluma que utilizaba ¿qué más debería escribir? pensé, luego una idea saltó a mi mente, no era siniestro solo quería seguir escribiendo, quería volver a ese mundo donde era feliz, hasta que me di cuenta, mi sangre chorreaba por las heridas infringidas, tenía la tinta, la pared sería mis hojas, continué escribiendo hasta darle el final a mi pequeño escrito junto con mi vida, sé que parecerá extraño decir esto, pero mis familiares se horrorizaron al ver los garabatos en la habitación, la policía dijo que era un caso de violencia familiar que desencadenó mi muerte, las planas de los noticieros y periódicos se llenaron del caso, y mi pequeño diario salió como un libro “Sangre en tinta” quizá mi vida si fue miserable después de todo, porque incluso de muerto solo puedo ver lo que hacen los demás y no tengo como escribir. 

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