María Antonieta 

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Introducción 

LA LOCURA DESATADA

Maquiavelo, uno de los defensores del absolutismo, afirmaba que la raíz del ser humano se centraba en el mal. También indicaba que “Pueblo era aquella parte del Estado que no sabe a dónde va”. Estas afirmaciones se muestran ciertas, y la historia lo confirma una y otra vez. Cuando cae el último Zar ruso, Nicolás II, el sadismo y el odio desatado por ese “supuesto pueblo”, lleva al horrible asesinato de toda la familia real. No les importa a los revolucionarios si en ese núcleo familiar hay niños, ancianos o enfermos, nada de eso importa. Volviendo a Maquiavelo, autor de El Príncipe (1513), “el fin justifica los medios y la esencia del ser humano es la maldad”.

Igual terror vivimos los venezolanos en esa guerra que llevó a la caída de la Segunda República. La piedad, la compasión, el amor por el semejante, todo eso se volvió polvo, cuando se le dio la oportunidad a un sector social de hacer todo lo que se antojara, sin castigo alguno. Boves era considerado el mismo Diablo, tanto así que cuando Bolívar salía de Cumaná, le mandó a decir a José Félix Ribas: “Dile a José Félix que huya con nosotros: él no conoce a Boves, yo sí”. Sus desmanes, sus bailes macabros, su deseo de acabar con la raza india permitió todo lo que el terror abarca: se cortaban testículos, senos, se violaba, y más. Todo bajo la mirada complaciente de Boves.

Un odio similar vimos en el autor de “Mi Lucha”, el cual solo quería ser dibujante, pero se lo negaron y lo llevaron a convertirse en lo que todos sabemos, padre del “nazismo”. Con Franco en España se repitió el esquema, y así, en esa misma línea, la historia nos muestra innumerables ejemplos.

Si usted da rienda suelta al humano, sin freno alguno, verá su verdadera cara.

Aquella revolución francesa que defendió y promulgó los derechos del hombre, llenó de sangre y terror a Francia. Una de sus víctimas fue María Antonieta, y no se trata aquí de justificar las acciones de la realeza; más bien, lo que se quiere es mostrar que siempre el remedio termina siendo peor que la enfermedad. No perdonaron que fuera una dama, que era una madre. Maltrataron a sus hijos; la vejaron, la humillaron, la llevaron arrastrando hacia la muerte e hicieron de tal acto todo un circo, donde el pueblo disfrutaba y esperaba con ansias ver rodar la cabeza de la Reina caída.

Por ello, aquella loca revolución llegó a una resolución y por decreto, indican que: “Dios no existe”, y que el ser humano es libre de hacer lo que desee; afirmando además que la religión solo fue creada para manipular al hombre. También Hitler quemó todas las biblias que encontró y si usted no tiene a Dios, ¿qué fin espera tener?.

Allí está la historia, vean cómo terminó la Revolución Francesa, cómo terminó Hitler, cómo fue el fin de Mussolini, que hasta lo orinaron. El pueblo solo ha sido la excusa para desatar la locura. Solo es cuestión de tiempo para que el mundo de nuevo convulsione: vienen cambios profundos, inesperados y violentos.

Giovanna Hernández.

ACTO 1 LA FURIA TOMÓ LA BASTILLA

Su lengua miente.

Su voz se arrastra como serpiente.

Afirma que Necker fue despedido,

para que los soldados entre el pueblo siembren la muerte.

Desmoulin, tu falsedad hizo que la gente se armara con todo.

La locura se volvió eco.

La histeria corría.

Truenos se desataban.

Era un 14 de julio y la furia

La Bastilla tomaba.

Cabezas rodaron sin piedad.

Jóvenes soldados que la historia olvida.

Oficiales que perdieron su arrogancia.

Trofeos son sus cabezas,

pasado son sus vidas.

ACTO 2 EL PALACIO Y LA REINA

En el palacio reina la muerte.

