Las Caras del Destino Capítulo 3: ¿La decisión correcta? Tal vez deba volver a usar el cuaderno

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Después de lograr la posición de la vida que he de llevar, pero en otra línea temporal, bajé las escaleras, y caminé hasta mi sala, donde estaban mis padres, sólo que, por desgracia, nada más estaba mi mamá. Le pregunté mientras me acercaba a ella: Mamá, ¿y papá? No lo veo.

Levantándose del sillón, me respondió con una voz algo tensa: Tu papá está trabajando, hijo. Vendrá dentro de unas horas… Espero.

Yo me le acerqué un poco más: ¿Qué? ¿Cómo qué esperas?

Mamá: No, no por nada hijo. Tú tranquilo.

Con duda, fui a comerme mi desayuno. Mientras, estuve leyendo un libro de matemáticas. Pensando qué habrá querido decir mi madre con respecto a eso. Al terminármelo, guardar mis libros (incluido el “Tempo- Nikki”), ponerme mi uniforme, e irme ver mis clases. Ese día estaba nevando, analizando bien la teoría, esta vez parece que alteré el momento correcto en mi vida, ya que no me ha ocurrido alguna desgracia. La verdadera razón seria esta: Al escribir que seré ingeniero de sistemas, decidí lo que mis padres querían que estudiase, algo que a favor de ellos les resulta como “avivado el capricho”, todo hecho por evitar que me critiquen. ¿Eso sería parte de la teoría como tal o tal vez sea mi imaginación? Y eso es sólo una parte del desarrollo aquí.

Caminando hacia la parada de autobús, varias veces miré hacia mi casa, con la nieve acumulándose sobre su tejado, la cual necesitaba a gritos pintura, pero no tanta, la calle cubierta de nieve, le daba un aspecto tenue y agradable. En cambio, a mi me hace recordar que así no era mi casa antes de volver a alterar todo el asunto.

Llegando a la parada, la cual tenía donde sentarse, y techo, me ajusté los guantes, mi gorro, tras meter las manos en los bolsillos de delante de mi abrigo, cubrir mi boca, nariz y cuello con mi bufanda color roja, cerrando los ojos, escucho la voz de Midori a lo lejos, al llegar, me dice: Kyouto, que agradable sorpresa de encontrarte aquí- Justo en ese momento giro mi vista hacia ella.

Le respondí luego de una sonrisa: Si, a mí también. ¿Qué tal tu fin de semana?

Me responde, acercándose un poco hacia mí: Kyouto, hoy es jueves. – Levanta mis anteojos, me toca el pómulo de mi ojo derecho y los estira hacia abajo para ver con claridad mi párpado inferior- Veo que no has dormido bien últimamente, tienes unas ojeras horribles.

Cuando me suelta, me quito los lentes, y veo mi reflejo en el vidrio de la tienda donde estábamos justo parados, no estaba tan ciego como un topo, pero si me costaba ver de lejos, al verlas durante un rato pensé: << ¿Éste es el camino para un ingeniero? Demonios, ¡parezco un ratón de biblioteca en vez de un estudiante! >> – Al volver, le dije: Si, creo que es el trasnocho, duro varias horas estudiando y resolviendo ejercicios de matemáticas.

Al llegar el autobús, subirnos en él, pasó corriendo una especie de sombra, sentí que me pegó la brisa que provocó, por lo que volteé, y luego asumí que eran cosas mías. Midori ya me había guardado un puesto, me fui a sentar junto a ella. Como todavía estuve pensando en lo ocurrido, y con respecto al salto de la línea temporal, al verme todo callado, Midori me pregunta: Kyouto, ¿qué te pasa? Te noto algo raro.

Le respondí: No es nada, sólo estoy cansado. Eso es todo.

Midori frunce el ceño, notando que estoy esquivando su pregunta: No me mientas, dime que pasa.

Le respondí de una forma algo grotesca: Bien, cómo quieras. Te lo diré, pero aquí no, es secreto entre tú y yo. Y por favor, prométeme que nunca se lo dirás a nadie. – Así fue… Al bajarnos, y esperar a que haya menos gente, nos detuvimos, la miré fijamente a sus ojos y le dije: Bien, este es el secreto. Puedo alterar el flujo del espacio y tiempo.

Midori se quedó como en un espacio en shock, y al reaccionar dice: ¿Me estás tomando el pelo?

Le respondo: No te estoy tomando nada, es la verdad. Puedo hacerlo con un cuaderno que tengo en mi mochila, deja te lo muestro- Miro dentro de mi mochila y le muestro el cuaderno. – Es este, ten agárralo.

Con manos temblorosas, la chica agarró el cuaderno, restregó su mano poco a poco como limpiando la portada, y dijo: Que lindo grabado, ¿puedo abrirlo? – Le dije que sí. Y al leer la primera página, que era el recuerdo donde es asesinada, por un carro, cuando éramos niños, mientras seguía pasando las páginas, me respondió: Escribiste todo esto para hacerme creer que estoy loca ¿no? O tal vez tú lo estés.

