Por culpa de mi memoria. Capitulo 16
Al abrir los ojos lentamente pude ver la mirada preocupada de Santiago, me miraba con tanta preocupación y ternura al mismo tiempo. Estábamos tan cerca, después de intentar hablar decidí abrazarlo, tenía que hacerlo y entonces cuando hice contacto con él era como si mi corazón y el de él fueran un rompecabezas, como si mi cuerpo y el de él también y encajarían también. Dios que bien se sentía estar así.
Lentamente me fui separando y quedamos mirando la tan cerca y de repente sentía un cosquilleo en todo mi cuerpo y mis labios los sentía tan resecos, decidí lamerlos sin ninguna intención y él eso le molestó, decidí bajar la mirada y entonces volvió a tocarme está vez la cara para hacer levantar lentamente mi barbilla, haciendo así que mis ojos y mis labios quedarán cerca de los míos.
Cuando dijo que no le molestaba sino que le generaba deseo de besarme entonces no lo pensé más y decidí retarlo, volví a lamer los labios, volví a hacerlo con una única intención. Besarnos, él lo entendió tan bien porque sin previo aviso sus labios hicieron presión con los míos, sentir ese pequeña fricción estaba tan bien, se sentía tan bien pero entonces quería más, empezó a mover sus labios y al compás de el yo también empecé a moverlos haciendo así que el beso profundizará mas y de repente mi cuerpo pidiera más y más y haciendo consigo que empezará a sentir calor, haciendo así mismo que la ropa estorbara. Entonces cuando mis labios pronunciaron un gemido me generó timidez y pena pero a él no le importo y siguió besándome y deslizando mi ropa al igual que yo con torpeza intentaba hacerlo, se sentía tan extremadamente bien. Pero entonces la magia se acabó cuando sus labios pronunciaron el nombre de aquella mujer y no mi nombre.
– Lo siento, decía con total pena.
– No pasa nada.
– No en serio disculpa, por todo. Tú no estás bien y yo, yo me aproveche de este momento. Respondió cabizbajo.
– Si paso es porque yo lo permití, pero no soy María… soy caro, carolline, respondí con evidente molestia.
– ¿Qué pasó? Volvió a preguntar.
– Estaba, estaba internada en un hospital psiquiátrico… respondí con dificultad lo último.
– ¿Porqué? ¿Cómo así? No entiendo respondió poniéndose de pie, confundido.
– Es una larga historia, Santiago.
– ¿Quieres contarme la? Pregunto con interés pero precaución.
– Si. Respondí, quiero contarla, porque no entiendo bien que es lo que pasa…
Así empecé a narrar la historia que Dylan había contado. Cuando termine de contar todo, lo vi palidecer.
– ¿Estas bien? Me acerqué a él.
– ¿Dónde se generó el incendio? Pregunto de pronto.
– En Colombia, en Bucaramanga.
– ¿Co… colombia? Pregunto aún más confundido.
– ¿Eres de colombia? Pensé que eras de aquí…
– Soy de colombia o al menos eso dice Dylan.
– ¿Lo quieres? Pregunto.
– Me quedé pensando la respuesta, lo quería? …
– Lo siento, no debí preguntar eso.
– No.
– Si, no debí preguntar eso.
– No, no lo quiero. Respondí, no lo quiero al menos no lo puedo ver como mi esposo, no puedo ni darle un beso, no puedo ni int… me quedé callada al ver lo que había dicho.
No podía darle ni un beso y porqué, porqué a Santiago si, el comprendió al momento mi confusión.
– ¿Entonces con él no te has besado ni intimidado a eso te referías? Comento mientras daba un paso hacia mí, retrocedí por inercia y me estaba sintiendo acorralada, el seguía dando pasos hacia mí y yo retrocediendo, lo raro era que aunque me sentía intimidada con la situación, también me generaba éxtasis. Hasta que sentí que había chocado con algo y era el bendito sofá.
– ¿Porqué? ¿Porqué con él no y conmigo si te has besado? Pregunto con una sonrisa al final.
– Yo… yo… y mis palabras habían quedado atrancadas en mi garganta.
– Carolline, yo… te deseo, pronunció y sentí más calor y la sala de un momento a otro se hacía más pequeña.