Examen
Un nuevo día había comenzado, era cerca de las 7:15 de la mañana cuando se dispuso a levantarse. Su cabello totalmente desordenado, sus ojos tremendamente abiertos y el palidecer de su rostro denotaban la noche nefasta que había tenido nuevamente, tras un momento leve de perturbación se puso por fin en pie, caminó hacia la planta baja de aquella humilde casa para encontrase con su familia que ya estaba desayunando, luego de un cruce ameno de palabras y de haber terminado la comida de su plato se marchó a su habitación.
La alcoba de la muchacha era pequeña pero muy cómoda, con un ordenador al costado izquierdo, frente a este una cama de madera, su armario en el costado derecho y unos cuántos posters en las paredes, de sus series y artistas favoritos. Espacio muy bien organizado cuyo único imperfecto en aquel instante, era el lugar de sus letargos, empezó por arreglarlo, al concluir aquella actividad inició otra, una que por lo menos para ella era de suma importancia. Así transcurrieron varias horas, llegó pues el momento de su partida, se despidió de su madre y su precioso gato para encaminarse a su lugar de estudios.
Una hora y cuarto había transcurrido en aquel viaje, nada interesante había sucedido a más de su ensimismación en un par de historias policiacas escritas por Edgar Alan Poe. Un estado de concentración que solamente pudo ser perdido al percatarse de la llegada a su destino.
Esperó media hora exactamente para el inicio de sus clases, tendría que rendir un examen importantísimo, pensaba que lo terminaría exitosamente, había dedicado unas cuantas horas para prepararse en esa labor, pero en el instante en que sostuvo entre sus manos aquel pedazo de papel, nada pudo hacer, las preguntas se tornaban imposibles y su día se volvía cada vez más catastrófico, situación suficiente para despertarla realmente.