Nombre de historia: Las Caras del Destino.


Prólogo: Desorden de nuestra línea temporal
Como todos saben, nuestro mundo e historia es lineal… Se basa en fases, o en segmentos… los cuales por nombre tienen: Presente, pasado y futuro. Ya que más de una vez nos hemos preguntado, como alterar el flujo del mismo tiempo, en otras teorías, capaz al hacerlo, creas una especie de paradoja, la cual puede significar el apocalipsis. O tal vez, te enviarás como a una especie de dimensión, en la cual, todo sucede sin la necesidad de aquel suceso que fue cambiado.
Lamentablemente, nosotros somos capaces de vivir e imaginar aquellas cosas que a cada quien le ocurren de manera indescriptible. Y es así, como se forma un segmento, o un capítulo en cada una de nuestras vidas.
Mi nombre es: Toriyama Kyouto… Tengo 19 años, mido 1,83m, vivo en Tokyo, estoy en la universidad ya… Y esta es mi historia.
Toda esta parte la desarrollaré de la siguiente manera.
Como cualquier otra historia, pues se empieza con un “había una vez” ¿no?, para que no suene tan cliché, prefiero decir:
Me despierto, el día 12, de marzo, del año 2009, a las 7:00am. Hace diez años, y algunos meses. Sacando la cuenta bien, tengo entre nueve y diez años. Bueno, me levanto de mi cama, a prepararme para la escuela, como de costumbre. Bajo a desayunar, veo a mis padres… los saludo con un “buenos días”.
Como y luego me voy a la escuela. En el autobús, me encuentro con mi gran amiga Midori, y empezamos a charlar… Le digo de manera muy contenta, mientras me siento a su lado: ¡Hola! ¿Cómo amaneces? ¿Lista para el examen de hoy?
Ella me responde: Si, ¿y tú? ¿Hiciste tu tarea?
Como un niño presumido, e inocente que era, le respondo: Si, completa. Y para el examen, estoy más que listo.
Recortando el recuerdo para no alargar tanto, resulta que nos encontramos más tarde, en la hora del examen.
Y estaba yo, resolviéndolo. Al final, de una vez, la profesora sacó las calificaciones, y de mala suerte, Midori había sacado la mejor nota, y yo un completo 0.
Enojado respondo: ¡¿Qué?! ¡No puede ser!
Midori pasando a mi lado, sonriente: Je, je, ¿no que estabas listo?
Mucho más tarde, al salir de clases, Midori, y yo nos fuimos juntos a nuestras casas… nos tocó cruzar la calle…
Ella no se fijó, y se puso a cruzar la calle corriendo, la luz del semáforo cambió a rojo, y un automóvil a toda velocidad, la atropelló. Justo frente a mis ojos, cubriéndome la cara, de la sangre que me salpicó, y manchó varias partes de mi uniforme, grito: “¡No!”- y al retirarme los brazos de mi cara, y mirar al cadáver de mi amiga- “¡Midori!”
Este ya es el final del recuerdo. ¿Cómo creamos el desorden tal cual como expliqué hace un rato?, pues muy simple.
Aquí hay varias posibles líneas temporales a seguir, poniéndolas en orden de lista.
Línea principal: (lo que acaba de pasar).
Línea Nro. 2: Que ambos nos quedemos quietos a esperar que la luz cambie, a verde otra vez, para que podamos cruzar.
Línea Nro. 3: El agarro de su brazo para evitar que ponga un pie sobre la calle, y así salvarla de la muerte.
Línea Nro. 4: Sucede lo mismo que en la línea 2, pero al automóvil se le van los frenos, y Midori y yo nos morimos.
Línea Nro. 5: Sucede lo mismo que en la línea 3, pero esta vez, en el intento de rescate, ambos somos atropellados.
Y finalmente línea Nro. 6: Me coloco en el lugar de Midori, ¿Qué quiero decir con eso?, que yo sea quien sale corriendo, y muere atropellado.
El final a este recuerdo, lo verán más tarde. Primero tengo que explicar cómo sucederían los cambios.
Para poder llegar a él, debo avanzar al futuro, en este caso al presente.
Avancemos, a la misma fecha pero diez años después… Obviamente asumiendo que Midori murió atropellada.
Yo iba caminando, por una calle, ya rumbo a la universidad, cuando de repente, una figura encapuchada, se me colocó justo por la espalda, como si me estuviera siguiendo… A lo lejos, escuché un: “Kyouto”, pero muy rápido, y susurrado. El cual, de un giro hacia atrás rápido, y la figura no estaba, y al quedarme viendo mi retaguardia, por un rato, asumí que eran cosas mías, y al ver hacia adelante, la figura se posó frente a mis ojos. Al verlo, se me escapó un grito, que fue interrumpido por su mano puesta en mi boca, tenía unos guantes negros, hechos de cuero, al igual que el resto de la túnica, de color negro que llevaba puesta. Su rostro, no se le veía en lo absoluto… Y aquella figura me habló, con una voz muy susurrada: Hola, no grites, Kyouto. Te tengo un regalo.
