La muerte de un momento único
Con desgano y cansancio salí de madrugada rumbo a mi lugar de estudios, no había logrado conciliar el sueño la noche anterior, las pesadillas y oscuridad me atormentaron a cada hora.
Al llegar a la Universidad quise animarme con el salir esplendoroso del sol pero no fue posible, las nubes se encontraban reacias a dejar que lo vea. Aún más desanimada espere el inicio de la monótona jornada estudiantil, quien diría que ese miércoles sería diferente, muchos aspectos inusuales empezaron a acontecer desde muy temprano…
Tan pronto como iba recuperando mi ánimo, el día se tornaba más luminoso para mí.
Solo unos minutos bastaron para ser parte de una gran travesía hacia la biblioteca general. Con entusiasmo y curiosidad invadiéndome, mire los frondosos árboles cuyas hojas se movían pacíficamente al contacto delicado del viento. Con alegría admire el cielo grisáceo que el día me otorgaba presenciar.
Pero no todo era magnífico, pronto, el ruido de los autos empezó a atormentar mis oídos, no me permitía escuchar con claridad el trinar de las aves, el sonido de las hojas de los árboles al contacto con el viento o siquiera permanecer en pasividad un momento, solo me quedaba empezar a ser nuevamente parte de la cotidianidad, de la globalización y de la muerte de un momento único.