Fragmento

Poco a poco fue descubriendo las maravillosas curvas del paisaje que tanto sus ojos habían visto haciéndolo desear tomarlo y hacerlo suyo, solo suyo. Sus manos febriles se deslizaban angustiosas y fogosas por acariciar, por colmar la necesidad que se creó en él desde el instante que él la vio adormilada a su lado. Sin afán cabalgo en la bravura del terreno virgen que se entregaba y se abría para él, con cuidado y pasión penetraba la virgen selva que se encontraba en medio de las llanuras que se encontraban ardiendo del deseo, cabalgo con fuerza y animado por la entrega y abandono total de ella y llena de promesas no dio paso atrás, sino que se enfrentó a su propio temor y así se adueñó de ese terreno salvaje y virgen, derramándose él completamente, fertilizando todo el terreno con su amor.  Ella saciada dormía entre sus brazos y él la contemplaba, ese momento tan especial lo llevaron a imágenes, lugares situaciones que lo ubicaban en un lugar donde él no quería estar. En una casa, en un hogar, con una mujer formando una familia. Cubrió amorosamente la desnudez de la mujer que amaba, si la amaba y ahora lo sabía, pero no podría decirlo, tendría que callar por el bien de ella, por el bien de todos.