Mal día. 

¿Cómo saber cuándo tendrás un mal día? Simplemente haz lo mismo que ayer, solo habrá pequeños detalles que te lo harán saber.

Dolores de cabeza. Sueño excesivo. Con un pequeño toque eres capaz de derribar un mueble entero, cuando caminas descalza lo menos extraño es golpearse el dedo pequeño del pie y así innumerables cosas sin sentido que provocan que nuestro día siga de mal en peor.

Las llamadas extrañas, problemas con tu familia y, ¿Por qué no? Discusiones con alguno de tus padres, sobre todo cuando eres adolescente, cuando se siente que todos están en nuestra contra y es que, a veces, de verdad es así.

Todos tenemos malos días, algunos peores con otros, pero es que nada puede salir bien. Un pequeño intento porque algo que queremos con ansias funcione no es suficiente, de hecho, mejor ni intentarlo porque fracasaremos. Solo queda pensar, esto también pasará… Así cómo la corriente del río arrastra las ramas, hojas y demás cosas sobre sus aguas el manto de la noche se lleva con ella todo ese estrés y te arropa con aquella oscuridad que a muchos aterra, pero a otros tranquiliza.

Y está bien. Está bien tener miedo, enojarse, reír, llorar, gritar… todas son emociones totalmente validas y reales.

¿Se sienten así? ¿Con ganas de hacer todo y nada a la vez?

Solo sonrían, todo terminará pasando. Un mal día no nos hace malas personas ni siquiera débiles.

No podemos con todo y está bien.

Necesitamos ayuda y está bien.

Se nos ha hecho creer que podemos ser autosuficientes siempre, pero lamentablemente nadie es tan perfecto para lograrlo.

La soledad llega.

El miedo llega.

La tristeza llega.

La alegría llega.

No nos olvidemos de llorar, pero tampoco nos olvidemos de reír. 

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