Por culpa de mi memoria. Capitulo 17

Narra Santiago

Volver a tenerla así de cerca, ok mejor dicho, tenerla así de cerca de mi me estaba torturando, besarla, acariciarla escuchar sus jadeos y gemidos, me sentía tan extremadamente bien como hace mucho tiempo no lo hacía, cada beso, cada caricia era sentir y ver a María. Estaba mal, sé que estaba mal recordarla en cada beso y que ella si me besaba y me veía a mi, no a alguien más. Aleje ese pensamiento y decidí disfrutar el momento, concentrarme en que era carolline y no mi María, pero realmente era imposible, a Dios gracias mi subconsciente no me falló esta vez cuando pronuncie su nombre. Y cuando creía que por fin vería su pechos desnudos, viene Francesca a interrumpir. ¡Maravilloso! Grité ofuscado.

Después de irse Fran decidí acostar al niño y dormir con él así ella dormiría en mi recámara. No decidí hacer más contacto decidí respetar y ya que mañana será otro día.

Al día siguiente me desperté y después de bañarme y cambiarme, decidí preparar el desayuno. Carolline aún seguía dormida al igual que Christian.

Después de media hora, la vi llegar a la sala.

– Buenos días saludo.

– Buenos días carolline. ¿Cómo dormiste? Pregunté.

– Bien, dormí bien gracias, pero tengo que ver qué haré con mi vida, no puedo volver con Dylan el tiene intenciones de internarme y yo no deseo eso. No tengo familia o al menos eso dice él, no sé qué haré.

– Cálmate pequeña, me acerqué a ella nuevamente, no tienes que preocuparte por donde quedarte. Puedes quedarte aquí. Respondí mientras acariciaba su mejilla.

– Santiago yo… yo no puedo, Dylan te traería problemas, yo no puedo. Me decía mientras se levantaba, no puedo quedarme aquí.

– Carolline calma, no llores ven vamos a desayunar y calmarnos y después encontraremos una solución a esta situación tuya.

Empezamos a desayunar, ella comía con rapidez y prácticamente se estaba devorando el desayuno.

– Te vas a atorar, le decía con gracia

– Esta demasiado delicioso Santiago, sabes hace cuánto no comía bien, respondió mientras cogía una manzana verde y la mordía.

– Me encanta la manzana verde, son mis favoritas porque ese sabor agridulce hace que sientas miles de sensaciones que te hacen ir al mejor lugar culinario. Respondió y después dijo, olvídalo no sé ni lo que estoy diciendo.

– Pero entonces era como verla a ella, era como escucharla a ella, eran sus mismas palabras, sus mismos gestos. Todo.

– Te pareces tanto a ella. Hable en voz alta.

– Cuéntame de ella, inquirió mientras dejaba el plato limpio y seguía mordiendo la manzana y haciendo gestos con cada mordisco que daba.

– Nos conocimos cuando estábamos trabajando allá en Colombia, yo no era de allá, por tema de trabajo tuve que ir, soy de chile y a penas la conocí sentí una fuerte conexión al verla, quería hablarle, quería saber de ella, tenía esos ojos marrones casi podría decir que parecían como el color de la sangre, no rojo pero si un color parecido. Al decir eso la miré y si era los mismos ojos de María, baje la mirada continuando de contarte toda la historia.

– Es una triste historia Santiago, pero si tanto la amabas ¿porqué no te quedaste y la dejaste sola con tu hijo? Pregunto lo que yo también me preguntaba tantas veces.

– Lo intente, intente ayudarla, volver a enamorarla pero … supongo que no hice lo suficientemente, sino la historia sería diferente. 

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