 El silencio todo lo arropa.

La madre abraza a sus hijos.

Los besa, con amor los toca, y en sus aposentos los guarda.

Versalles sufre, la furia la acosa.

-“Antes que reina, soy madre.

Antes que madre, mujer.

Estoy con ustedes, no se asusten,

 yo los voy a proteger.

Mi cuerpo, mi alma y mi vida,

hijos míos, les daré.

Y de toda esta locura

 ¡Juro! los defenderé!

ACTO 3 LOS DERECHOS DEL HOMBRE

Y llegó el 4 de agosto,

 con sus locas pretensiones.

La calle impone su ley,

mueren las instituciones,

 y el 27 de ese mes;

cuánto el terror se sembraba.

 Ríos de sangre corrían,

y la piedad se ocultaba.

Ese día, los derechos del hombre

se proclamaban, mientras,

muy cerca de allí,

se torturaba y mataba.

ACTO 4 AUSTRIA, QUÉDATE TRANQUILA

Y las injurias corrían,

 y crecían las disputas.

A la reina la llamaban;

perra, loca, sucia y puta.

Ella enseñaba a su hijo,

 buscando piedad así,

y la furia le gritaba:

“¡Ese hijo no es de Luis!”

En septiembre, el día 14,

 Luis jura la carta magna.

“Todo está perdido, familia. A Francia nadie la salva.”

-“Si yo hubiese querido sangre, mi hermano por mí pelearía. Más le dije: no, no luches, Austria, quédate tranquila.”

ACTO 5 UN MAL SUEÑO, HIJITO

La reina se sienta.

A su lado está su hijo,

y ante ellos desfila con odio,

ese pueblo que un día,

su llegada bendijo.

Le gritan, la ofenden, la humillan.

Ella mantiene su dignidad, guarda silencio.

Su pequeño tiene miedo, pero la imita y el tiempo parece decir “lo siento”.

Las burlas llegan al niño,

un gorro le es colocado.

Y, en los ojos de la madre,

 lágrimas han escapado.

Él tiene terror, miedo.

No respetan al pequeño,

 pero su madre le dice:

“No tiembles, hijo mío, esto es solo un mal sueño.”

ACTO 6 HORROR, ABRE TUS PUERTAS.

El rey muestra su temor.

Su cuerpo tiembla y se entrega.

La reina toma el valor,

 que en el camino se queda,

 y le quitan su reloj,

de su bolso es despojada.

Las Tullerías reciben,

a una reina humillada.

El horror abrió sus puertas.

Temple, la torre siniestra,

era ahora su palacio,

y del infierno, la muestra.

ACTO 7 SOLO LE QUEDA REZAR

Todo le es quitado.

Lápices, pluma, papel.

La despojan de su hijo:

 “De día lo podrás ver”.

En su testamento, Luis reflexiona.

Un anillo a la reina legará.

A todos el Rey perdona:

“Por mí, más sangre no correrá”.

Y un 21 de enero

en silencio, sin llorar,

su cabeza dejará su cuerpo, por el suelo ha de rodar.

¡Oh reina que estás de luto! Sólo te queda rezar.

ACTO 8

NADA PUEDE HACERME DAÑO

Al caminar su cabeza golpea, pero el dolor ya no es extraño, y expresa al que va con ella: “Nada ya me hace daño”.

El sadismo su camino seguía la locura y su razón,

 y por su hijo vendría

el malvado de Simón.

Un mechón de su cabello,

 con amor ella guardó.

Y en silencio, por su hijo,

 la reina sola lloró.

No lo pudo detener.

La fuerza venció al amor.

“Yo sigo siendo la reina.

La reina de mi dolor.”

ACTO 9 NO LE PEGUEN A MI HIJO

Lo torturan, y sus gritos,

en su celda ella escuchaba.

“¿Qué le hacen a mi hijo?

¡No le peguen!”, suplicaba.

 Pero de ella se burlaban.

