La compleja relación económica entre México y el Tercer Reich.


Las décadas de los 20 y los 30 serían cruciales para la consolidación del proyecto revolucionario, ya que no solo se trataba de una reconstrucción del país, sino que se tenía que llevar a la par de restablecer los lazos diplomáticos con el resto del mundo para darle solidez económica al nuevo régimen, siendo de vital importancia tanto Estados Unidos como Europa. Desde el caos político ocasionado por la caída de Venustiano Carranza, el gobierno estadounidense aprovecho la situación para imponer condiciones a los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles para salvaguardar la integridad de sus inversiones en el país, como fue el caso de la cuestión petrolera donde evito la implementación del programa de expropiaciones planeadas por el gobierno al poner en canje su reconocimiento al gobierno mexicano, del cual dependía la capacidad del país para acceder a créditos y dio paso a los Acuerdos de Bucareli o la exención de la reforma callista. En el resto de Latinoamérica, las naciones europeas jugaban un papel económico de mayor peso que el estadounidense, siendo las empresas alemanas las que tenían una mayor participación en las inversiones y persistieron con el establecimiento del Tercer Reich, pero con el caso de México siempre hubo cierta distancia para dar a lugar a un estrechamiento de relaciones económicas.
Las cosas cambiaron en 1938, el año cuando se dio la expropiación petrolera por iniciativa del presidente Lázaro Cárdenas, paso que se pensaba no se podría dar por el peligro que encerraba a que EU y las naciones europeas realizasen o un bloqueo económico o pudieran intervenir para derrocar al gobierno, pero la presencia de Alemania como una potencia emergente con la necesidad de acaparar recursos podía convertirse en el principal cliente del gobierno cardenista, por lo que para 1939 tenemos que las compras alemanas ascendieron a dos terceras partes del petróleo mexicano. Para ese entonces, el embajador alemán en México era el baron Rüdt von Collemberg veía con buenos ojos esta situación de incertidumbre diplomática que se manifestaba en una opinión publica favorable a los alemanes, a pesar de que la representación en la Sociedad de las Naciones había protestado contra las anexiones de Checoslovaquia y Austria, por otro lado la Secretaria de Relaciones Exteriores permitieron la ocupación de las legaciones de estos países por parte de los diplomáticos alemanes, por lo que veía muy plausible la formación de una alianza estratégica.
Si bien aceptaba que EU tenía la capacidad para llegar a un acuerdo con México para tratar de mantenerlo bajo su órbita, las condiciones mexicanas permitían que solo pudiese recurrir a ellos en caso de llegar a un estado de crisis económica y social para poder salir del problema, por lo que la mejor opción para empezar un proceso de separación era mediante un tratado bilateral germano-mexicano. Era realista en cuanto a la amenaza que representaban los intereses estadounidenses para la consolidación de este acercamiento, por lo que el alcance real para estrechar los lazos diplomáticos era lograr la neutralidad mexicana ante los planes de expansión que estaban por realizarse, posición que los beneficiaba y evitaba a su vez meter en problemas al gobierno cardenista, pero era consciente que en caso de que estallase una guerra, México tenía que alinearse al bando occidental. Las predicciones de Von Collemberg no se cumplieron, ya que con el estallido de la SGM en septiembre de 1939 México fija una postura neutral y la posterior Conferencia de La Habana entre EU con Latinoamérica no afectaron los negocios alemanes, por lo que podían mantener el abastecimiento alemán mediante embarcaciones neutrales para evitar el bloqueo británico.
A pesar de que los alemanes tenían abierta la ventana de la neutralidad mexicana para seguir con sus negocios, el deterioro de las relaciones entre México y Alemania no se daría por presión de EU, sino por culpa de los propios empresarios alemanes, ya que hasta ese momento las compras alemanas se hacían por trueque y querían hacer el cambio para pagar con efectivo, todo debido a la disputa surgida entre el Ministerio de Economía, el de Asuntos Extranjeros y el Alto Mando de la Armada sobre la forma en cómo financiar el esfuerzo de guerra. Finalmente, se acordó que el gobierno alemán frenaría el pago por intercambio debido a los peligros que había para que los barcos fuesen detenidos por los británicos, por lo que el secretario de exteriores Eduardo Hay manda como representante al señor Cortina para externarle al gobierno alemán el interés por seguir con las relaciones comerciales dándole la noticia que los británicos podían permitir el embarque de mercancía hacia Alemania siempre y cuando hayan sido ordenados y pagados antes de la guerra, por lo que ofrecía el pago del 20% de las mercancías por adelantado en los nuevos contratos e incluso proponían que ellos mismos se encargarían de realizar el transporte.
Todas las garantías ofrecidas por la delegación mexicana no bastaron para cambiar la opinión del ministerio alemán, quienes anunciaron la renegociación de todos los tratados comerciales con los países latinoamericanos hasta el periodo de posguerra sin excepción alguna, más que nada por la incapacidad de las empresas alemanas por seguir alimentando el comercio y la necesidad de abastecer el frente. Dado los rápidos avances de las tropas alemanas sobre Europa Occidental, para 1941 los países latinoamericanos estaban expectantes ante un posible nuevo orden donde Alemania dictaría la economía de las naciones europeas, por lo que las relaciones entre el nuevo gobierno de Manuel Ávila Camacho con el embajador von Collemberg se mantuvieron cordiales y con la promesa de la reanudación de los tratados comerciales. Como consecuencia del freno de las relaciones comerciales, la embajada alemana cambiaria sus objetivos hacia la influencia política, el espionaje y los actos de propaganda para alejar lo más posible a México de EU, pero los políticos mexicanos eran conscientes de que el mercado europeo estaba quebrado por la guerra y no les quedaba otra alternativa que mantener buenas relaciones con el vecino del norte, por lo que no cayeron en la provocación alemana y mantuvieron una postura neutral hasta el último momento.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.
Federico Flores Pérez.
Bibliografía: Friedich Schuler. Alemania, México y Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, de la revista Secuencia no. 7.
Imagen:
– Izquierda: S/D. Rüdt von Collemberg.
– Derecha: Anónimo. Banderas alemanas ondeando en astas en un edificio cercano a Bellas Artes en la calle de Lopez, 1936-1942.

