Los pueblos extranjeros dentro de la cosmovisión nahua.


La obsesión por el orden entre los pueblos nahua hacía que vieran a su cultura como la única que garantizaba la comunión de la humanidad con el universo. Pero para ellos, las diferentes costumbres que tenían los pueblos extranjeros significaban una afrenta a ese orden, por lo que se asumían como los únicos poseedores de la “cultura tolteca” que implicaba el perfeccionamiento cultural a diferencia de los otros que la quebrantaban.
Es muy común apreciar en los testimonios recopilados por los cronistas españoles la serie de críticas que hacían los mexicas sobre las costumbres de los demás pueblos. Los excesos de adornos, los usos de maquillaje, tatuajes, cortes de cabello, modificaciones corporales y demás características culturales que diferenciaban a las demás etnias les parecían un exceso a diferencia de su forma de vida que asumían como la correcta. Ante su sistema de valores, el extranjero dentro de su comunidad era visto como inmoral, y por lo tanto como miembro indeseable sin educación que no sabía cómo comportarse correctamente.
Un ejemplo de esto lo tenemos en el mito de Tohuenyo, el huasteco que iba paseándose desnudo por el mercado de Tollan, donde al exhibir su miembro junto con los chiles que vendía hizo que la hija del rey Huemac se enamorara locamente de el al verlo y desencadenara una serie de hechos que terminaría en la caída de Tollan.
Los huastecos serian conocidos por su desnudez que consideraban inmoral, los hombres no usaban el maxtlatl o el taparrabos y las mujeres iban con el pecho descubierto sin el huipil o el quechquémitl. De los purépechas les desagradaban las perforaciones que hacían a sus labios, narices y orejas al considerarlos exagerados, también criticaban su vestimenta típica que consistía en grandes camisones que los cubría hasta las rodillas atribuido al robo que los mexicas les perpetraron en su viaje a la tierra prometida, donde los purépechas se detienen en el lago de Pátzcuaro a bañarse y los mexicas aprovechan para robarse sus ropas haciendo que se quedaran ahí, quedándose solo con los camisones pero sin nada que cubriera sus genitales.
Este prejuicio ante la desmedida sexualidad atribuida a los extranjeros tenía su origen en su sistema de creencias, ya que fueron estos excesos que provocaron que los dioses quebrantaran el orden que regía en Tamoanchan y al quebrarlos fueran expulsados de este para bajar al mundo terrenal para crear todo lo que hubiera en él, siguiendo la idea que la destrucción del orden trae la creación de uno nuevo, situación que no estaban dispuestos a que suceda. El hecho de que no compartiesen sus mismos valores hacía que se les cuestionara su humanidad, restándoles esa cualidad que provocaba que fuese justificada su captura para el sacrificio.
Al momento del nacimiento, los bebes recibían de parte de la deidad local, dándoles su respectiva identidad local que los diferenciaba de los demás. La presencia del dios patrono en el tonalli de las personas desembocaba a que siguieran sus respectivas pautas de comportamiento. Esta serie de prejuicios fue lo que respaldo al sistema bélico que tenía el territorio mesoamericano, que ayudo a fundamentar y justificar sus acciones con el otro que ayudaría a sostener el orden cósmico.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura
Federico Flores Pérez
Bibliografía: Jaime Echeverría García, La construcción del cuerpo del “otro”: el loco, el miedoso y el extranjero entre los antiguos nahuas, revista Cuicuilco no. 70.
Imagen: Huasteco, Códice Florentino, libro IX, f 50v, siglo XVI. Fuente:https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/de-otro-embuste-que-hizo-aquel-nigromantico-llamado-titlacahua


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