Relato “Delirios”, capítulo 4

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IV

— A Lucianita la recogí desde pequeña, Angelito no había nacido.

— Una historia triste. El padre era un hombre celoso y la madre se acostaba con cualquiera. Me acuerdo los disgustos que pasaba cuando se comía a Eddy con la vista. Eddy es mi hijo mayor. Mi nuera se ponía celosa, tarde o temprano aquello iba a explotar.

—No, ya para entonces estaba recién graduado y casado con Nory, vivían independientes.

—Pues se comentaba en el barrio que algunas noches metía al amante. Seguro que los celos lo tenían loco, se fue de la guardia. Seguro entró en silencio y escuchó voces. Bueno son imaginaciones mías. Lo cierto es que la descubrió con el querido. Lleno de odio y dolor, tomó un hacha no se sabe de dónde, quizás la trajo de la fábrica. Según la policía bastaron dos golpes, el primero debió ser para Ricardo. Lo encontraron boca abajo con la espalda abierta, supongo que la mujer se aterraría. Los vecinos escucharon un grito, cortado seguramente por el segundo hachazo. Después apareció ahorcado. Dejaron atrás a la niña, por eso me encargué de ella.

—¿Por qué me pregunta eso oficial?

—Está bien, entiendo. Solo tenemos dos cuartos: Uno para mí y mi hija Gladys, en el otro Lucianita y Angelito.

—No quisiera recordar eso teniente. Ver a mi hijita muerta… disculpa… me siento mal…Fue un parto difícil y no resistió, por eso crie a Angelito con lástima.

—¿El padre? Ese fue un mal nacido que desapareció dejando a mi hija embarazada.

—¿Qué habría de malo en que durmiesen juntos? ¿Quién iba a pensar en eso? A fin de cuentas para mí eran como hermanos.

— Bueno sí, todavía me pregunto cómo no me di cuenta. En verdad era difícil imaginarlo porque ella ya era novia de Carlos. Se dejaron pero con el tiempo volvieron.

— Sí, y al poco tiempo se casaron y se mudaron para La Habana, él era periodista.

—Ha sido horrible. Los vecinos me contaron que sangraba y corría hacia la calle tapándose la herida con la mano y resollando.

—Angelito me dijo que Lucianita había ido y regresado de la cocina con un cuchillo, dice que después salió gritando como una demente, pidiendo ayuda.

—Bueno oficial eso es lo que mi nieto dijo.

—Me enteré porque una vecina me llamó. Yo estaba angustiada y no entendía nada. Fui para allá y supe que Carlos llegó vivo al salón de urgencias, aunque en estado crítico. Después supe por una enfermera que lo habían bajado para terapia intensiva. Me fui para la casa y el comentario del barrio lo aclaró todo, no podía creer lo que escuché. Decían que Carlos cogió a Lucianita pegándole los tarros con mi nieto y por poco lo mata a golpes, que si no hubiera sido por ella ahora estaría muerto. Me quedé aturdida. Entonces, cuando vi venir a mi Angelito con un yeso en el brazo y la cara hinchada, me puse a llorar y le pregunté por Luciana. Dijo que no sabía. Me puse peor, le grité que ya estaba enterada de su contubernio. El pobrecito, a pesar de los moretones, se me puso más blanco que un papel.

—¿Carlos? Lo notaba triste, me di cuenta que él y mi nieta estaban distanciados, pensé que lo resolverían. Usted sabe cómo son los jóvenes de hoy; supongo que durante esa semana Angelito y ella…

—Sí, supongo que tuvieron muchas relaciones. Y nosotros ni olimos lo que estaba sucediendo. Mi nieto ha llevado dos semanas tirado como un vegetal, como sin ganas de vivir, nada más se levantaba para bañarse y comer. Yo intenté hablar con él y no me decía una palabra. Bueno, solo sabía repetir Lucy, Lucy, Lucy.

—He estado desesperada con esto de la muerte de mi nieta y con él. Llamé a Eddy para que lo examine, a veces creo que se me ha vuelto loco.

—Sí, mi hijo es doctor, sí es Psiquiatra. Conversó mucho con él hasta que ayer lo sacó de la cama, parece que está mejor. A veces lo miro con disimulo cuando va al baño, al vestirse, desayunar. Quiero estar segura que ya está bien, pero tengo miedo. Eddy me dijo que podría sufrir una recaída.

—¿Por qué me pregunta todo esto oficial?

—Es necesario ciudadana. Su nieto había confesado ser el autor del homicidio. Firme aquí. Con su declaración podemos descartar su culpabilidad.

—¿Eso quiere decir que no tiene problemas?

—Así es. Queda libre de responsabilidad.

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