LA ZORRA NO FUE TAN ASTUTA

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Esta historia es para que se den cuenta que no todas las personas son de fiar. Nuestra historia comienza en la casa de la familia García, una familia adinerada, pero humilde y noble. Vivían muy felices, no tanto por el dinero, sino por la salud y la paz que reinaba en la casa.

Un día normal, como siempre, la señora García fue al supermercado, acompañada de su hijita de once años, Lily, a quien quería mucho y complacía en todo. De repente, tropezó con una señora pelirroja de aspecto raro.

-¡Oh, lo siento! -se disculpó la señora García.

-¡Descuide -le contestó la otra-, eso le puede pasar a cualquiera!

Entonces se pusieron a platicar durante largo rato. La misteriosa mujer, que decía llamarse Flora, le hizo a la señora García varias preguntas. Le preguntó dónde y con quién vivía ¡y hasta cuánto sueldo ganaba! La señora García le respondió a todas sus preguntas con toda confianza y Flora, de repente, se quedó pensativa por un largo rato. Luego siguió conversando como si nada; hasta le ayudó a escoger las mejores frutas y verduras. Finalmente se despidieron, prometiendo volverse a ver. Pero Lily veía algo muy raro en aquella mujer, algo que no le gustaba para nada.

Al día siguiente, sonó el timbre de la casa de los García, la señora fue a abrir la puerta y… ¡adivinen quién era! Pues nada menos que Flora, quien al parecer se veía muy angustiada. Cuando entró a la casa quedó deslumbrada de tanto lujo, el brillante mármol de los pisos, el terciopelo de los muebles y las arañas de cristal. Pero, de repente, rompió a llorar de una forma muy extraña.

-¡Ay, amiga, ayúdame! -dijo llorando- ¡Mi casa se quemó y quedó completamente destruida, y ya no tengo donde vivir!

-Bueno -le dijo la señora García-, si quieres puedes vivir un tiempo aquí, pero tendrás que ayudar con las labores de la casa ya que en este momento no tenemos empleada.

A Flora no le gustaba la idea de ser sirvienta, pero, en fin, aceptó, con tal de vivir entre tanto lujo.

Un día, cuando Flora limpiaba la habitación de la señora García, encontró un finísimo collar de perlas cultivadas. Sin vacilar, lo tomó y lo metió en su bolsillo, aprovechando que los señores habían salido.

-¡Con este collarcito ya no tendré que trabajar aquí como sirvienta! -dijo, con malicia.

Cuando llegaron los esposos García con su hija, Flora los recibió fingiendo angustia.

-¡Ay, señores -dijo-, ha ocurrido una desgracia!

-¿Qué ocurrió? -preguntó la señora García.

-Unos ladrones entraron a robar y se han llevado su collar de perlas. No pude hacer nada para evitarlo.

La familia subió a la habitación y no encontró ninguna evidencia.

Al día siguiente Flora salió a hacer unas compras y aprovechó para vender el collar y le pagaron una buena cantidad de dinero. Gastó todo el que le habían dado sus amos en el supermercado, por lo que a ellos les pareció extraño que a Flora se le cayera un billete.

Al otro día, Flora volvió a entrar a la habitación de sus amos y revisó el joyero. Esta vez encontró un anillo de zafiro lo tomó y, como la vez anterior, les vino a sus amos con la misma historia de los ladrones.

-Esto está muy raro -dijo el señor García.

Pero la siguiente vez que Flora trató de robar una joya, Lily la agarró con las manos en la masa. Mas cuando iba a llamar a sus padres, Flora la amenazó de muerte. La niña se asustó y no supo que hacer más que correr a su habitación y romper a llorar. Flora ya tenía la joya en su poder. Era un brazalete de oro con rubíes. Rápidamente fue a venderlo y con el dinero se compró el vestido más costoso de la tienda de moda.

-¡Es precioso! -dijo Flora- Aunque en realidad soy hermosa aún sin tenerlo puesto.

Cuando regresó a casa, el Sr. García la vio llegar con una bolsa de la tienda y empezó a sospechar.

-¿Qué llevas en esa bolsa? -le preguntó

-Nada en especial -contestó Flora-. Su esposa me mandó a comprar unas cosas y para estar más cómoda las llevo en esta bolsa.

