LOS HIJOS NO SON UNA CARGA

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Yubilitza era una mujer que nunca en su vida tuvo deseos de progresar. Llegó sólo a tercer año de secundaria porque había salido embarazada a los 15 años sin saber quién de tantos, con los que se había acostado, era el padre del niño y luego abortó a la criatura. Siempre fue problemática, promiscua y sin ganas de salir adelante por sí misma. Lo único que deseaba era conseguir un marido con mucho dinero para que la mantuviese.

Ya en la adultez, Yubilitza conoció a un comerciante con el que inició una relación pensando que este podía ser su fuente de dinero. Un día quedó embarazada, lo cual la alegró mucho, pero no porque quisiera ser madre sino porque con ese hijo podía amarrar a su pareja. Pero le salió el tiro por la culata porque el hombre se negó a casarse con ella alegando que el hijo no era de él. Aparte, el tipo era casado.

Yubilitza dió a luz a una niña a la que llamó Yanerys Enderly. La niña nació sana y su madre llenó sus redes sociales hipócritamente con fotos de la pequeña aparentando sentirse una madre afortunada. Cuando la niña cumplió cinco años su madre decidió que ya podía ayudar en las tareas de la casa. La sacó de la escuela alegando que los útiles escolares estaban muy caros y la niña no pudo aprender a leer y escribir. Yubilitza ni se preocupaba en buscar trabajo y solo vivía de una ayuda económica del Estado por su hija y del trabajo de su sobrina de 18 años Mileydi, quien además prácticamente había sido quien había criado a Yanerys Enderly porque su madre se la pasaba en las fiestas y encamándose con cuanto hombre conseguía. Mientras la niña tenía que hacer las tareas de la casa, las compras y su madre le contabilizaba todo; no podía tomar nada del refrigerador bajo pena de chancla. Solo se alimentaba de frijoles y pasta que era lo único que su madre sabía preparar. No conforme con eso, el dinero que Yubilitza percibía por su hija, esta solo lo invertía en arreglos en la peluquería, ropa y otras frivolidades, al igual que el dinero que las tías de la niña le enviaban por su cumpleaños. Para colmo, tocar ese dinero también tenía pena de chancla. La niña no tenía ropa ni juguetes si no era de donaciones. Según Yubilitza, su hija debía mantenerla por haberla parido y criado.

Y peor aún, dos años más tarde, Yubilitza pensó que ya necesitaba un hombre en la casa aparte de que sentía la presión de sus amigas por no tener un hombre al lado. Además necesitaba un proveedor de dinero más pues el que percibía ya no alcanzaba para nada debido a la inflación. Un día conoció a Ramón, otro comerciante; le gustó y enseguida lo llevó a vivir a su casa. Pasó todos esos meses muy contenta con su hombre. Él se lo hacía todas las noches y mejor que todos los hombres con los que se había acostado. Pero este hombre era borracho y le echaba miradas y gestos lascivos a Mileydi.

Unos meses después, Yubilitza volvió a quedar encinta y dió a luz a un niño. Para Yubilitza estuvo bien porque le darían otra ayuda económica. Pero dos años más tarde, Ramón encontró a otra mujer que lo llenaba más y dejó a Yubilitza. Al pequeño niño le tocó vivir lo mismo que su hermana, quien casi tuvo que criarlo ella sola con su prima. Aparte, Ramón golpeaba a los niños sin que su madre moviera un dedo.

Hasta que un día, Mileydi tomó una decisión drástica. Como su pareja le estaba proponiendo irse a vivir con él, se fue de la casa de su tía y se llevó a los niños. A esta no le importó, ya que los culpaba de que su pareja la hubiera dejado. Con un juez Mileidy logró tener la custodia. Yubilitza se quedó sola; sus amigas también la abandonaron por haberse acostado con sus parejas. Mileydi y su pareja criaron a los dos niños y decidieron no tener hijos propios. Así vivieron dos niños que nunca tuvieron amor ni nada de lo que un hijo necesita de su madre porque fueron traídos al mundo por una mujer que era más mujer que madre; que solo se dejó llevar por la presión de sus amigas por tener hijos para que la cuidaran y la mantuvieran en su vejez y por creer que los hijos amarran hombres con dinero.

Los hijos NO son una carga.

Los hijos NO son un banco.

Los hijos NO son un negocio.

Los hijos NO pidieron nacer.

Si tú como mujer no piensas en superarte, ¿Qué le darás a tus hijos? Si no piensas en tu bien, ¿Cómo puedes pensar en el bien de tus hijos? Si no estás dada al crecimiento personal y profesional, sé sincera contigo misma y no traigas un hijo al mundo a sufrir y a ser filtro de tus frustraciones. Los hijos no tienen porqué pagar los errores de sus madres.

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