¿Hubo presencia mesoamericana al este de EU? Mesoamérica y la cuenca del Mississippi

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Es de todos conocido que los pueblos mesoamericanos mantuvieron relaciones comerciales con las comunidades sedentarias del actual norte de México y suroeste de Estados Unidos, donde vemos por este corredor que establecieron por la Sierra Madre Occidental como se fundieron las culturas mesoamericanas con los pueblos de la zona cultural conocida como Oasisamérica. Pero si hurgamos más en los pueblos precolombinos de Norteamérica vamos a encontrar algo interesante, los pueblos indígenas del este de Estados Unidos también construyeron centros ceremoniales con basamentos piramidales, basaban parte de su alimentación en el maíz, practicaban variedades del juego de pelota, hay una similitud iconográfica y tienen un sistema cosmogónico similar, siendo los pueblos de las riveras de Mississippi los que llegaron a formar ciudades ¿Los pueblos mesoamericanos llegaron hasta la costa este atlántica?

Para la llegada de los colonizadores ingleses y franceses, estos centros ceremoniales ya habían sido abandonados por los indígenas, por lo que se prestó a que los colonos marcaran la diferencia entre los “moundbuilders” de las tribus que habitaban el territorio, sirviendo para legitimar los despojos que hacían de sus tierras (aunque el caso francés fue menos problemático al no lograr una colonización masiva a la manera inglesa). Esto empeoraría el panorama de los primeros cronistas que cuando decidieron escribir la historia de estos pueblos, la cultura de los descendientes directos de estos territorios estaba en plena decadencia por los efectos de las guerras y de las epidemias, por lo que mucha de la información sobre sus relaciones con otros pueblos terminaría en el olvido. Lo mismo podemos decir de los indígenas del noreste novohispano que al ser tribus seminómadas o nómadas no recibieron la importancia necesaria y gran parte de sus conocimientos se perdió con la colonización de estos territorios.

Ya con la independencia de Estados Unidos y su expansión al oeste, los primeros intelectuales no dudarían en atribuir la autoría de estos asentamientos como una muestra de los contactos con los pueblos mesoamericanos, ya que les llegarían los trabajos de exploradores que visitaron la ruinas prehispánicas durante los últimos años del virreinato y los primeros como nación, por lo que no dudaron en llegar a relacionarlos con lugares míticos como Aztlán (hay un sitio en Wisconsin que fue bautizado como Aztalan). Desafortunadamente, el interés de esos primeros investigadores perdió el interés por conocer el legado indígena de estos territorios para estudiar las civilizaciones del viejo continente y relacionar a estos con la difusión de la cultura en América. A pesar de no contar con la popularidad entre los estudiosos, poco a poco con el transcurso del tiempo se siguieron haciendo algunos trabajos arqueológicos, cuyos restos no dejaban lugar a duda a la existencia de esta comunicación con las civilizaciones del sur, pero siempre subestimando la capacidad de los indígenas de la zona a los que solo les atribuían su propia cultura.

La cronología que tenemos de las investigaciones de los pueblos del Mississippi encontramos dos etapas de desarrollo: la Woodland que va del 700 a.C. al 1000 d.C. y la Mississippi del 1000 al 1700, de esta saldrían centros ceremoniales como Etowah en Georgia, Spiro en Oklahoma, Moundville en Alabama y el gran centro ceremonial de Cahokia en Illinois. Los vestigios nos indican que fueron cacicazgos con una alta estratificación social donde los guerreros ocupaban un lugar primordial en las comunidades, ya que fueron los destinatarios de tumbas que contaban con grandes ofrendas y que confirma lo que dicen algunas fuentes españolas del siglo XVI indicando que basaban su subsistencia por medio de los tributos a pueblos conquistados. Estas fuentes españolas son los escritos que dejaron Hernando de Soto, Tristán de Luna y Juan de Pardo, que al ser rechazados en su intentona de colonizar el Mississippi, no se ahondo más en el tema y que hubieran dejado testimonios de su época de esplendor, que acabaría con la llegada de las enfermedades que acabaron con la población de estos estados haciendo que pueblos marginados como los cherokee y quapaw ocuparan su lugar, por lo que a la conquista francesa de finales de siglo XVII solo llegarían a presenciar la decadente “monarquía solar” de los Natchez.

Arquitectónicamente no se puede decir mucho, ya que la construcción de basamentos ceremoniales es común entre diferentes sociedades en el mundo, tampoco el sistema cosmogónico que tiene similitudes como las practicas sacrifícales o el culto a la serpiente cornuda que puede obedecer a un sustrato cultural en común entre los indígenas de Norteamérica, ni qué decir del sistema alimenticio que se pudo dispersar mediante el contacto indirecto entre diferentes tribus. Lo que despierta las dudas del contacto lo tenemos en un periodo entre los años 1200 y 1300 cuando aparece una semejanza iconográfica con las culturas tolteca o mexica en trabajos de concha, lo que podría indicarnos la presencia de los pochtecas en esa región o por lo menos con el pueblo Caddo que es el más cercano entre el Mississippi y la zona de influencia mesoamericana. Es así que se explica que pudo existir una ruta de navegación por cabotaje a través de la costa tamaulipeca y texana conocida como Gilmore Corridor que eludía los terrenos desérticos de Texas, abasteciendo de productos suntuarios a las elites regionales.

Este periodo en que se datan los objetos de concha grabados coincide con el tiempo de mayor actividad comercial de los toltecas, cuando prolifera el llamado estilo “Mixteca-Puebla” por toda Mesoamérica, por lo que podría resultar plausible que desde la Huasteca. Pero es aquí donde vamos a encontrar el problema, si los pochtecas llevaban trabajos en concha labrados ¿Qué trajeron del Mississippi a Mesoamérica? De momento se ha encontrado muy poco en el contexto mesoamericano que haya sido originaria de esa región, encontrándose solo un par de pipas en una ofrenda en San Luis Potosí, además de que el único elemento netamente mesoamericano que se ha hallado hasta el momento corresponde al sitio de Spiro y consiste en una punta de lanza de obsidiana proveniente de las minas de Pachuca. En el caso del suroeste contamos con infinidad de productos de turquesa provenientes de las minas de Nuevo México que confirman los contactos constantes con el sur, pero en el caso del este no hay evidencia contundente, ya que los trabajos de concha puede ser resultado de una influencia indirecta con los pueblos mesoamericanos de productos intercambiados con los nómadas, lo que no nos dice nada de un contacto directo, por lo que solo el avance de las investigaciones arqueológicas entre ambos países podrían darnos una respuesta. En otra ocasión tratare las semejanzas estilísticas y cosmogónicas entre los pueblos mesoamericanos y los del Mississippi.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura

Federico Flores Pérez

Bibliografía: Johannes Neurath. La iconografía del Complejo Ceremonial del Sureste y el sacrificio humano pawnee: contribuciones analíticas desde la perspectiva mesoamericanista, del libro Por los caminos del maíz. Mito y ritual en la periferia septentrional de Mesoamérica.

Para leer mas: https://antroposfera396901656.wordpress.com/2021/12/26/la-frontera-noreste-la-relacion-entre-huastecos-y-nomadas/

Imagen: Michael Hampshire. Cahokia, siglo XX

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