Yo siguiéndole la corriente, le contesté algo nervioso: Hola, no quiero ser maleducado, pero no me está dejando muchas opciones, ¿y qué regalo?
La extraña figura, sacó de su bolsillo derecho del pantalón una especie de diario, el cual era de color marrón, decorado con un sol y una luna en cuarto menguante entrelazados, en todo el centro, bien grande que cubría gran parte de la portada, y me dice: Pues, te regalo este cuadernito. No puedo hablar de sus instrucciones, por eso, te cito a venir esta noche a las siete en punto, a una reunión. No te diré donde, porque te aparecerás allí de forma inmediata, ni un minuto más ni un minuto menos, cuando se haga la hora.
Tomo el cuaderno, lo guardo en mi mochila con idea, y me voy a clases. Estoy en el segundo semestre de Diseño. Por si lo querían saber. Durante la clase estuve pensando mucho, en aquella extraña figura. Por lo tanto, creí que todo era una broma, así que, una vez terminadas las clases, me fui a casa. Ya llegando a ella, justo a un cuarto para la hora marcada… Subo a mi habitación, cierro la puerta, y coloco mi mochila en la silla de mi escritorio, junto a mi computadora, y empiezo a ponerme mi ropa de andar en casa. Ya hecha la hora, mi mochila empezó a emitir unas luces dobles… corro a revisarla, y al abrirla, saco el cuaderno que me regaló el señor. Y las luces venían, así: Dorado para el sol, y plateado para la luna, y era así tipo holográfico, (el reflejo se notaba clarito en el techo de mi habitación), y también emitía un sonido, como de viento. El cual susurraba: “¡Ábreme!”. Y al abrirlo, me quedé inconsciente.
Al abrir los ojos, termino de pie, descalzo, (obviamente con la misma ropa que traía puesta antes de quedar inconsciente), sobre un lugar extraño, como en medio del horizonte, podía ver el sol ya ocultándose, las nubes que lo cubrían, estaban alrededor de todo el escenario, y para el suelo, era como el mar, del mismo color oscuro que refleja del cielo, a esta hora del día. Pero por alguna razón, sentía como si no tuviera los pies sumergidos sobre aquella agua, es como si estuviera caminando sobre ella, aunque tampoco la sentía, era cómo estar parado, en algo invisible, que no tenga textura.
De repente, unas nubes hicieron aparecer a un extraño hombre, de piel blanca, vestido con un traje elegante, el cual empieza una charla conmigo, de una manera muy amable me dijo: Hola Kyouto, ¿cómo estás?
Yo, algo nervioso, le digo: Bien, ¿y usted?
Hombre: Bien, bueno, me alegro de verte. Ven siéntate y tomemos un té. – Al terminar la frase. Movió su mano hacia arriba, con los dedos apuntando al cielo, y del suelo, como si estuviera hundida, salieron dos sillas, con aspecto medieval, como de salón de fiestas de aquella época. Y de la misma manera, una mesa de centro, justo en medio de nosotros, con las tazas ya preparadas, y una tetera redonda plateada, adornada con joyas, como rubíes, diamantes y esmeraldas. Mientras me servía mi té, me pregunta. – ¿Cuántas de azúcar?
Le respondo mientras tomaba asiento, el cual esa silla a pesar de haber salido del extraño suelo, no parecía estar mojada, y así lo era, ni una gota: Una, por favor.
Luego de darle un sorbo al té de limón, empieza a decir, mientras cruza la pierna: Bueno, Kyouto, primero que nada, esto para ti lo consideres como una pesadilla, pero es real. Esta es la reunión a la que te mencionó el hombre que te dio el cuaderno que traes en tu mano.
Le respondo: ¿Cuaderno? Yo no tengo ningún… – Miro mi mano derecha, y tenía el cuaderno ya en mi mano, así de la nada. – cuaderno.
Hombre: Verás, supongo que tú crees en Dios, ¿verdad? – Le respondo, que sí, y que soy católico. – Perfecto, ¿nunca habías oído hablar sobre los dioses del espacio y tiempo? Pues, si no es así, te lo diré: Así como tu Dios, o para otros, Jehová, o Anubis, o Zeus, o en quien creas, estás obviamente sujeto a él, claro obstante si decides cambiarte de creencias. En este caso, tu Dios del espacio y tiempo, que se llama Brhat, está bastante sorprendido, de regalarte su propio cuaderno. Que es el que tienes en tu mano.
Algo perplejo le digo: ¿Sí?, pues, dígale al Dios Brhat, que gracias.
La figura me responde: Nah, háblame de tú si quieres, bueno, sigamos, recuerda que cómo toda divinidad, estamos sujetos a todo lo que ella nos coloca. En el caso de Brhat, una vez que te graduaste, ya listo para entrar a la universidad, te dio a escoger, la carrera que estás estudiando. La cual es diseño, en ese momento, que él te inclinó hacia lo que más quieras para tu mismo futuro, es así. Entonces, en este cuaderno- se pone de pie, y utilizando las nubes como actuando el hecho de contando la historia- anotó lo que estaba sucediendo, y finalmente, escribió el cambio que quería para ti, que es estudiar Diseño.
