La omnipresencia de Tezcatlipoca.

yohualli ehecatl 1

El llamado dios de la noche era una de las deidades más poderosas en el panteón mesoamericano al ser uno de los principales agentes de la creación y la destrucción del orden, aprovechando una de las características de la cosmovisión mesoamericana donde los dioses podían fusionarse con otros para crear uno más poderoso por el aumento de sus atributos. Una de estas deidades combinadas era Yohualli-Ehécatl, el viento nocturno, siendo la fusión de Tezcatlipoca con Quetzalcóatl y por lo tanto era una de las manifestaciones de la creación misma, no es casualidad que en los relatos de la creación del mundo como el nacimiento del Quinto Sol, la creación de la humanidad y la llegada de la música el viento tenga un papel primordial en los acontecimientos, ya sea con el vendaval que fue sacrificando al resto de los dioses, el viento que produjo el sonido por el caracol agujereado de Mictlantecuhtli dándole el permiso para usar los huesos de las humanidades pasadas o el puente de viento usado para que Tezcatlipoca llegase a la Casa del Sol y traer los instrumentos musicales.

El binomio Tezcatlipoca-Quetzalcóatl ha jugado un papel central en la conformación de las eras cosmogónicas, el primer sol fue presidido por Tezcatlipoca gobernando por 676 años donde sus habitantes eran gigantes, después de terminado este periodo, Quetzalcóatl lo derriba con un bastonazo y provoca que se transforme en un jaguar quien mata a los gigantes. El segundo sol quedaría como su deidad Quetzalcóatl repitiendo el periodo de los 676 años, donde Tezcatlipoca aun transformado en jaguar lo derriba con una fuerte patada y provoca un huracán que destruye el mundo y transforma a la humanidad en monos, es de apuntar que la deidad quiché conocida como Hurakan “una pierna” es identificado como dios de las tormentas con una sola pierna, características que podrían equipararlo con Tezcatlipoca. El concepto Yohualli-Ehécatl podría ser considerado el atributo de omnipresencia tanto de Quetzalcóatl como de Tezcatlipoca, la fuerza invisible e intocable que había creado las cosas del mundo, razones por las que esta fusión podría ser identificada con el mismo Ometéotl.

El viento nocturno por su relación con la oscuridad estaba asociado con los hechiceros, personas que entendían la magia y la usaban en perjuicio de los demás, ese era el caso de los tlacatecólotl “los hombre-búho” de quienes se decían se dedicaban al robo, abusar de las mujeres y maldecir a la gente para lograr sus objetivos. Según los relatos dejados por los cronistas, la forma para adquirir esa magia era enfrentando a una de las manifestaciones fantasmagóricas de Tezcatlipoca que se aparecía en los caminos solitarios, como la calavera flotante, el bulto mortuorio o el decapitado con el corazón expuesto, teniendo que capturarlo y manteniéndolo hasta la aparición del sol, así el dios le daba los dones del viento nocturno. Algunas tradiciones de los indígenas contemporáneos nos hablan de esta relación del poder de los hechiceros con la noche, entre los mayas tenemos relatos de como estos tenían sus poderes durante la noche y se acaban con el despuntar del alba, dándole a la noche su carácter tenebroso al poder ser atacado por ellos.

Como dicta la cosmovisión mesoamericana, las enfermedades tenían una causa divina y estaba asociada de determinados dioses, en el caso del Tezcatlipoca se decía era causante de la urticaria, las pústulas, la lepra, las hemorroides y el cáncer, siendo susceptibles las personas que fuesen negligentes e irrespetuosos. Tanto en el pensamiento mesoamericano como en la tradición indígena moderna, los vientos son los principales dispersores de las enfermedades aunque siguiendo la división de su naturaleza, a las enfermedades consideradas “calientes” se decía provenían de los cielos y eran conocidas como temoxtli “el descenso”, mientras a las enfermedades frías se consideraban eran vientos del inframundo provenientes del norte y por lo tanto se les llamaban ehécatl o amo cualli ehécatl. Las enfermedades como tal eran consideradas castigos divinos hacia un individuo que les falta el respeto a algún dios por no seguir sus reglas, las pestes eran la manifestación del poder de yohualli-ehécatl al combinarse lo cálido con el temoxtli con ehécatl y se explicaba así su contagio, por lo que parte de la cura consistía en dirigirle sus plegarias a Tezcatlipoca para salvarlos.

En alusión al significado de su nombre “el espejo humeante”, Tezcatlipoca tenía la capacidad de perdonar las faltas de los hombres, por lo que para llegar a la absolución era necesario que confesase sus todas maldades y vergüenzas, sumado a la realización de ofrendas, ayuno y penitencias como el sangrado para lograr la comunión con el dios (uno de los títulos de Tezcatlipoca es el de Nezahualpilli “el príncipe que ayuna”). Para todos los devotos, era fundamental saber que se era merecedor de su misericordia, por lo que el joven elegido para ser su encarnación y posteriormente era sacrificado en el Tóxcatl era objeto de muestras de cariño y devoción hacia los objetos con los que entraba en contacto, incluso el suelo que pisaba lo consideraban sagrado y por lo tanto un contacto directo con Tezcatlipoca, por lo que su posesión o ingesta creían eran amuletos para garantizar la protección de Yohualli-Ehécatl.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Guilhem Olivier. Tezcatlipoca. Burlas y metamorfosis de un dios azteca.

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Imagen: Representación de Yohualli-ehécatl, donde vemos a Tezcatlipoca (a la izquierda) con atributos de Quetzalcoatl, Códice Borgia, lam. 35, cultura Mixteca-Puebla, Posclásico. Fuente: https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/tezcatlipoca-y-quetzalcoatl

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