¿Pensabas que en la espiritualidad japonesa todo era Zen? Las chamanas japonesas


En el norte de Japón, en Aomori, cerca de Hokkaido, se encuentran las “Itako”, chamanas que actúan como intermediarias entre el mundo de los muertos y el mundano.
En el sur, en Okinawa, están las “Noro” que realizan prácticas similares.
Estas protagonistas de la vida espiritual de los japoneses, se comunican con los espíritus de los muertos durante las festividades O Bón, entre ambas, hay alguna diferencia que iremos develando.
Este dato puede parecer extraño o inusual para algunos, pero son normales en la vida japonesa y forman una parte importante de su espiritualidad.
Las Itako y las Noro son consideradas figuras relevantes, capaces de establecer contacto con el mundo de los espíritus y ofrecer mensajes a sus seres queridos.
El puente entre los dos mundos: el entrenamiento de las Itako y las Noro para aprender el arte de interpretar la comunicación con los espíritus
El entrenamiento de las Itako y las Noro es riguroso y comienza desde una edad temprana. Son guiadas por una maestra y se dedican a estudiar los “norito” que son oraciones, alocuciones y fórmulas sagradas del Sintoísmo, con el fin de aprender a interpretar los mensajes del más allá.
Tienen una particularidad, las niñas elegidas para seguir este entrenamiento, o son ciegas, o han tenido un hecho muy desafortunado en la vida que las marcó para siempre, un accidente o enfermedad grave. Aunque las Noro no necesariamente tienen esta condición, las Itako sí.
A medida que avanzan en su entrenamiento, y luego de años, deben demostrar que están preparadas para interpretar los mensajes del más allá, no todas pueden pasar la prueba y son rechazadas, o bien, deben continuar con su preparación.
A través del tiempo, estas niñas se preparan para ser un puente entre los dos mundos, capaces de comunicarse con los espíritus e interpretar sus mensajes para ayudar a las personas en su camino espiritual.
Las Itako y su rito de iniciación
Las aspirantes a Itako, después de 4 años de duro entrenamiento con su maestra, se preparan para su ritual iniciático.
Durante los cien días previos a la ceremonia de iniciación propiamente dicha, se muda a una choza al lado de la casa de la maestra.
La iniciación formal comienza en noviembre y dura todo el invierno, lo que puede ser extremadamente difícil debido al clima severo del norte de Japón, en Tōhoku, cercano a Hokkaido.
La choza, donde las aprendices realizan su entrenamiento, no tiene calefacción y solo cuenta con una puerta de un metro. Además, la alimentación se limita cada día más hasta que se abstienen de todo tipo de carne (durante toda su vida), cereales y otros alimentos.
En la penúltima semana se deben privar de sal, y en la última semana solo pueden consumir productos crudos.
Una vez que pasan este período previo de 100 días, la discípula es admitida a pasar lo que se llama el “Kami Tsuke”, es decir, la ceremonia de prueba como tal.
La formalidad se lleva a cabo en un templo shinto, en el cual la discípula debe invitar a otras itako, ofrece un banquete con regalos, y todo corre a su cargo. Es un ceremonia bastante onerosa.
Todo la liturgia es según el ritual shinto, una vez todo dispuesto, las Itako invitadas cantan y rezan alrededor de la aspirante para ayudarla en este proceso.
La alumna debe caer en trance, y en un momento dado, tendrá la visión de su kami, su dios protector quien le dirá su nombre.
La maestra le pregunta a su discípula, enajenada, si se encontró con su kami y si sabe su nombre, y la alumna se lo revela.
Una vez que ha obtenido el nombre de su dios tutelar, la maestra salpica a la aprendiz con agua fría para que recupere la conciencia, y le dice cual es su divinidad protectora, ya que esta no lo sabe en estado consciente.
De esta forma pasa la prueba, y va en camino a convertirse en una Itako. La maestra le regala un rosario, un arco y un kessa -una especie de escapulario-, pero aún falta una evidencia más.
Debe invocar a un muerto, miembro de su familia, y conectarse con él. Su educadora no le enseña la manera de actuar, sino que la alumna debe lograrlo por sí misma.
Una vez que la aprendiz consiguió ser médium entre su familiar fallecido y el mundo real, se viste con el traje de bodas tradicional japonés y se casa con su kami, y esta unión religiosa durará toda la vida.
En la actualidad, muchas mujeres itako están casadas civilmente, pero no religiosamente.
¿Cuál es la diferencia entre las Itako y las Noro en su capacidad de comunicarse con el más allá?
La principal diferencia entre ellas es que las Itako pueden hacerlo en cualquier momento del estadio de un espíritu, incluso muchos años después de su muerte o cuando ya ha alcanzado la divinidad.
Por otro lado, las Noro solo se comunican durante los primeros 49 días después del fallecimiento.
En la antigüedad, las Itako no invocaban a los espíritus durante los primeros 49 días después del fallecimiento.
La Transición del alma: ¿Por qué los 49 días son cruciales para el espíritu del difunto?
En la espiritualidad japonesa, se cree que después de la muerte de una persona, su alma permanece en el mundo terrenal durante un período de 49 días, conocido como “Shijuukunichi”.
Durante estos días, el alma está despegándose de su vida en la Tierra y se prepara para el viaje hacia el más allá. Por lo tanto, el “Shijuukunichi” es un período trascendental para el espíritu de un fallecido.
Además del significado espiritual de este tiempo, se cree que, en estos 49 días, el cuerpo se descompone.
En el día 49, según la religión Ryukyuan -el nombre “ryukyuan” proviene de las islas Ryukyu, a las cuales pertenece Okinawa-, se realiza la ceremonia “Mabui Wakashi”. Es a partir de ese momento, que la familia deja oficialmente el luto y el espíritu abandona definitivamente la vida en la Tierra.
Se considera que, si el alma del fallecido no es guiada adecuadamente hacia el más allá, puede quedarse en el mundo terrenal y convertirse en un espíritu vagabundo.
Por esta razón, se realizan rituales para garantizar que el alma del fallecido alcance el descanso eterno.