Le respondo: En realidad, elegí diseño no porque me guste, si no para quitarme a mis padres de encima, ya que ellos querían que estudiase ingeniería, medicina o leyes, que son carreras muy costosas, y a la vez muy buenas. Yo en realidad quiero estudiar letras, para ser un escritor. Y para no morirme de hambre, pues no me tocó de otra.
Hombre: Ah ya te entendí, pero el asunto es que, con este libro en tu poder, podrás reescribir tu propia historia, quiero decir, alterar el flujo del tiempo sin tener que viajar en él. – otra vez actuando- Bueno, supongamos que quieres alterar el momento en el que tu amiga Midori, no muera. – En ese momento me da un fuerte dolor de cabeza, y a la vez ganas de llorar. – siento por recordártelo, pero lo que tienes que hacer en este cuaderno, es escribir la fecha, la hora, y el recuerdo con el cambio que quieres ejecutar, y tu subconsciente hará el resto. Quiero decir, que despertarás en el cuerpo de tu yo más joven durante el recuerdo, y harás todo al pie de la letra. Cuando vuelvas a tu cuerpo, todo será asumido tal cual, como ocurrió allí.
Yo, sorprendido, le digo: Vaya, quiere decir, que, con esto, puedo dejar de tener una vida destinada al fracaso.
El hombre hace aparecer una bola de cristal, sobre mis piernas, mostrando en blanco y negro el recuerdo efectuado tal cual como pasó, y mostrando los seis posibles futuros que tiene, y que antes mencioné. Luego de haberlos visto durante un rato, y de haberme terminado de tomar el té, el hombre se coloca al frente mío, agachándose, me dice: En sí, aquel hombre que te dio el regalo, no era un simple mensajero, era yo mismo, y si quieres ver a Brhat, pues… lo estás haciendo ahora. Y será la última vez que me veas, porque yo te regalo el libro, para que tú mismo gobiernes tu historia, y me dejes vivir lo que me queda de tiempo divino… – Colocándome la mano en el hombro derecho, dice- Y que te quede claro amigo, el que escribas en tu cuaderno, lo que quieras de tu propia historia, sería algo muy egoísta, por lo tanto, tienes que hallar el equilibrio entre tu vida, y la de otras personas, recuerda que todas están entrelazadas, entre sí, y ahora… te regreso a tu cuerpo y también a tu mundo, fue un placer conocerte.
Y todo se empezó a poner de color blanco, hasta el punto que de repente, se puso de color negro, y termino despertando en mi cuerpo, me levanto con el corazón agitado, del susto. Y al que mi cerebro reaccionó bien, me pongo de pie, veo la hora sobre el reloj digital sobre mi mesita de noche, y seguían siendo las 7:00pm en punto, al girar mi cabeza, hacia el escritorio que tenía el cuaderno sobre él, ya abierto en la primera página, con todas sus líneas en blanco. Listo para ser usado por primera vez, y recuerdo lo que me dijo El Dios Brhat, que cambie el hecho de que Midori vuelva a la vida, me senté en la silla del escritorio, tomé mi lápiz, comencé a describir el suceso con su respectivo cambio, todos los recuerdos que vinieron desde aquel día me llegaron. Una vez hecho el cambio, que utilicé el final de la línea Nro. 3. Una vez todo, una llamada de ella me llega a mi teléfono celular, la llamada dice: Hola Kyouto, soy yo Midori.
Al escuchar eso, rompí a llorar en lágrimas de alegría, y le respondo: Hola, me alegra de escucharte.
Midori: Aw, gracias. Y estoy agotada, la universidad me tiene mal. ¿A ti como te va en diseño?
Le respondo, mientras me coloco de pie: Si, me va muy bien.
Midori: Ya tengo que irme, bueno, nos vemos mañana en la universidad. Adiós, te quiero Kyouto. – Cuelga.
Feliz, ya sin el arrepentimiento, y ya libre del sentirme culpable por aquel incidente que pude evitar, me fui a dormir.
¿Cómo ustedes relacionan todos estos asuntos en uno sólo? Pues, la verdad, es algo que me ha sucedido muy seguido. En cambio, así como Brhat me dijo, que ahora con este cuaderno era dueño de mi propio destino, el cual tiene muchas caras… Todas con sus respectivas consecuencias, y también con sus propias buenas cosas. La mayoría de las veces, si nos obligan a crear una especie de tangente, o alterno, es tal cual que pronto nuestras propias maneras de mantenernos a flote, nos damos cuenta, que así es como nace una historia, que fue cambiada, y otra vez… Hasta el punto que nos hace dudar, si es algo bueno ser un ser completamente descomunal, o tal vez convertirte en una especie de héroe, lo que puede dejarte muchas preguntas sin resolver, y al mismo tiempo, nos tratamos de algo a ciertamente distinto, por supuesto, con un cuaderno tan magnífico como este, pues nos hace una agradable manera de hacernos una gran vida, pero lamentándolo mucho, debes equilibrar la balanza, en la que estás sujeto, todos los días.
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Interesante historia…..