El uso de la Historia en el Discurso Político


¿Por qué la Historia se utiliza en el Discurso Político?
Para nadie es un secreto que el uso de la historia en el discurso político tiene un papel preponderante, ya que el relato histórico es el que fundamenta la idea de Nación, a través de su relato de lucha común, un pasado heroico o la exaltación de los valores nacionales.
Desde el siglo XVIII cuando los conceptos adquieren un cariz politizado, los Estados Nacionales comienzan a utilizar la historia como mecanismo cultural para unificar sus territorios.
Desde ese momento la historia se mezcla con la política mostrando una fuerte carga etnocéntrica (o nacionalista), que le lleva a crear personajes o categorías cuasi divinas, tal como sucede en Venezuela con la narrativa independentista o el culto a Bolívar.
Lo mismo sucede con las ideologías que marcaron el desarrollo historiográfico, como se ve con el pensamiento marxista durante la segunda mitad del siglo XX, en el contexto de la Guerra Fría.
El pensamiento marxista junto a la apertura social que significaron el psicoanálisis y la década de los sesenta, legaron a la posteridad investigaciones que criticaban el capitalismo.
Si no todas criticaban este sistema abiertamente, muchos investigadores utilizaron metodologías o categorías afines a la escuela marxista, (como el uso de la economía por encima de cualquier otro tópico, la lucha de clases, etc.) para evaluar y escribir la Historia.
¿Por qué los políticos utilizan la historia como herramienta política?
La Concepción ideológica del Fin de la Historia



Cuando cayó el Muro de Berlín en 1989, y todos acudían a la borrachera de la finalización de la Guerra Fría entre los dos polos dominantes del mundo, Francis Fukuyama, tomando las palabras de Hegel, anunció el fin de la historia.
Esta frase se utilizó debido a que el triunfo del Capitalismo no solo era inminente para 1989, sino que también, este sistema político – económico – cultural se erigía como el máximo orden mundial, con Estados Unidos a la cabeza como ejemplo de la civilización global.
No obstante, al poco tiempo quedarían en el pasado las tesis de Fukuyama, obligándolo a escribir un nuevo trabajo, debido a las dinámicas cambiantes del mundo, la imposibilidad de un mundo unipolar y el ataque terrorista del 11 de septiembre en 2001.
Hegel ya había acuñado esta frase cuando observó a Napoleón Bonaparte en 1806, ingresar en la ciudad de Jena, donde el gran maestro de la filosofía alemana, terminaba su texto “Fenomenología del Espíritu”, diciendo que la Revolución Francesa encarnada en Napoleón era el gobierno de la razón; aunque al igual que Fukuyama también recapacitaría al poco tiempo.
Esta concepción del fin de la historia nos refiere al cumplimiento de la teleología, es decir, al momento en que se alcanza el fin máximo de la humanidad; que en Hegel era el gobierno de la razón.
El Fin de la Historia es también una consecución de la teleología cristiana del Medievo, aunque cubierta de un barniz secular.
Esta idea refiere a la idea del apocalípsis bíblico, ya que cuando se ha logrado la finalidad de la sociedad (estado de razón) se ha llegado al fin de la historia; demostrando que la cristiandad junto a su idea, cosmovisión y epistemología, continúa de manera consciente e inconsciente, manejando los hilos de la civilización occidental.