Guaca, tesoro escondido

En cierta ocasión un campesino va en su bicicleta subiendo la montaña cuando de repente siente que en la parte de atrás algo se sienta y haciéndose más pesadas pedalear en subir aquella cuesta. Esta situación se presenta en varias ocasiones hasta que llega el momento el desesperado hombre le comenta a uno de sus amigos lo que le está sucediendo.

— No sé qué voy a hacer— dijo el hombre — pero cada vez que paso por los lados del cementerio siento que se me sube alguien en la bicicleta.

El amigo que lo ha escuchado con atención le pregunta.

—Y ¿tú le has preguntado a ese espanto si tiene plata?— dijo el viejo.

El hombre de la bicicleta se quedó pensativo.

—No, nunca le he preguntado – dijo el campesino.

El amigo sonrió al saber que tenía la oportunidad de reclamar una guaca. ¡Solo era un afortunado! Y por eso le recomendó para que pudiera quedarse con tan maravilloso tesoro.

—Si vuelves a pasar por el cementerio y lo sientes que se sube pregúntale, si es vivo o es muerto y si tiene dinero y así se soluciona el problema — dijo el viejo creyendo que su amigo sabía lo que debía hacer para obtener aquel tesoro.

Y así sucedió.

Al día siguiente el hombre volvió en su bicicleta a subir por aquella cuesta bastante pronunciada y al momento de pasar por el cementerio sintió cuando el espanto subió a su bicicleta e inmediatamente recordó las palabras de su amigo y las puso en práctica.

— ¿Eres vivo o eres muerto?— preguntó el hombre mientras pedaleaba con fuerza.

— ¡Muerto!— respondió aquella voz cadavérica que electrizaba los vellos del cuerpo del campesino.

—¿Tienes plata o no tienes plata?— siguió preguntando aún más cansado y ahora molesto por el esfuerzo.

—Sí tengo mucha plata— respondió aquella voz espeluznante— para regalar.

Entonces el hombre detuvo la bicicleta y ofendido le gritó.

—Oye, bájate y en compra tu propia bicicleta y deja de ser tan haragán.