Los españoles y la repoblación de la Nueva España.

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Las implicaciones del descubrimiento de América hicieron que replanteen la posición de los españoles con respecto a las nuevas tierras y sus habitantes, ya que la adjudicación hecha por parte de Roma hacia la monarquía hispana les daría el compromiso de cristianizar a los nativos para expandir la “palabra de Dios”. Es sabida la concepción que tenían los europeos del Renacimiento con respecto a los pobladores de otras naciones fuera de su zona cultural, donde a los africanos les desconocen su condición de humanos y por lo tanto se justificaba que fuesen esclavizados y sean considerados como objetos, para evitar este caso, los religiosos españoles interceden ante la corona para defender su condición de seres humanos como lo demostraron con las civilizaciones encontradas como la mexica o la inca, pero esto no evito que fuesen vistos en una calidad inferior a los españoles al ser considerados como “gente sin razón”, eternos menores de edad que siempre habría de estarlos supervisando, mientras los indígenas que se mantenían en una posición poco receptiva a la evangelización como las tribus nómadas no había de otra más que el exterminio.

Esta concepción racista que traían los europeos hicieron que las autoridades coloniales estableciesen dos modelos divisiones políticas, la “republica de españoles” donde podían asentarse los peninsulares y su descendencia donde recreaban la forma de vida europea, mientras en la “republica de indios” los indígenas podían mantener sus formas de gobierno tradicional, pero siempre bajo una estricta vigilancia de los religiosos quienes se aseguraban de que siguiesen viviendo bajo los mandatos cristianos y a su vez se aseguraban de mantenerlos alejados de las “perversiones” de los europeos. Fuera de estas realidades y sin ninguna clase de protección estaban tanto los esclavos africanos como los mestizos y los indios no “civilizados”, manteniendo una posición al margen de ambos mundos y sin gozar de ninguna clase de prerrogativa que los ampare, el único elemento que les podía ofrecer cierta protección era la Iglesia que podía interceder por ellos por su calidad de “cristianos”. A su vez, el poder de la corona y el de la Iglesia estaban debidamente delimitados en el nuevo orden, mientras el rey se encargaba de ver por la población y de los cobros de los tributos para mantener el gobierno, la Iglesia se encargaba de velar por su bienestar espiritual, así como estar al pendiente de los censos al tener los registros de los bautizos, casamientos y defunciones de la gente.

Desde los primeros años después de la caída de México-Tenochtitlan, los nuevos territorios fueron un punto de interés para los españoles al ofrecer una nueva oportunidad que ya no podía ofrecer Europa para su crecimiento, se sabe que de 1533 a 1539 debieron de haber llegado 8,000 migrantes españoles de los que se tienen registros más los que entraron de forma ilegal y que eran considerados como indeseables como los judíos y musulmanes conversos. De esta ola llegada en el siglo XVI, la mayoría fue de origen andaluz al representar el 29% de los migrantes, estos fueron seguidos por los procedentes de Castilla la Vieja con un 19%, de Extremadura con un 18%, de Castilla la Nueva con 8% y el resto se repartió de migrantes de otros lugares de la península o incluso de otras naciones europeas. El principal atractor para los españoles de cruzar el Atlántico fue sin duda la promesa de adquirir riquezas rápidas gracias a los yacimientos de plata, primero fue Perú quien tenía una avanzada industria orfebre por el uso intensivo de metales preciosos por parte de las civilizaciones andinas, posteriormente hacia la década de los 50 en la Nueva España se encontraran los yacimientos de Taxco, Guanajuato y Zacatecas que redirigieron la migración española, pero provocaron serios problemas poblacionales en la península.

La gran parte de los migrantes europeos era de población masculina, quienes estaban más dispuestos a lanzarse a la aventura que significaban las exploraciones o los trabajos en las minas, siendo buena parte solteros los que llegaron y que no tuvieron problema con entablar relaciones con mujeres indígenas (ni que decir de las relaciones fuera de matrimonio), siendo uno de los principales factores para el nacimiento del mestizaje, quienes debido a su situación donde no eran considerados ni españoles ni indios, dependía de sus rasgos para que pudiesen integrarlos en alguna de estas dos sociedades. Llegaron a existir problemas con los casos de los hijos repudiados, quienes al ser negados por parte del padre o de la madre quedaban en una situación de completa indefensión debido a esta indefinición racial o a que eran mal vistos por los pueblos, por lo que la corona dicta una cedula real para que el gobierno virreinal se encargase de la crianza de estos huérfanos hacia 1533, pero en cuanto crecían era cuando tenían las dificultades al no poder acceder a las mismas oportunidades de cualquiera de las dos potestades.

Debido a la posición de indefensión que tenían las mujeres en las sociedades europeas, existieron barreras sociales que impedían a que se decidiesen a establecerse al otro lado del océano, ya sea con el eterno estigma del “sexo débil”, por lo que estaba muy vigente la idea de que si realizaban el viaje podrían morir con facilidad en manos de los nativos. Una vez pasados los años de conquista y violencia, había más incentivos por parte de las mujeres para migrar, buena parte de ellas en búsqueda de sus maridos, aunque fue muy común que se encontrasen con la sorpresa de las familias fuera de matrimonio de su pareja con indígenas o esclavas africanas, llegando a entablar conflictos judiciales para asegurarse su parte del patrimonio para sus hijos. Con el caso de las mujeres, las autoridades siempre se mostraron celosas en cuanto a que relacionasen con las demás castas, provocando que muchas de ellas en situación de pobreza quedasen solteras y encontraran en las cofradías una institución que las protegían, esto hizo que el estado les diese una dote de cerca de 300 pesos para que en el día del santo patrono de la cofradía pudiesen salir en procesiones para conseguir marido o poder entrar al convento, y en caso de no optar por esas opciones quedaba entrar en las Casas de Recogidas junto a viudas y madres solteras pobres.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Elsa Malvido. La población, siglos XVI al XX.

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Imagen: Anónimo. De Español y Mestiza, Castiza. Cuadro de Castas, siglo XVIII.

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