Más allá de las diferencias, está el amor

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Lorena siempre ha sido una persona tímida. Desde pequeña, le costaba relacionarse con los demás y expresar sus sentimientos. Prefería pasar desapercibida y refugiarse en sus libros y en su música. Su familia y sus pocos amigos la querían y la aceptaban como era, pero ella sentía que le faltaba algo en su vida.

Un día, mientras caminaba por el parque, se encontró con un cartel que anunciaba un taller de teatro. Algo dentro de ella se iluminó. Siempre le había gustado el arte dramático, pero nunca se había atrevido a participar en ninguna obra. Pensó que quizás esa era la oportunidad que estaba esperando para salir de su caparazón y conocer gente nueva.

Se llenó de valor y se inscribió al taller. El primer día estaba muy nerviosa. Se presentó ante un grupo con voz temblorosa y se sentó en una esquina para tratar de pasar desapercibida. El profesor era un hombre joven y simpático, que se llamaba Carlos, él se acercó a ella y le sonrió.

— Hola, Lorena , bienvenida al taller. Me alegra que hayas decidido unirte a nosotros, cuéntanos ¿Qué te gusta del teatro?

— Bueno… me gusta verlo, leerlo… imaginarlo… — dijo en voz baja Lorena .

— ¿Y actuarlo? — preguntó Carlos.

— No… nunca lo he hecho… me da mucha vergüenza… — confesó Lorena .

— No te preocupes, aquí estamos para aprender y divertirnos, nadie te va a juzgar ni a criticar. El teatro es una forma de expresión, de liberación, de transformación, te invito a que lo pruebes y a que te sorprendas de lo que eres capaz de hacer.

Carlos le tendió la mano y la invitó a unirse al resto del grupo, Lorena sintió un cosquilleo en el estómago y una mezcla de miedo y curiosidad, tomó la mano de Carlos y se levantó para sentarse cerca de los demás. 

Así comenzó su aventura teatral. Al principio, le costó mucho soltarse y participar en los ejercicios y las improvisaciones. Se sentía cohibida e insegura, pero poco a poco, fue ganando confianza y disfrutando del juego escénico, Carlos la apoyaba y la animaba constantemente, y los demás compañeros también la trataban con cariño y respeto, totalmente distinto a como imaginaba.

Lorena descubrió un mundo nuevo, lleno de posibilidades y emociones, se dio de cuenta de que podía ser otra persona en el escenario, pero también de que podía ser ella misma, sin miedo ni vergüenza. Se sintió más libre y más feliz que nunca.

También descubrió algo más, dentro de ella sentimientos iban creciendo como una planta bien cuidada. Carlos la llenaba de atenciones, pero era todo lo que ella no era, extrovertido, sociable, divertido, seguro de sí mismo. Aunque Lorena había descubierto que también era sensible, atento, generoso y cariñoso, así que sentía que aquellas diferencias no eran nada. 

Carlos por su lado también se sintia atraído por Lorena , le gustaba su dulzura, su inteligencia, su sensibilidad y su creatividad. Pero sobre todo la admiraba mucho, al ver cómo iba superando sus miedos y cómo se iba abriendo al mundo. Un día, después del taller, Carlos le propuso a Lorena ir a tomar algo juntos, ella aceptó nerviosa y fueron a una cafetería en la que hablaron durante horas. Se contaron sus vidas, sus sueños, sus gustos, sus anécdotas. Se rieron mucho y se miraron mucho.

Cuando salieron de la cafetería, ya era de noche y de manera casi natural Carlos la tomó de la mano. Fue en ese momento que Lorena sintió en el estómago qué aquello que sentía era profundo y que no estaba sola en eso. Caminaron hasta el salón en el que se conocieron varios meses atrás, como estaba cerrado se sentaron en un banco afuera, y se quedaron en silencio, mirando las estrellas.

— Lorena … — dijo Carlos.

— Sí… — respondió Lorena .

— Quiero decirte algo… — continuó Carlos.

— Yo también… — dijo Lorena .

— ¿Sí? ¿Qué quieres decirme? — preguntó Carlos.

— Bueno… es que… yo… — tartamudeó Lorena .

— ¿Qué pasa? ¿Te pasa algo malo? — se preocupó Carlos.

— No, no, al contrario… es que… me gustas… mucho… — confesó Lorena , sonrojándose.

Carlos sonrió y la abrazó.

— Lorena , tú también me gustas mucho. Desde el primer día que te vi, eres una persona maravillosa y conocerte me ha hecho sentir afortunado.

Lorena se sintió aliviada y emocionada,bse acurrucó en el pecho de Carlos y le dio un beso.

— ¿De verdad? — preguntó.

— Sí, de verdad.

Se besaron de nuevo, con ternura. Se miraron a los ojos y se dijeron, dejando bajo la luz de la luna, una hermosa historia de amor que contar, sobre dos seres opuemasstos que se amaron por sobre sus diferencias. 

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