La eterna prometida

arthii 2

Capítulo 2

El juego se convirtió en una afrenta para la chiquilla, y esta no se iba a dejar engatusar por su compañeros de juego. Lo miro con odio por loque la hizo hacer y luego miro al dueño de sus sentimientos y vio que sus ojos estaban en ella, sin embargo, no le dio importancia.

La niña se giró sobre sus talones decidida a todo y respiro muy profundo mirando a su amigo y sonriendo le dijo.

— ¿Estas contento?— Sus ojos brillaban por el triunfo y disfruto la cara Lucia, la novia de Beto y fue todo un poema —. Grite a todo pulmón y medio barrio escucho, así que esa lengua jamás pienso chuparla, idiota.

Las amigas la abrazaron y rieron al ver que había ganado la apuesta del juego de la botella, cumpliendo penitencias y turnos.

— Buena esa — decía Jenny — les viste la cara a Juan y peor aún la de Miguel — reían felices.

— No volvemos a jugar con esos tramposos — murmuro Milena.

— Vamos a tomarnos un jugo, mamá preparó mucho hoy… — las invito Deisy, se sentía muy unidas a sus amigas.

Las niñas decidieron entrar a la casa y cuando estaban a punto de entrar los gritos de un joven furioso las detuvo en seco y el rostro de Deisy se tornó como una hoja de papel sin usar. Por la forma que el usaba su nombre le indicaba que estaba furioso con ella.

— ¡Un momento! — grito Alberto desde la verja de la terraza al ver que se escapaba la infame que le causo un disgusto con su bella y nueva adquisición — ¿Cómo es eso de que tú y yo somos novios?, y yo no sabía — La miró con el ceño fruncido señal de que estaba muy furioso por su broma y clavó sus ojos negros en el rostro pálido de la niña.

Ella se le acercó y muy tímida, sus rodillas temblaban y en su estómago comenzó a revolverse por la invasión de muchas mariposas que andaban sin control y respirando con cierta dificultad y tragando el inmenso nudo formado en su garganta. Ella comenzó a hablar para disculparse con él y a la vez explicarle de la penitencia del juego.

— Yo, solo….— la mirada fija de él, la aterró un instante. Así que , soltó el aire que tenía contenido y ella no lo sabía debido a sus nervios y por aquella emoción que la llenaba cuando Alberto estaba cerca de ella.

— ¡Tú nada! — la interrumpió molesto — ves a aquella “Mujer” — le señalaba a Lucia mientras arrastraba las palabras con malicia.

Ella la miro y luego lo miro a él y asintió varias veces con la cabeza.

— Bueno, ella me gusta porque es toda una “mujer”, yo no puedo ser el novio de una tabla— rió al verla sonrojar.

— Déjala Beto— dijo Pipe, que era su hermano menor dos años, y siempre la estaba ayudando— Como mamá sepa que se la estas montando otra vez te la va a armar — decía el hermano para que no molestara a la niña.

— No. No quiero que ande por ahí diciendo que ella es mi novia y mucho menos es mi prometida— la fulminaba con la mirada— un conejo por novia. Eso no. ¡Eso sería lo último que yo haría!

Los ojos castaños de Deisy se encendieron en fuego líquido al escuchar todos los insultos de él, y todo porque quería dar pantalla a la estúpida de Lucia, así que levantó los hombros y elevó la barbilla.

— Pues si — dijo de un solo golpe con sus manos empuñadas por la ira que él despertó en ella con sus duras palabras— si eres mi novio y además mi prometido y cuando yo cumpla los veintitrés años quieras tú o no lo quieras nos vamos a casar — le gritó a todo pulmón.

Él la miro y escondió una sonrisa, por fin había reaccionado a todos los ataque que siempre le hacía, y le gustaba la reacción de la niña, iba a ser una mujer con mucho carácter.

— Entonces que te quede muy claro una cosa, mocosa — se bajó de la bicicleta y se acercó a la verja y la tomó por la tela que cubría su hombro y la acerco un poco a él — No puedes tener novio, porque has gritado a todo el barrio que eres mi prometida, por lo tanto, tu misma has hecho la promesa de compromiso — rio al ver la palidez del rostro de la niña.

Ella frunció el ceño al oírlo y no entender loque él quería decir.

— Solo e….ra un jue…….go — trató de disculpase muy nerviosa, pero no lograba hablar con claridad — yo lo siento….

— No, ahora eres mi novia y mi prometida y cuando cumplas los veintitrés años quiera tú o no, tú y yo nos casamos— le dijo mirándola con una fiera mirada.

— Yo…

— No puedes besar a ningún chico, como hace ya tus amiguitas, ni andar por ahí de manitos sudadas. No tienes derecho de experimentar con otro, solo conmigo, y además los dos debemos estar de acuerdo con romper “nuestro compromiso”, porque de lo contrario serás la infiel del barrio y también de Salamina — él se irguió mostrándose mucho más grande que ella y esto la atemorizó bastante— ¿Entendió? Mi prometida

Mientras él hablaba todos los jóvenes que estaban con él se aglomeran alrededor de los dos y reían al ver la escena tan pintoresca, aunque Lucia, la miraba con fastidio y odio.

— ¡Idiota! — Al verse rodeada por todos, salió corriendo y se encerró en la casa a llorar de pura vergüenza.

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