EL VAGÓN DEL ÚLTIMO TREN

59-EL VAGÓN DEL ÚLTIMO TREN

   Una vez más la teoría de que el tiempo gira en círculos concéntricos se hizo presente y por enésima vez entendió por un segundo lo que nos había querido decir Albert, pero casi al mismo tiempo, volvió a olvidarlo por completo. Ya el acto había comenzado y se encontraba en medio de aquella vorágine de sensaciones aún desconocidas.

   Aquella fascinación que le produjo desde un principio el acto del mago era extraña pero absolutamente real. Lo supo por la expectación que le causaba, por los breves silencio, por las preguntas sin respuestas, por las charlas infinitas y porque se dio cuenta en ese instante, que sencillamente lo había esperado desde siempre, solo que ahora tenía plena conciencia de ello. Habían comenzado los eventos y no podía creerlo.

   Esta vez fuimos a conversar sentados detrás de una taza de café, tal como lo habíamos convenido muchos años antes y tal como había sucedido al comienzo de la historia. Había insistido en decírselo desde un principio, pero a pesar de todo, no lo pensó y cuando se dio cuenta, ya era demasiado tarde: el último tren había partido. Nos había dejado…

   Encendí la pequeña pantalla del televisor para ver el noticiero económico de las seis de la tarde y estaban pasando los cortos de una nueva película. En ella se veía a un gigante tambaleante porque sus pies de barro comenzaban a derretirse. Apareció en escena un segundo gigante y este estaba preparado para remplazarlo cuando el primero se hubiese caído. Sonreí por la ironía, era casi bíblico. El imperio después de tantos años se desmoronaba, pero el nuevo estaba listo para remplazarlo.

   Paralelamente, comencé a reflexionar de nuevo en el tren, en como iniciaba su movimiento, como iba ganando velocidad. Efectivamente, tuvimos entonces la certeza de que comenzaba a moverse y de que ya había partido. La nostalgia nos invadió porque tuvimos la oportunidad y, sin embargo, sin querer y sin darnos cuenta, lo habíamos perdido para siempre. Ya no sería en esta vida…