La señal de la paz (Del libro inédito Fábulas infames)






Una noche, cuando el mundo aún estaba reciente, el ruido de unas voces despertó a un hombre de su más profundo sueño.
Acercó su mano derecha al oído y para su sorpresa comprobó que eran sus dedos los que sostenían una acalorada discusión: el índice acusaba de glotón al pulgar, el anular se burlaba del meñique por su estatura, el pulgar alegaba que el anular era un vanidoso y el meñique ofendía al medio diciéndole que era un maricón entrometido. En fin, no se soportaban y habían decidido separarse y tomar caminos distintos.
Al escuchar tan descabellada idea y ante el temor de quedarse sin dedos, el hombre tomó la palabra y les prometió solucionar el problema antes del amanecer.
Tras devanarse los sesos y pasar horas sin dormir, el hombre alzó su mano y dijo en voz alta: “Si en vez de perder el tiempo en críticas nos dedicáramos a trabajar en equipo, descubriríamos que conformamos un todo, aunque seamos diferentes”.
La mañana siguiente, cuando los dedos jugaban al escondido, nació la señal de la paz.
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