La conspiración insurgente en la frontera septentrional.

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El septentrión novohispano a principios del siglo XIX vivía tiempos convulsos debido a un imprevisto cambio geopolítico, la Francia napoleónica recibía la Luisiana a cambio del reinado sobre el Ducado de Parma en Italia en 1801 y al año siguiente debido al fracaso colonial napoleónico en América es vendida a los Estados Unidos, sometiendo a la región a una presión que no habían tenido en siglos. De pronto Nueva Orleans se convierte en un punto de afluencia para los comerciantes internacionales y sobre todo para la llegada de los agentes napoleónicos, que, a pesar de haber vendido su gran colonia, esta no se comparaba con la ansiada presa de la cual se esperaba apoderar una vez capturada la corona hispana, la Nueva España.

Se sabe que para 1808 había sido capturado un agente francés de nombre Octavien D´Alvimar en el poblado fronterizo de Nacogdoches en Texas propagando los derechos sociales que incentivaron a la Revolución Francesa, por lo que fue necesario fortalecer las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos. Para esto, la Junta de Defensa designa a Luis de Onís como ministro plenipotenciario del rey ante los Estados Unidos para defender los intereses españoles e impedir que sus fronteras sean el paso para los representantes franceses, sumada a la advertencia que le manda al virrey Pedro de Garibay de rechazar a todo enviado napoleónico que buscase internarse en el reino. Una vez establecido en los Estados Unido para finales de 1809, Onís le advierte al gobernador de Texas, Manuel de Salcedo, de estar atento de los españoles que se dirigen rumbo a Nueva Orleans y que pudiesen ser instigadores de la revolución para la Nueva España. Se sabe de la existencia de una “reunión de españoles” que tenían una red de agentes en México y Veracruz encargada de enviar y recibir correspondencia a las Provincias Internas de Oriente, por lo que se puso de sobre aviso al cónsul español en Nueva Orleans, Diego Morphy.

No podían confiarse de una colaboración fiable con los Estados Unidos, ya que era de sobra conocida sus ansias expansionistas con el “destino manifiesto”, por lo que no dudaban que los agentes estadounidenses pudiesen ser colaboradores de los napoleónicos para incentivar a la insurrección de los virreinatos. Se mantuvo una doble comunicación entre Onís con el gobernador Salcedo y del virrey con el comandante general de las Provincias Internas de Oriente, Nemesio Salcedo, para conocer de primera mano la situación de la frontera, conociendo la precaria condición en la que se encontraba y recibiendo los llamados de auxilio donde se pedía más recursos para crear un plan de defensa adecuado. Se supo de una red dirigida por el madrileño Torcuato Medina quien estaba residiendo en Durango y mantenía la comunicación con todo el territorio de la Nueva Vizcaya y que llegaba a la costa del Nuevo Santander entre la bahía de San Bernardo hasta Tampico, incluso hay informes de su gobernador Manuel de Iturbe e Iraeta que en la provincia y en Nuevo León se notaba una afluencia de visitantes franceses que se habían establecido en Monterrey, siendo reportados por el cura Miguel Ramos Arizpe.

La conexión entre el movimiento insurgente de Miguel Hidalgo y la conspiración estadounidense es posible, ya que siempre existió la idea de conectar la rebelión en el centro de México con Texas, dentro del proceso judicial hay una confesión de Hidalgo donde reconoce haber mantenido contacto con D’Alvimar, además de que el gobernador Salcedo reporta un intento de parte de un grupo de estadounidenses de entrar en San Antonio de Béjar en noviembre con la excusa de participar en las fiestas y aprovechar para unirse a la rebelión. Hay reportes de la alta beligerancia que había hacia las autoridades realistas en el Nuevo Santander y como esta era incentivada por la presencia estadounidense en la región, como el caso del insurgente fray Juan Salazar quien estaba dispuesto que en el caso de que la rebelión fuese derrotada promovería a las tribus indígenas, ingleses, franceses o estadounidenses a tomar la región como lo dejo plasmada en una carta dirigida a Mariano Jiménez.

Pero la reorganización del contrataque realista por parte de Félix María Calleja logra la definición del capitán Ramon Diaz de Bustamante quien dudaba si dar su apoyo a la insurgencia, sus contacto e información que había adquirido por parte de los rebeldes ayudo a someter a la insurgencia en el noreste, lo que le valió ser ascendido por Calleja al grado de coronel y ser asignado como gobernador de Nuevo León, cargo que no ostento por mucho tiempo por las diferentes campañas y su temprana muerte. El otro as realista fue el general Joaquín Arredondo, quien logra derrotar a la insurgencia por todo el Nuevo Santander hasta el rio Bravo y algunas resistencias que quedaron en el sur, logrando cortar la comunicación directa entre la insurgencia con los Estados Unidos, dejando la situación temporalmente tranquila con la información de Onís de la ausencia total de representantes insurgentes en los Estados Unidos.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Juan Ramon de Andrés Martin. La reacción realista ante las conspiraciones insurgentes en la frontera de Texas (1809-1813), de la revista Secuencia no. 71.

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Imagen: Herman Lungkwitz. San Antonio de Bejar vista desde Crockett Street, siglo XIX.

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