Y con más fuerza al pequeño,

los malvados maltrataban.

Al día siguiente lo vió.

Sus ojos miedo mostraban.

Su cuerpecito temblaba.

Lleno de golpes estaba.

“Te quiero” dijo tan solo,

para perderse en la nada.

ACTO 10 NAUSEABUNDA CELDA MÍA

Un 2 de agosto es trasladada.

Sin cartera y mal vestida.

Delante de ellos, es obligada a cambiarse.

Ya su vida no era vida.

“Nauseabunda celda mía,

mira correr mi sangre,

 ve deslizar mi sudor,

siente vibrar mi dolor,

observa mi dignidad.

Mira a una madre sufrir,

al defender su verdad.

ACTO 11 EL AGUA SUCIA DEL SENA

Diez días espera. 

Un solo vestido la viste. 

Ya no ríe, ya no llora. 

Todo se ha vuelto tan triste. 

Las agujas de tejer,

con las que pasaba el tiempo, 

de ellas fue despojada;

para amargar sus momentos. 

Michones quiso ayudarla. 

Otros se unieron a él, 

pero a la cárcel los llevan. 

Fracasó lo del clavel y la reina lee a Cook, 

y crece en ella su pena. 

Hasta le dan de beber,

 el agua sucia del Sena. 

ACTO 12 UNA CELDA PEOR

Para una celda peor,

la llevan sus carceleros. 

Dos vestidos tiene ahora. 

Dos vestidos y un espejo. 

De noche, el frío la acosa, 

Bault una cobija le pide. 

Lo amenazan con matarlo, 

ahora sus pasos mide. 

Tres anillos que la reina tenía,

 le son quitados a la fuerza, 

pero no le pueden arrebatar 

su dignidad y entereza. 

ACTO 13 EN LAS TINIEBLAS, LA LUZ

Del 13 de agosto al 12 de octubre,

 sesenta días sepultada. 

Otra Antonieta nacía,

 que se formó de la nada.

 Una inmortal que crecía,

en las tinieblas, fue luz: 

“Dios mío, sé tú mi guía. 

Yo voy donde digas tú”. 

Y en ese otoño maldito,

 el cadalso se creció. 

Y la señora Staël su reflexión escribió: “Injusto es lo que hacen, y que los perdone Dios” 

ACTO 14 ASÍ LO DIGO, ASÍ LO SIENTO 

Y en aquellas audiencias,

nada pudieron probar, 

Pero hicieron que su hijo, 

que venían de golpea,

 dijese cosas de ella, 

buscando perjudicar,

a esa madre que, en silencio, 

se limitaba a escuchar. 

-“Nada dices, mujer, de esto. 

Culpable eres, eso se ve”. 

-“Pues se equivocan, señores, 

pero no responderé,

a un absurdo como ése,

 al que se refiere usted. 

Pues madre soy, como éstas,

que están oyendo esto. 

Un hijo es parte del alma,

 y así hoy lo manifiesto. 

Hacerle daño, ¡jamás!, 

sería dañar mi cuerpo. 

Solo sé brindarle amor. 

Lo que dices, es tu invento. 

Contra tu mentira, mi verdad. 

Así lo digo, así lo siento.” 

ACTO 15 PUEBLO ESCLARECIDO 

Yo no engañé al pueblo, lo digo. 

Ustedes sí que lo han hecho. 

No son pueblo esclarecido. 

Lo justo no tiene techo. 

Cuarenta testigos tienen, 

nada tienen que decir. 

Agotada me retiro y sin ganas de vivir. 

Busne me ofrece su brazo,

 quiso apoyarme en mi andar, 

y por eso su locura 

lo mandó a guillotinar. 

ACTO 16 LA ÚLTIMA CARTA 

“La fiesta de Santa Teresa, 

era el día de mi madre. 

Fue el día de mi sentencia, 

es mejor que ya ni hable. 

Miedo no tengo, lo afirmo. 

Una carta escribiré. 