Le respondí: Déjame explicarte todo. -En ese momento, sentí que otra vez, la figura pasó por detrás de mí. Sabía que algo andaba mal. Me di la vuelta por completo, y le di la espalda a Midori como para protegerla, le dije: “Quédate detrás de mí, y dame el cuaderno”, obedece. Saqué mi bolígrafo del bolsillo izquierdo de mi chaqueta, abrí el cuaderno hasta la última página escrita, y empecé a escribir, el momento tal cual, ya a solo esperar a terminarlo. Y la figura se posó detrás de nosotros de la misma manera, sólo que esta vez viéndonos fijamente. Ambos volteamos hacia él, le dio un buen puñetazo en la cara a Midori y luego abalanzarse hacia mí. Esquivé el ataque, pero me empujó de tal manera, que el cuaderno terminó lejos de mis manos. Y acabé en el suelo, parado justo en frente de mí, y luego de aplastar mis lentes con sus botas, saca por sorpresa, su cuaderno y un lápiz, el cual tenía grabada una media luna plateada, dice con voz muy risueña: Bien, pongámosle fin a este asunto. – Y empezó a dictar “mi juicio final”.

Y de repente, Midori para darme ventaja, le saltó encima, aprovechando el momento, agarré mi cuaderno, y terminé el recuerdo tal cual, para que nada de esto sucediera, el recuerdo nuevo escrito se desarrolla así: “Me despierto, un día nevado. Desayuno como de costumbre, y me voy a clases, en el camino me encuentro a Midori, y llegamos a la universidad, sin que haya tenido que sentirme observado por alguien muy extraño”.

Y la nieve que caía del cielo, se volvió en un ventarrón, por unos segundos, la figura (que usaba ropa de civil y traía puesta una máscara de cerámica) se vuelve una nube de humo, y se va. De forma automática mis manos empiezan a amarrar mis trenzas, mis lentes por arte de levitación se reconstruyen y se vuelven a poner en mi cara, cómo para disimular todo lo sucedido, el cuaderno se teletransporta de nuevo a mi bolso. Y al terminar todo, me levanto, sacudo la tierra de mi uniforme, empiezo a examinar mi entorno, al ver a mi amiga Midori a mi lado, le dije: ¿Ahora me crees?

Midori toda perpleja, dice: Tienes razón, con este cuaderno… puedes hacer lo que quieras. Es como si usaras el tiempo a tu favor.

Le respondo poniéndome frente a ella: No es lo único que hace, ven, te cuento todo, en lenguaje clave, con eso hago referencia a que estamos hablando sobre cierto anime/manga o cómic. Además, tengo una hora libre. – Y caminamos hacia el cafetín, luego de invitarle un café, y tras oír toda la historia, de cómo llegamos a este punto, me responde:

Midori: Vaya, ya capto, es cómo si viajara entre todas las líneas temporales a seguir que hay en todos esos recuerdos. Sólo que, por desgracia, altera la historia y provoca un terrible caos. Ya que recordemos, lo que ocurre en el pasado, si se mantiene tal cual, en el futuro se deja escrito de manera tal, y a la vez muy irreversible. Así como Brhat le dijo al joven, “Escribe el recuerdo, fecha y hora exacta, con el cambio que quieres ejecutar”, Y claro, arregla la vida del portador o la destruye.

Le respondo, luego de una sonrisa: Que bueno que lo entendiste, pero aquí va el caso, si se supone que ya a futuro, o en su caso el presente, lo que creyó que era bien para todos, terminó siendo la ruina de muchas cosas. Dejando en claro, que, por lo visto, Brhat lo engaño, haciéndolo entender que las consecuencias elegidas le causarían serios problemas. O quizá, nunca engaño a nadie, sólo que está viviendo lo malo que es ser un Dios del espacio y tiempo, y puede que su sucesor se acostumbre.

Al terminar la charla, nos fuimos a nuestras respectivas clases, mientras tanto conmigo, estaba pensando en quien estaba detrás de la máscara, de cuando me atacaron hace rato, si mal no recuedo, no usaba uniforme de la universidad, ya que por ende me fijaría muy claro en los detalles para identificarlo. Miré hacia la izquierda, y miré a uno de mis compañeros que se le notaba que me odiaba, miré hacia el otro lado, y estaba una chica que no me odiaba del todo, sólo que no me hablaba casi. Me quité mis lentes para limpiarlos, y al volvérmelos a poner justo una de mis compañeras volteó a verme, se me quedó viendo por un rato, era pelirroja, de ojos grandes color verde. Me sonrió, yo me sonrojé un poquito, y evité seguir viéndola. Ya, que, si seguía, no prestaría atención a la clase. Eso me dio duda, puede que ella sepa mi secreto, y por eso puede que esté buscando la manera de dar conmigo para luego asesinarme, su nombre era Shina.

Al terminar todas mis clases me fui a casa, llegué subí a mi habitación, me puse mi ropa de andar en casa, y me dispuse a hacer mi tarea, al terminarla, fui por mi cena, luego volvi a mi cuarto, me acosté boca arriba en mi cama, mirando al techo, con los brazos en mi nuca, dándole vueltas a mi cerebro, creí si le hablaba a Shina, podría dar con ella, de una u otra forma para averiguar por qué me miraba tanto de esa forma.

Luego me quedé dormido.

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