La creación del mundo según los hopis.


Los llamados “indios pueblo” que habitan los actuales estados de Arizona y Nuevo México han logrado preservar buena parte de su legado cultural sin muchas de las alteraciones provocadas por el proceso de occidentalización iniciado por los españoles, siendo los hopis de quienes tenemos una rica tradición oral gracias a la pervivencia de su religión original. De los diferentes relatos obtenidos de los investigadores estadounidenses de diferentes aldeas podemos rastrear las pautas en común que poseen estas historias, de cómo la humanidad vivía en el inframundo y cada vez que en el piso donde vivían se sobrepoblaba y las condiciones de vida empeoraban, los clanes ascendían al siguiente nivel para habitarlo hasta que el ciclo se vuelve a repetir, similitudes que tienen con diferentes narraciones mesoamericanas y el origen de las comunidades en el vientre de los cerros siendo “paridos” gracias a la participación de determinado dios.
Por lo general nos cuentan como llegado el momento de crisis donde la humanidad cometía toda clase de abusos y desviaciones, los diferentes clanes se reunían para dictaminar el proceder y hacían que un pájaro volase hacia la apertura que daba la siguiente nivel, si bien no lograba su cometido, si les aseguraba su existencia, procediendo a mandar al hombre más fuerte para subir por el tronco que comunicaba los diferentes niveles para que ascendiera, siendo una parte del recorrido escalando y la parte final volaba por los cuatro rumbos del universo logrando ascender al siguiente nivel. Al momento en que llega a su destino, se encuentra a un personaje solitario con una fogata, la deidad de la muerte Masauwu, indicándoles que no tiene nada de valor más que esa fogata, pero que, si tenían la voluntad de llegar a habitarlo y de cumplir con la vida ritual podían venir, no sin antes decirle al recién llegado que explorase ese nivel para asegurarse que fuese el indicado para su gente, determinando que era exactamente igual al que iban a dejar.
Ya una vez de vuelta con su gente, les narra todo lo que vivió y determinan iniciar el viaje al siguiente nivel, procediendo a plantar un abeto para que sirva de nexo, pero este se quiebra y en su lugar planta un carrizo que pudo aguantar gracias a estar hueco, todo esto lo hacen una vez realizada la cosecha de maíz y llevando a cabo las ceremonias correspondientes para asegurar su éxito. Entonando canticos, los miembros de diferentes clanes de todas las razas inician el ascenso al siguiente nivel iniciando a media noche y asegurándose que los malvados se quedasen en ese nivel, pero una vez terminados los canticos aun había gente que no había terminado de subir, pero esto no impidió que los que habían logrado ascender tiraran el carrizo y se quedasen encerrados en el nivel inferior. Los que habían encabezado la migración fueron los del clan Kwan, quienes al asegurarse que no había nada procedieron a crear las cosas del mundo como el sol y la luna, de ellos destacaba la “Mujer Araña” quien llevaba un costal lleno de estrellas a las que acomoda en el cielo siguiendo cierto orden, pero llega el coyote que tira el costal y por eso las estrellas tienen su posición desordenada, solo alcanzo a acomodar las constelaciones de la Honda (Osa menor), el Arco, el Cucharon (Osa mayor), el Cucharon de estrellas y los Ensartados (el Cinturon de Orion).
Una vez construido el mundo, los clanes hopis proceden a reunirse en el pueblo primigenio identificado con Oraibi, este relato también lo hicieron propios grupos posteriores de otro origen étnico como los navajos de origen athapascano, quienes a pesar de su modo de vida seminómada fueron fuertemente influidos por los hopis y quienes aportan la identificación de los niveles anteriores al asociarlos con un color. Combinándose con los relatos de otros “indios pueblo” incluyendo a los navajos, tenemos que el inframundo era identificado como un gran lago subterráneo, de ahí que las kivas, el principal espacio ritual de los indígenas del suroeste, se trate de una habitación circular subterránea donde para acceder se debía bajar o subir por una escalera, fungiendo como la representación del inframundo de donde procede la humanidad, siendo el espacio donde moran los muertos y también las nubes y el maíz, de ahí la importancia que tiene este lugar durante las ceremonias donde salen los kachinas.
La principal ceremonia hopi tiene como objetivo representar la salida de la humanidad al nivel actual, esta es una ceremonia de iniciación para los jóvenes que representan a las aves del inframundo que aún no pueden llamar nombrados como “keles”, así como la realización de algunas fogatas como ofrenda a Masauwu (las cuales tienen un paralelismo con el fuego nuevo mesoamericano), mientras un grupo en enviado rumbo al Cañón del Colorado al cual nombran como Öngtupqa o “cañón de sal” y que es identificado como el lugar por donde asciende la humanidad, otro grupo se disfraza como embarazadas para simbolizar a las madres que dieron a luz a los hombres de esta era. Por una noche, se cierran todos los caminos del pueblo para que solo estuviese abierto el que va rumbo al norponiente hacia Maski, el país de los muertos, siendo custodiado por participantes con mortajas pestilentes para simbolizar a los muertos, a la mañana siguiente, los keles se levantan con los primeros rayos del sol y se lavan el cabello como símbolo del fin de su iniciación, siendo al día siguiente donde se hacen las danzas del mundo anterior.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.
Federico Flores Pérez.
Bibliografía: Johannes Neurath. Mitos cosmogónicos, grupos rituales e iniciación. Hacia una etnología comparada del Gran Nayar y el Suroeste de los Estados Unidos, del libro Por los caminos del maíz. Mito y ritual en la periferia septentrional de Mesoamérica.
Imagen:
Izquierda: Muñeco kachina de Masauwu.
Derecha: Tapete de arena navajo de los rumbos del universo.