Una carta a mi cuñada. Allí le confesaré.” 

“Que ya no puedo llorar. 

Mis lágrimas se han perdido. 

Soy inocente, lo sabes, ¡díselo a mis hijos!. 

Esta carta así lo prueba, 

que con mi alma te escribo.” 

ACTO 17 EL SER MÁS DESGRACIADO 

“Vestirme delante de ellos, 

ante su morbosidad. 

Voy a morir y no me dan,

 un poco de dignidad. 

De negro quiero partir.

 De luto está la verdad.” 

“Mis manos son maniatadas, 

Mi pelo me fue cortado, 

y en un rincón de esa celda,

 frente a esos depravados,

hice una necesidad,

como el ser más desgraciado.

Aguanta mujer, aguanta, 

que pronto, habrá todo terminado.” 

ACTO 18 LA REINA DE LA DESOLACIÓN 

“Como si fuese una perra,

me arrastran con una cuerda,

 y me exponen al escarnio, 

me ofenden y me golpean. 

Con otros reos me ponen, 

grande es mi humillación. 

Mi corazón late rápido. 

Incesante es mi sudor.” 

“Hasta que por fin llegas 

¡Oh noble resignación! 

Soy reina de la desdicha,

 y de la desolación.” 

ACTO 19 AUSTRIA, TE LLEVO CONMIGO 

“Ya en el cadalso dispuesta,

dije al cielo una oración. 

Me despedí de mis hijos,

 los llevo en el corazón.” 

“Me despedí de la vida. 

No hay justificación. 

Al odio nadie lo explica,

 la locura es su razón.” 

“Hijos, el amor que les tengo, 

va más allá de la vida, 

más allá del mismo tiempo,

y quien ama nunca olvida.” 

“Austria, te llevo conmigo, ¡Aquí! En mi alma plasmada. 

Cómo te quiero, cómo te amo, bendita Patria adorada. 

ACTO 20 PERDÓN 

“Tropecé con mi verdugo,

por ello pedí perdón. 

Perdónalos, dijo Cristo, 

que nos tuvo compasión. 

Vi los ojos de la gente,

que mi muerte celebraba. 

Allí estaba el mismo Diablo,

 que mi cabeza esperaba.” 

“Gente perversa, oigo tu voz. Tú te alimentas de sangre. 

Tú te alejaste de Dios,

 y de matar tienes hambre.” 

“Y mi cabeza cayó. 

Rodó por esos peldaños. 

Ya nada pueden hacerme. 

Nada puede hacerme daño.” 

FIN 

(Acotación: La mujer en la historia, es sinónimo de valor y entereza. Sea cuál sea su posición social.)

https://www.autoreseditores.com/libro/19621/giovanna-raquel-hernandez-medina/maria-antonieta.html

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Hermes
8 meses atrás

Amiga, poetisa y escritora Giovanna Hernández.
Muy interesantes los diez actos de la vejación que padeció María Antonieta de Austria.
Un poco no para referirme a tan bien planteados actos, sino a la apología que haces como introducción… el remedio termina siendo peor que la enfermedad, y eso fue lo que lograron, un lema que se convirtió en axioma:
La violencia genera violencia.
Sangrientos hechos de una revolución que se escudaba en la libertad que derivó en libertinaje, la igualdad con un rasero que pasó por muy abajo de las leyes y derechos y la fraternidad donde poco importó la destrucción de la familia como célula fundamental de la sociedad.
Ya se ha hecho casi costumbre escudarse en el maquiavélico principio
“El fin justifica los medios”.
No importa vandalizar y destruir, no importa que los acólitos anden desnudos y muriendo de hambre, lo que importa es la fraudulenta revolución.
Cualquier parecido de mi comentario con cierto personaje en Venezuela, solo es mera coincidencia.
*
Saludos cordiales.
Atte.
Hermes Varillas Labrador
#FormandoCiudadanía” & “#ElArcoIrisDeLosNiños (Ven)

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