MAMÁ POR PRIMERA VEZ

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Soy mamá primeriza y fiel creyente de que la maternidad no es complicada; lo verdaderamente difícil en el proceso son las exigencias que como madres nos imponemos a nosotras mismas, o nos atribuye la sociedad poco empática y poco igualitaria en la que hemos crecido.

Cuando tenemos nuestro primer embarazo, todo el mundo sabe más que nosotras cómo cuidar a un bebé; los consejos solicitados o no de familiares, amistades, amigos y conocidos no se hacen esperar y llegan uno tras otro creando un bombardeo de información que nos abruma y que en ocasiones no podemos comprender del todo, por lo que empezamos la búsqueda en Internet y nuestra confusión empeora porque no hay un instructivo único o un protocolo de actuación institucionalizado. La realidad es que no existe una guía que nos enseñe a ser mamás porque eso sólo lo aprendemos cada una con nuestro propio bebé.

En este artículo les comparto mi experiencia con ejemplos vívidos de una realidad que no es siempre color rosa, pero tampoco gris. Esta es mi realidad, es como yo afronté diversas situaciones, pero no significa que su realidad sea igual, aunque quizás les sirva leer algunas de mis palabras:

Mi primer ejemplo es algo que vivimos todas las mamiitas de hoy en día: la lactancia materna. Cuando nació mi pequeña bebé no tardaron en llegar comentarios como “tienes que darle de beber agua, la leche materna no la saciará, eso no es leche completa de verdad, deberías darle de comer un poco de agua de arroz con leche de fórmula y unas gotitas de anís para el estómago si no ensucia mucho los pañales,….”. Aunque la lista continúa infinitamente, creo que solo las mamás primerizas podemos comprender cuánto nos agobia y nos angustia esta situación, el no saber si estamos alimentando bien o no a nuestro bebé, si come suficiente, si se siente saciado, si deberíamos seguir alguno de los tantos consejos que llegan a nosotras. En mi caso particular, decidí tratar mis dudas con el pediatra y seguir únicamente sus consejos cuando además mi instinto de mamá confiara en ellos. Mi bebé fue alimentada únicamente con leche materna durante los primeros seis meses de vida, y es una niña muy sana, con excelente peso, sin padecimientos gastrointestinales o problemas de nutrición. El instinto materno no se equivoca, y nuestros bebés tampoco, ellos nos mostrarán cuando tengan apetito y nos ayudarán a comprender sus necesidades, y en la medida en que nuestros vínculos crecen, es más fácil identificarlas y abordarlas. Escuchen a sus bebés, confíen en ustedes, hablen con sus pediatras, no dejen la alimentación de sus hijos en manos de personas que no son profesionales en nutrición infantil y que se niegan a actualizar su información sobre la evidencia científica disponible en la actualidad que sostiene que la mejor manera de alimentar a un bebé durante los primeros meses de vida es con lactancia materna.

Otro ejemplo de situaciones difíciles para las mamás primerizas es la recuperación después de tener a nuestros bebés. La sociedad espera que salgamos de una cesárea caminando, cargando a nuestros bebés, que los bañemos, les demos de comer, los cambiemos cada vez que sea necesario, cocineros, comamos, nos bañemos, nos visitamos, nos arreglemos, hagamos ejercicio, y muchas actividades más, sin parecer cansadas o descuidadas. Esto es imposible, somos madres y somos muy fuertes, pero no somos máquinas. Somos personas y bien sea que tengamos un parto o una cesárea, necesitamos días y hasta meses para recuperar completamente nuestra movilidad y funcionalidad. Cuando tenía 5 días de nacida mi hija, me quedé sin apoyo y tuve que ocuparme yo sola de la casa, la bebé y de mi misma; esto no fue fácil, hubieron muchos días en los que me derrumbé porque no lograba organizarme lo suficientemente bien para hacer todo lo que debía hacer durante el día, me sentía constantemente cansada, quería dormir con mi bebé pero tenía que preparar la comida, limpiar, cargar agua, entre otras tareas del hogar. Sé que todas tenemos una realidad distinta y que cada una de ustedes debe estar recordando su propia historia ahora, pero en cada una de esas historias hubo una red de apoyo pequeña o grande, y la verdad es que yo nunca aproveché al máximo la mía. A veces somos muy orgullosas y nos cuesta pedir ayuda para todo, o nos avergüenza sentirnos incapaces o insuficientes, o no queremos molestar a los demás con labores y responsabilidades que no les corresponden, pero créanme, hay personas que estarán allí aunque no las vean y que las ayudarán cuando decidan pedir un poco de apoyo. No somos malas madres o madres poco capaces por apoyarnos en aquellos que nos rodean, especialmente en nuestra familia, al contrario, saber reconocer que necesitamos ayuda es muestra de nuestro valor y compromiso con el bienestar de nuestros bebés.

Un ejemplo más que seguramente les puede recordar a su propia historia: la alimentación complementaria. La leche materna seguirá siendo el principal alimento del bebé hasta que cumpla el primer año de vida; el bebé no necesita alimentos procesados, ni azúcar ni sal en sus comidas; el bebé no se saciará más o mejor con una compota que venden en el supermercado que con una crema de verduras preparada en casa sin aditivos, colorantes y otras especias artificiales. Estos son hechos confirmados por la literatura científica actual, y debemos tenerlos en cuenta para afrontar la inmensa cantidad de consejos tampoco solicitados que nos abruman durante esta etapa. Algunos días nuestros bebés comerán más que otros, algunos días no cambiarán tanto el pañal, algunos sabores no le agradarán al principio; la paciencia y la información veraz serán esenciales en una buena alimentación complementaria para nuestros bebés, pero también que como les he recalcado en un inicio, los aprendamos a escuchar.

Validemos lo que sienten y piensan nuestros bebés, confiemos en nuestros procesos individuales y en información que provenga de los profesionales en el área y de la literatura científica actual comprobada, tengamos paciencia cuando nos equivoquemos y aprendamos a aprovechar cada error como un paso más a la sabiduría de mamá.

La primera maternidad es hermosa, no deberíamos permitir que esa belleza sea opacada por situaciones abrumadoras que nos deprimen y nos apartan de nuestros bebés. Vivamos a estos pequeñitos que son una bendición única e irrepetible. Aprovechemos cada segundo de sus risas, de sus balbuceos, de sus primeros pasos, de sus abrazos, de tenerlos cargados todo el día o de arrullarlos para dormir. Les prometo que las tristezas pasarán, el autoestima volverá, vendrán días mejores, pero mientras tanto, no dejemos de valorar lo que tenemos ahora, no perdamos de vista el hermoso tesoro que representa ser mamá.

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