MEMORIAS DE UN PERRO


Ese día amaneció soleado y seco, una polvareda me envolvió, haciéndome estornudar, mi hocico se hirió con un vidrio mientras rompía y revolvía las bolsas con basura que los vecinos tiran en la esquina, la piel pelada por la sarna ocasionaba una comezón espantosa, otros tres o cuatro camaradas en mi misma situación me acompañaban.
Solíamos andar juntos y entonces yo les platicaba de mis tiempos gloriosos, cuando fui la mascota de niños alegres, tenía una cama acolchonada junto a la puerta, cada semana los amos me bañaban y todos juntos salíamos a pasear en el carro, disfrutaba echarme a sus pies y diligente cuidaba sus bienes.
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IrPero algo pasó, lo recuerdo muy bien: amo y ama discutieron a gritos, los niños en un rincón lloraban abrazándose a mi los pobrecitos, ella furiosa recogió algunas cosas y los obligó a soltarme para llevárselos no sé a dónde; desconcertado por la escena me acerqué para consolar a mi amo, sus ojos chispeaban, sus manos sudababan y al verme, sin más fui apaleado y la reja cerró tras de si, inútiles fueron mis vueltas, mis ladridos, ésta nunca más se abrió para mi.
Desde entonces me llamaron “plaga”, desde entonces engrosé la legión callejera, mi lengua ya no lamió ninguna mejilla, ninguna mano, ningunos pies, tan solo sus llagas abiertas.
El sonido de una camioneta nos alertó, venían por nosotros, como siempre, ese día otros camaradas tuvieron suerte, yo no. Estoy en una prisión estrecha, oyendo los ladridos esperanzados de otros reos. Yo no ladro ¿para qué? Nadie quiere un perro sarnoso y llagando, desterrado por un amo que se volvió malo de repente; estoy condenado a muerte, así que aúllo, recitando la oración que mi madre me enseñó cuando cachorro y que dejé de repetir cuando en compañía de los humanos les creí ciegamente seres maravillosos e incorruptibles:
Concédeme, Señor, un amo
Que me pueda dar hogar
Que me vea como a hermano
Con quién comparte la creación.
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IrConcédele, Señor,va ese amo
dicha y prosperidad
Para que aún con poco
Pueda conmigo compartir
Porque humanos generosos
Difíciles son de hallar
Concédeme, Señor, un amo
Humilde, y si cabe, también conciente
Que se preocupe en mi enfermedad
Y no me haga a un lado cual juguete
mientras sufro en soledad
Y si acaso tuviera hijos les enseñe también
a respetar cada criatura
Existente tanto en tierra como en mar
Concédeme, Señor, un amo
Dispuesto a conservarme en la vejez
Concédele, Señor, a ese amo
En su vida fortaleza y lucidez
Porque humanos tan valiosos
Son muy escasos de encontrar
Concédeme, Señor, un amo
A quien pueda por siempre serle fiel
Bravo por tus hermosas letras dedicadas al mejor amigo del hombre, solo nos queda reflexionar, ¿existe el mejor amigo del perro?
Enhorabuena amiga y poetisa Lourdes. Estamos en las mismas, yo sí te sigo, y de manera recíproca, no te interesa…
No importa, solo hago la observación. Si acaso pudieran hacer lo propio los fieles canes.
Un obsequio, a propósito de tu artículo:
El Perro Es El Mejor Amigo Del Hombre.wmv
disponible en https://www.youtube.com/watch?v=LwrM8K4PQxA
Saludos cordiales.
Hola Hermes, gracias por tus comentarios, he leído el artículo que enviaste, muy elocuente y cierto el discurso, disculpa si no respondo seguido, el orden no se me da y por lo general el tiempo me gana, por supuesto que te sigo como buen colega y noble caballero que me demuestras ser, compartamos así lo que nuestras almas sienten ante un mundo que no pareciera sentir
Gracias Lourdes, muy amable por tu respuesta, pocos poseen ese don de gente, al menos es lo que noto en este frío portal .