Los inicios de la presidencia interina de Adolfo de la Huerta.

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El plan de Agua Prieta tiene un éxito abrumador y Venustiano Carranza se vio obligado a abandonar la capital para intentar volver a aplicar la misma estrategia de 1914 de establecer el gobierno en Veracruz, pero sus planes fracasaron al darle alcance las fuerzas rebeldes en la Sierra de Puebla y muere acribillado el 21 de mayo de 1920 en Tlaxcalantongo, llevándose a cabo las exequias fúnebres en el Panteón Dolores mientras el congreso le daba inicio al proceso de selección del presidente interino, quien solo estaría en el gobierno del 1ro de junio hasta el 1ro de diciembre de ese mismo año. Como el centro de la rebelión estaba bajo el caudillaje de Álvaro Obregón, los legisladores se mueven con el fin de darle legalidad a su futura llegada y eligen al entonces gobernador de Sonora, Adolfo de la Huerta, para que ocupe el interinato y que tendría como misión alcanzar la reconciliación nacional entre los partidarios del ya consolidado “Grupo Sonora” con las facciones revolucionarias derrotadas y que no aceptaron la presidencia de Carranza, por lo que en su viaje de Hermosillo a la capital pasaría por las principales ciudades de Occidente a la manera de una campaña presidencial.

Las formas del protocolo de la toma de poder se cumplen sin ninguna complicación para el 1ro de junio, con ello inicia el proceso de selección del gabinete entre los principales generales que apoyaron la revuelta, quedando elegidos personajes como Gilberto Valenzuela como encargado del Despacho, Plutarco Elías Calles como secretario de Guerra y Marina, Salvador Alvarado en Hacienda, Jacinto B. Treviño en Industria, Comercio y Trabajo, Celestino Gasca queda a cargo del gobierno del Distrito Federal como pago por el apoyo brindado por la CROM, Antonio I. Villarreal se queda con Agricultura y Fomento, Pascual Ortiz Rubio lo mandan a Comunicaciones y Obras Públicas, Miguel Covarrubias y Cuberto Hidalgo dirigen la Secretaria de Relaciones Exteriores y José Vasconcelos inicia su vida en la administración con la Jefatura del Departamento Universitario y Bellas Artes correspondiéndole la rectoría de la Universidad Nacional, de donde adquiere al poco tiempo la dirección de la recién creada Secretaria de Educación Publica. De sus primeras bajas la tuvo con Salvador Alvarado, quien tuvo que dejar el cargo a los dos meses para atender una demanda del gobierno estadounidense por prácticas monopólicas por parte de las empresas yucatecas del henequén, por lo que De la Huerta administra la Hacienda con el apoyo del joven chihuahuense Manuel Gómez Morin.

En los seis meses que estuvo como presidente, la conciliación seria la base de su política para con ello consolidar al régimen revolucionario y también le valió el no tener muy a gusto a su sucesor Obregón, se sabe que no estuvo nada a gusto con los nombramientos de Alvarado y Calles, el primero por pleitos personales que mantenían y con el segundo porque lo consideraba un militar de poca monta, pero De la Huerta defiende sus designaciones y se queda con ellos. Otro de sus trabajos complicados estuvo la conciliación con los carrancistas derrotados y que habían participado en la fallida defensa durante la huida del Primer Jefe, poniéndolos en libertad, pero su política conciliatoria fue más allá al tratar de establecer las paces con el bando derrotado por la revolución, por lo que empieza a devolver propiedades a los porfiristas, huertistas y a la Iglesia, dejando muy enojados a sectores revolucionarios campesinos. Pero unas de las personas que era enemigo del régimen constitucionalista y acepto el ofrecimiento de amnistía fue Pancho Villa, sirviendo de intermediario el general Ignacio Enríquez quien al poco tiempo de haber tomado posesión De la Huerta se encuentra con el caudillo en Villa de Allende para darle el ofrecimiento de paz, se sabe que Villa le tenía plena confianza a De la Huerta e incluso cuando se da el pleito cuando era gobernador de Sonora con Carranza él se ofrece a acompañarlo en la rebelión, pero al final de desiste por razones desconocidas.

Para ese entonces, los villistas atravesaban por un periodo de decadencia desde 1915 y donde había perdido a sus principales generales con excepción de Villa, convirtiéndose esta facción en bandidos que atacaban los pueblos de Chihuahua, por lo que con la muerte de Carranza y antes de que Obregón entrase en el poder daban las condiciones para establecer la paz y dejar su vida de prófugo en la sierra. Si bien el primer contacto fracasa, el segundo intento se da por medio del ingeniero Elías I. Torres quien era amigo en común de Villa y De la Huerta, con él es que manda sus condiciones para aceptar la amnistía las cuales consistieron en que se le otorgara una propiedad para dedicarse a la siembra, el mando de una pequeña fuerza de 500 hombres para su protección, el retiro de las tropas de Joaquín Amaro de los pueblos de Saucillos y Estación Conchos, así como las firmas del convenio de rendición por parte de Obregón, Calles y Benjamín Hill, sus acérrimos enemigos. Para demostrar que hablaba en serio, Villa ataca Sabinas en Coahuila a los pocos días y con ello aumentaba la presión sobre De la Huerta, sobre todo porque Calles se niega a firmar la rendición y Obregón excusa que no podría garantizar su seguridad si el gobierno estadounidense pide su extradición por el ataque al pueblo de Columbus.

De la Huerta decide no hacer caso de las negativas de Obregón y Calles y procede a seguir las condiciones de Villa, mandando al general Eugenio Martínez encargado de la zona federal de Coahuila para presentarse con Villa en Sabinas y finalizar los arreglos, firmándose la rendición el 28 de junio. Sobre las disposiciones alcanzadas, el gobierno le cede la Hacienda de Canutillo en Durango, le da una guardia de 50 soldados pagados del erario, se licencian sus tropas dándoles la propiedad de las tierras que ellos elijan, así como los que elijan no aceptar el retiro se les daba la oportunidad de ingresar al ejército federal respetándoles sus posiciones y el reconocimiento de su posición como general de división. Tanto Calles como Hill y Obregón no les quedo de otra más que respetar las disposiciones presidenciales, por lo que los dos primeros emiten un comunicado donde externan su conformidad y respeto de los acuerdos alcanzados por Villa, con ello se da por finalizado de momento la rendición del último reducto convencionista.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Pedro Castro Martínez. Adolfo de la Huerta y la Revolución mexicana.

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Imagen: Hermanos Casasola. Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles, Benjamín G. Hill y otros militares en Palacio Nacional, retrato de grupo, 1-06-1920.

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