La caída de la producción de cacao novohispano y la alternativa sudamericana


Desde la llegada de los españoles, uno de los frutos con los que quedaron maravillados fue el cacao, cuyas semillas son el ingrediente principal para una bebida que resulta revitalizante para las actividades del diario y que conocemos como chocolate, llegando a convertirse para el siglo XVII como parte de la canasta básica de la sociedad novohispana, además de ser la moneda de los indígenas para la paga de sus tributos o productos en el mercado. La afición causada en las sociedades europeas hizo que se convirtiera en uno de los principales productos de exportación por debajo tan solo de la plata, por lo que la demanda en un inicio fue abastecida por los cultivos existentes de la época mesoamericana, pero el interés económico de los españoles no era tal como para expandir los cultivos, dejando su lugar a otra región fuera de la Nueva España.
El hallazgo de los numerosos minerales de plata tanto al sur de la provincia de México y desde el Bajío hasta Chihuahua hicieron que los españoles se abocaran de lleno a su explotación, por lo que otras fuentes económicas como los tintes y el cacao fueron dejados de lado, sumado a la debacle demográfica en las regiones tropicales donde se producían estos productos. Esto hizo que el lugar dejado por la Nueva España fuese ocupado por un territorio sudamericano donde los españoles iban cimentando las bases de un nuevo dominio, Venezuela, región con las mismas condiciones tropicales para hacer prosperar el cultivo intensivo del cacao y servirían de apoyo para la fundación de Caracas y Maracaibo, además de servir de fuente chocolatera otra ciudad en la Audiencia de Quito, Guayaquil.
Los productores venezolanos lograron ganarse la exclusividad para poder comerciar con la Nueva España, de paso sabotean a Guayaquil al conseguir que la Corona prohibiese el comercio entre estos para poder mantener el monopolio. Para ese momento, la situación novohispana del cacao estaba encapsulada a las regiones de Tabasco y el Soconusco, aunque esta última perteneciese administrativamente al Reino de Guatemala, así como en los territorios del Mar del Sur como Colima y las costas cercanas de Acapulco, siendo usados estos cultivos como fuente para el pago de tributos de los encomenderos y como producto de intercambio para las poblaciones de tierras frías para poder tributarlo a los españoles.
Pero con la supresión de las encomiendas hicieron que los españoles se viesen obligados a comprar las tierras como sucedió con la provincia de Zacatula que termino afectada por las epidemias, incluso llegaron casos donde simplemente les arrebataban la cosecha, en cambio en regiones como Tabasco o la costa oaxaqueña donde quedo con suficiente población indígena se mantuvo el cacao como fuente de tributo o para el mercado. Además de ir acaparando los españoles los medios de producción del cacao, también fueron monopolizando la manufactura del chocolate que antes producían y vendían los indígenas ya sea en el tianguis o como ambulantes de casa en casa, sumándose los mestizos que fueron desplazando a los indígenas quienes buscaron a toda costa defender su oficio, aunque sin mucho éxito para ser controlado por los comerciantes de la Ciudad de México.
El problema de la despoblación de las costas trataría de ser paliado mediante dos formas, solicitando al virrey el repartimiento de indígenas para que fuesen a trabajar a los cultivos o con la importación de esclavos africanos, pero esto no fue suficiente para mantener la producción cacaotera. Esto hizo que en diferentes regiones se les diera más preferencias a otras actividades económicas que a continuar con el cacao al no lograr llegar a los niveles previos, como el caso de Colima donde se le dio prioridad a la producción de sal para abastecer al mercado del Bajío, mientras la demanda de las regiones cacaoteras de Tabasco y el Soconusco se incrementa de tal forma que su precio pasa de cinco pesos por una carga de cacao para 1540, mantenerse en los $20 de 1552 al 1579 y dispararse hasta los $50 en 1606, provocando la caída del precio con la llegada del cacao sudamericano para quedar en $21 para 1621.
La presencia del cacao importado no significo el fin de las producciones locales, si bien en el caso de Colima los cultivos cacaoteros ya estaban en las últimas, en el caso de Zacatula, Igualapa y Xicayan en Oaxaca la producción se mantuvo hasta finales del siglo XVII gracias al trabajo de esclavos africano y a estar alejados de los principales centros mineros, pero sin representar un alivio para cubrir la demanda novohispana. Para 1630 finaliza el ciclo de epidemias que afectaban a los indígenas y comienza la recuperación demográfica, pero el caso de las costas no lograría repoblarse hasta el siglo XX y no era suficiente como para recuperar la producción cacaotera y se requería mano de obra para la minería.
En los casos sudamericanos de Maracaibo y Guayaquil no se sabe cuándo se inicia la producción del cacao (que en el primer caso no se descarta su origen precolombino), aunque Guayaquil había sido un productor de maderas que eran vendidos en el Perú, Panamá y la Nueva España, siendo esta última donde se reporta el primer cargamento de cacao llegado Acapulco en 1595. En 1620 tanto los terratenientes, caciques y sobre todo los agustinos de Guayaquil tenían destinados amplios terrenos para la producción del cacao y conseguido cuadrillas de esclavos, iniciándose la exportación hacia la Nueva España antes de 1624, pero al poco tiempo tuvieron que lidiar con el veto caraqueño que frenaron una parte del impulso guayaquileño. La presión venezolana lograría que la única fuente de acceso al cacao fuese por Veracruz y trataron de suprimir la ruta del Pacifico entre Acapulco y el Perú, de donde su virrey Francisco de Borja y Aragón, conde de Esquilache, quien obligaba a los productores guayaquileños a desembarcar en Panamá para transportar vía terrestre su mercancía hasta Portobelo y de ahí seguir a Veracruz, encareciendo sus costos y dando ventaja a la producción de Caracas y Maracaibo. Esta jugada pretendía encerrar a Guayaquil para que solo abasteciese al mercado peruano, pero los productores no estaban dispuestos a dejar ir esta fuente de ingresos e iniciaran una serie de disputas ante la Corona.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.
Federico Flores Pérez.
Bibliografía: Jesús Hernández Jaimes. El Fruto Prohibido. El cacao de Guayaquil y el mercado novohispano, siglos XVI-XVIII, de la revista Estudios de Historia Novohispana no. 39
Imagen:
Izquierda: John Thomas. Vista de Caracas, 1839
Derecha: Franz Eugene Köhler. Theobroma cacao, 1887


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