Hasta en las mejores familias (Del libro inédito Fábulas infames)
El Diablo estaba indignado porque su hijo era un chico bueno. No podía comprender esa extraña obsesión de convertirse en ángel.
Por más que le explicaba sobre su naturaleza maléfica, el muchacho no entraba en razón. ¡Azazel, pórtate mal o te saldrá Dios!, le decía con insistencia a su vástago.
Hasta que un día, cansado de la actitud de su hijo, el Diablo fue al Cielo a hablar con Dios para ver qué se podía hacer por el jovencito, pues era obvio que ya no podía permanecer a su lado porque lo volvería loco.
Y Él, con la sabiduría que lo caracteriza, le dijo: No hay mayor enemigo que nuestro propio deseo.
