Por culpa de mi memoria. Capitulo 15
*Narra María.
Abría los ojos lentamente pero al mismo tiempo se cerraban, volví a intentarlo cuando pude abrirlos completamente me cegó el fuerte blanco que había, mire el lugar confundida y entonces lo supe, supe que Dylan había cumplido su promesa.
Estaba en el hospital, el puto hospital otra vez, internada, otra vez! Empecé a forcejear para bajarme e irme del lugar pero estaba inmovilizada. Me habían amarrado como un animal salvaje o que se yo.
– ¡Dylan! Grité mientras forcejeaba.
– ¡Dylan! Sácame de aquí, Dylan gritaba.
– Hasta que por fin despiertas, respondió Dylan al llegar.
– ¡Sácame de aquí! Lo fulmine con la mirada.
– Sabes bien que te lo advertí, no me quisiste escuchar y aquí están las consecuencias respondió con indiferencia.
– Dylan, no, yo no quiero estar aquí, no otra vez no. Empezaba a tirar.
– Pues te quedarás y es lo último que diré. Y así sin más se fue.
– ¡DYLAN! Grité más fuerte y alterada, intentaba soltarme.
– Doctor, doctor la paciente tiene una crisis. Grito una enfermera.
– Yo no tengo nada, yo quiero irme de aquí, respondía mientras intentaba sacarme del agarre de la enfermera.
– Quieta, quédate quieta respondía ella y entonces lo vi, vi al doctor, al maldito loquero que me haría vivir otra vez un infierno. Traía consigo una inyección y ya sabía lo que vendría, luchaba con mis pocas fuerzas, luchaba para soltarme. Más fue en vano el pudo aplicar la inyección y en minutos mi cuerpo empezó a debilitarse y mis ojos cerrarse para todo volver a ponerse oscuro.
Volví a despertar no se después de cuántas horas.
– ¿Cómo estás? Preguntaba el dichoso doctor al verme.
– No respondía nada. E decidía ignorarlo igual mi cuerpo no podía ni moverse.
– Carolline si no respondes no podré ayudarte volvió a insistir él.
– Déjame ir y así podrás ayudarme.
– No puedo hacerlo, sabes que el accidente te dejo traumas y problemas mentales a demás de físicos, tu esposo está preocupado por tu comportamiento últimamente, tiene miedo que vuelvas a tener una crisis, la vez aquella la tuviste y por eso generaste tal incendio.
– No fui yo, no fui yo, repetía llorando, yo no fui. No pude hacerlo, no sabiendo que tenía un bebé, mi bebé en mi vientre.
– Fuiste tú carolline, por tal razón tus recuerdos no vuelven porque tú cerebro decidió bloquearlo ya que es demasiado traumático para ti y te sientes culpable.
– No recuerdo, no, pero se perfectamente que yo no genere aquel incendio. Ayúdame, si, ayúdame por favor. Suplicaba.
– Lo hago, por eso debes quedarte aquí en este hospital psiquiátrico dijo y ya no respondí más.
Era en vano seguir suplicando, yo, yo simplemente no pude haber generado ese incendio. No pude hacer lo, pero entonces porque los recuerdos no llegaban. Tal vez tenían razón, no luche más, no comía ningún alimento que me traían, no sé cuánto tiempo pasó pero supuse era bastante tiempo. Dylan venía a visitarme pero lo ignoraba, no quería ni verlo. En mi mente solo estaba escapar de este asqueroso lugar, donde solamente me tenían dopada con esas asquerosas pastillas e inyecciones, mis brazos dolían de estar tango tiempo así inmovilizados, amarrados. Dolía y lloraba, lloraba al verme y sentirme así. A demás también quería ver a Christian y a Santiago, si quería verlos, quería irme con ellos por alguna extraña razón.
Cuando creía que todo estaba perdido, entonces me soltaron los brazos y me quedé quieta haciéndome la dormida o sedada, aunque en realidad lo estaba y débil por no alimentarme bien, pero esta sería mi oportunidad perfecta para escapar.
Me iba a levantar cuando escuché pasos hacia la habitación.
– ¿Estás seguro que eso es lo que quieres Dylan? Preguntaba el doctor.
– Si.
– Pero…
– Pero nada, lo interrumpió Dylan, José ella no está bien, no pone de su parte, tenerla inmovilizada y así no sirve de nada, esos medicamentos la tienen sedada pero no ayuda a nada. Lo mejor será internarla definitivamente a un lugar de paso, un hospital psiquiátrico más avanzado, la llevaremos a estados unidos, allí la medicina es más avanzada y entonces podrán ayudarla, a demás me aseguraré que no vuelva a ver al dichoso Santiago ese. Respondió lo último con amargura.
Me iban a llevar, me iban a internar no, no era posible.
– Vamos respondió el doctor mientras se marchaban.
Espere unos segundos más hasta que escuche todo silencioso y supe que esta era mi oportunidad, me levanté y aunque me dio un fuerte mareo como pude me levantar. Despacio salí asegurándome que no había nadie y entonces corrí, corrí hasta la puerta, estaba cerrada, estaba cerrada. ¡Maldición! Me sentí frustrada. Me escondí al escuchar pasos.
-ay Dios ven amor, estamos solos no pasa nada, vayamos allí a nuestro lugar. Hablo una voz de mujer que reconocí como la enfermera que me atendía.
-margaret estamos trabajando, esto no está bien, respondió aquel hombre. Escuché que abrieron la puerta y hice un pequeño ruido, que los puso en alerta y entonces bajaron.
-¡bingo! La puerta estaba abierta, era mi oportunidad y así mismo lo hice, salí corriendo y por fin era libre, lo primero que hice fue correr a la playa, no se porqué pero algo me decía que era ahí donde debía ir, al llegar a la playa me encontré con esos dos ojos oscuros que tanto quería ver, pero ya mi cuerpo no daba más y antes de desmayarme el pudo sostenerme en los brazos, después de eso todo quedó negro y en silencio.