Guardavidas


Hay gris, veo fábricas chorreando caca, autitos a escala grande manejados por niños llorones, (ojalá ¿no? choquen entre sí), es un parque de diversiones maestros míos.
No todo está gris, mi cabeza está negra, mi corazón se fue a bailar con ciervos de cara drogada, una cabeza verde sin pelo y de cara grotesca emoticón se alza por arriba de todos en la invisibilidad con una sonrisa que ya murió porque está viva y nos comió a todos mañana, y las nubes cantan y bailan una música que me niega de un modo salvador, es beatífico, me hace mujer queridos, es repulsivo, y yo mientras escribo cartas en el universo del silencio.
Son cartas que se pierden, no importan, ¿de qué estábamos hablando?
y miles de mujerzuelas se bajan los vestidos, el pudor está haciendo terrores, burbujas que se instalan en el cerebro, chips pegajosos, ¡qué viva la esclavitud del hombre! ¡córtenle las bolas a todos!, usted señorcito tiene una cara muy mansa ahora, qué plácido, cachorrito precioso más imposible que el barro. ¡Qué corran todos! ¡veo a los toros metiendo los cuernos en los anos! Allá hay unos simios asesinos llorándole a las bananas, acá hay un inútil.
¡Yo también quiero ser un histérico! Haré el drama más dramático de los idiotas,
lo hago,
es solo que quiero correr por la arena, el astro baña mi espalda como a un sexy bañero, y atrás que se agite la cabellera de alguien yéndome a buscar, yo gritaré ¡déjame sola!, lloraré, y me abrazarán, me tirarán en la arena, aferrarán mis uñas que buscarán la cara, y me darán un beso salado, y pensaré en peces nadando, en azules y violetas fornicando, en miles de giros de ballet, en un salto suicida desde el balcón, en la alegría inmensa de estallar y tirar todas las vísceras a la cara de viejos pedófilos, y diré ¡sí!, os lego la responsabilidad.
No todo es confuso. Déjenme solo. Yo no lloro. Sí lloro.