La homosexualidad en Mesoamérica y las dificultades de su interpretación


El tema de las identidades de género en el pasado prehispánico cuenta para su estudio muchas dificultades interpretativas, por un lado se señala la existencia de un posible sesgo cristiano en las fuentes españolas atribuyéndole sus valores y prejuicios a la concepción autóctona, por el otro lado contamos con referencias contemporáneas de como en algunos grupos indígenas hay una aceptación a la integración de personas con un género diferente dentro de la sociedad como ocurre con los muxes de Tehuantepec o los “dos espíritus” en diferentes grupos indígenas de Estados Unidos, sugiriendo la desconfianza de la información dejada por los cronistas del siglo XVI. Pero para complicar más las cosas, obras más metódicas como la de fray Bernardino de Sahagún ha aportado información muy valiosa sobre la cosmogonía mesoamericana y que tiene correspondencia tanto con otras descripciones de los seres celestiales, con otras fuentes de la época y su correspondencia con el pensamiento indígena moderno, considerándose como una fuente confiable, la cual con el tema en cuestión nos indica sobre una concepción del mundo muy rígida dividida entre las naturalezas caliente-fría y masculino-femenino, por lo que le da verosimilitud a esta tendencia “homófoba” de los nahuas del Posclásico.
En el mundo mesoamericano, esta dualidad cósmica de contrarios complementarios le asignaba determinadas funciones a los integrantes del mundo según su naturaleza, siendo necesaria la persistencia de este orden para mantener el equilibrio y se mantenga el mundo, cualquier cosa o acción que atente contra estos mandatos divinos se les consideraban transgresiones y como tales debían de ser corregidas o erradicadas para no causar la ira de los dioses y se manifieste en sequias, inundaciones, temblores y otras manifestaciones de poder. Esta situación se extiende a las relaciones humanas, mientras el deber del hombre estaba en los trabajos del campo, la cacería o haciendo la guerra, la mujer estaba destinada a mantener el hogar, recolectar frutos y criar a los hijos, todo esto era reforzado con expresiones como el huehuetlatolli donde se educaba a los jóvenes para llevar una moral como la forma de preservar el orden social.
El papel del hombre en el sexo tenía que cumplir con su papel fecundador y viril como la fuerza generadora de vida, una de las razones por las que se haya dado la poligamia, por lo que era muy importante que dejara a sus mujeres “satisfechas”, pero sin caer en el adulterio porque esto podría restarle su masculinidad. Mientras lo femenino estaba en una posición de subordinación a lo masculino, vinculada con el desorden y lo excesos, su papel radicaba solo en la concepción, aunque en el campo religioso su función se reducía aún más al ser consideradas las diosas como meros complementos de los dioses, ya que se tenía la idea de que ellos podían generar vida sin la necesidad de tener pareja, por lo que las diosas deben de tener atributos masculinos para darles su relevancia divina. De ahí que en sus representaciones artísticas porten elementos guerreros como el caso de Coyolxauhqui o en algunas imágenes de Xochiquétzal, incluso se ha registrado del siglo XVI que para expresar que una mujer era hábil y virtuosa se usaba el término “oquichyolloque” que quiere decir “la de corazón viril”.
Tomando en cuenta el factor cosmogónico aquí descrito, se explica el origen autóctono de las expresiones completamente despectivas que se tenía a la homosexualidad, siendo descrito con el término “cuilontia” que quiere decir ano y según las crónicas eran personas aborrecibles y objeto de burla que habían perdido el respeto, siendo el pasivo y el que se vestía como mujer el que tenia la peor parte al haber perdido su esencia masculina. Todo esto explicable por la fuerte convicción de cuidar el orden social como forma de mantener al mundo, por lo que ellos al salir de su papel predestinado representaban una amenaza que podía llevar al caos y la destrucción, no es raro que en algunas fuentes se les relacionen con la hechicería o como en el caso de los mexicas que a sus enemigos como los huastecos y los purépechas los tildaran de “sodomitas” a los primeros y de “afeminados “a los segundos. Con las lesbianas hay pocas referencias documentales, pero las que tenemos se refieren a ellas como “masculinas” y podían ser objeto de la pena de muerte como pasaba con los homosexuales, aunque hay una atenuante importante que rebajaba su gravedad.
El semen se consideraba como un líquido preciado que llevaba consigo el “tonalli” de los hombres, por lo que al producirse la relación entre sexos opuestos se cumplía su papel fecundador, cosa contrario con las relaciones homosexuales que no producían nada más que la perdida de la fuerza vital, por lo que en las relaciones entre mujeres sumado a su “inferioridad” en el orden cosmogónico al no haber ni intercambio de líquidos vitales o la penetración no se producía ninguna trasgresión más que el de asumir actitudes masculinas. Solamente cuando se producían representaciones rituales de la mitología se permitían que las personas participantes asumiesen actos homosexuales, siendo licito que los hombres vistiesen y actúen como mujeres según amerite la ceremonia, pero todo dentro del contexto religioso, por lo que ya en la vida cotidiana esto se consideraba un desequilibrio de las energías vitales como el tonalli, el teyolía y el ihíyotl. Podemos concluir que con la llegada de los españoles más que una imposición del cristianismo sobre la religiosidad indígena se trató de dos ideas análogas que se desarrollaron independientemente y que tuvieron afinidad con la conversión, evidenciándose a ambas civilizaciones con principios patriarcales que se pueden ver hasta el día de hoy.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.
Federico Flores Pérez.
Bibliografía: Raquel Pérez Soriano. De las mujeres… ¿hermafroditas en Mesoamérica? de la Revista de estudios de Antropología Sexual.
Imagen: Códice Borgia, lamina 61, parte inferior, aquí apreciamos una escena muy compleja al tener a izquierda a dos individuos con un pedernal en la boca, símbolo fálico que podría representar una relación homosexual, a la derecha tenemos al dios sol Tonatiuh en posición de parto, aludiendo sus funciones masculinas y femeninas a la vez.