El Sr. García quedó muy intrigado, así que fue a donde estaba su esposa y le preguntó si era verdad que había mandado a Flora a comprarle unas cosas ahora.

-No -contestó la Sra. García-, ¿por qué?

-Es que la acabo de ver llegar con una bolsa de tienda. ¿No se te hace una gran coincidencia que Flora haya ido a la tienda después del robo de las joyas?

-¿Coincidencia? ¿Qué quieres decir?

-Que seguramente -replicó el Sr. García- Flora haya tenido algo que ver con ese supuesto robo.

-Pero, ¿Cómo se te ocurre algo tan descabellado? -dijo la Sra. García, un poco molesta- Yo me niego a creer que la pobre Flora haya sido capaz de robarnos.

Dos días después, cuando a Flora ya se le había acabado el dinero, se le había ocurrido un plan. Primero llamó a Lily y le dijo que la llevaría de paseo.

Pero como todos nos imaginaríamos, Flora no llevo a Lily de paseo, sino a un pantano en los confines de la ciudad. La muy malvada se escondió en una casucha abandonada y ató a Lily a una silla.

-¡Suéltame, pelos de zanahoria! -gritó Lily.

Los padres de Lily, que todavía ni se imaginaban lo que le ocurría a su hija, entraron tranquilamente a la casa. Pero su tranquilidad se acabó cuando vieron que Flora y su hija no estaban y encontraron sobre la mesa una nota que decía así:

“TENGO A SU HIJITA. SI QUIEREN VERLA CON VIDA ENVÍENME TODO EL DINERO QUE TENGAN Y NO LLAMEN A LA POLICÍA”

Imagínense la angustia de la madre al saber que habían secuestrado a su hija ¡Pero ahí no terminaba todo! Cuando llegó la vecina con el diario, les mostró en la primera plana una terrible noticia con la foto de Flora. Ella en realidad era una prófuga de la cárcel que se dedicaba a robar a las familias ricas bajo el apodo de “La Zorra Astuta”.

-¿Ves? -le dijo su esposo- ¡Te lo dije! ¡Esa Flora es muy peligrosa!

Entre tanto, Lily se encontraba atada y amordazada, pero Flora decidió desatarla para que fuese al baño, aunque le prohibió -bajo amenaza, claro está- que escapara. En ese momento, sintió deseos de tomar un trago, así que le pidió a Lily que le sirviera un vaso de ginebra. Entonces a Lily se le ocurrió una idea genial. Le sirvió la ginebra y, cuando Flora se tomó el trago, Lily le ofreció otro. Flora no pudo rechazarlo, y así, Lily le fue sirviendo más, y más, y más… Hasta que Flora quedó totalmente ebria que casi se dormía, cosa que Lily aprovechó para escapar. Luego llamó por teléfono a sus padres. El señor García atendió pensando que era la secuestradora, pero se emocionó cuando vio que era su querida hija. Ella le dijo que se encontraba en la carretera.

Los padres se fueron hasta la carretera, siguiendo las coordenadas que les dio su hija. No tuvieron que recorrer mucho para encontrarla. La madre lloró de felicidad y abrazó a su hija.

Pero Flora despertó y, al ver que su rehén se había escapado, se puso furiosa y salió corriendo a buscarla.

-¡Ya te voy a atrapar, mocosa! -dijo.

Al ver que la familia se marchaba en el auto los persiguió en una moto pese a que le costaba un poco conducirla de lo beoda que estaba, y trató de dispararles a los neumáticos para sacarles el aire y detener el auto.

-¡Deténganse, imbéciles! -les gritó.

-Es momento de llamar a la policía -dijo el Sr. García.

-¡Párense, desgraciados! -seguía gritando Flora mientras disparaba.

-¡Esa mujer está loca! -dijo la Sra. García.

En ese momento llego la policía. Cuando Flora trató de huir, cayó al suelo de tan borracha que estaba y no se pudo levantar. La policía ganó ventaja y la levantó. La delincuente estaba tan ebria que no pudo hacer nada. Inmediatamente fue arrestada y la familia regresó a casa, prometiendo no volver a confiar en gente extraña, y mucho menos darle la dirección.

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