El que escribe – Capítulo 1

Capítulo 1: Introducción



La noche caía y con ella la oscuridad inundaba la habitación. En el escritorio, un hombre de ojos cansados escribía frenéticamente en un papel mientras el humo de su cigarrillo se desvanecía en el aire. Era un escritor noctámbulo llamado Axel que, incapaz de dormir, se sumergía en su mundo de palabras y fantasías para escapar de su realidad.

“No puedo creer que la soledad y las ansias puedan acabar conmigo” – replicaba sollozando mientras empuñaba el esferográfico con el que copiaba el borrador de lo que sería su próxima obra.

Era un hombre solitario, deprimido y aislado del mundo que lo rodeaba. Pero en sus historias encontraba una libertad que no podía encontrar en la vida real. Escribía sobre amores apasionados y encuentros eróticos, sobre aventuras peligrosas y destinos desconocidos. Era en la escritura donde encontraba un escape de su propia mente atormentada.

Axel se detuvo un momento para tomar un sorbo de café mientras miraba a través de la ventana la noche estrellada. Pero su mirada se perdió en el reflejo de su propio rostro en el cristal. Se veía más viejo de lo que recordaba y sus ojos habían perdido el brillo que alguna vez tuvieron. Fue entonces cuando recordó una historia que su abuela le había contado de pequeño, sobre un hombre que había sido envenenado por su propio consejero. El escritor se sintió extrañamente identificado con esa historia. Se preguntó si también él estaba siendo envenenado, pero no por un consejero, sino por su propia soledad y depresión. Decidió entonces que necesitaba un cambio en su vida, una aventura que lo sacara de su rutina y lo sacudiera de su letargo. Y así, comenzó a escribir una nueva historia, una que lo llevaría a lugares lejanos y desconocidos, llena de peligros y desafíos que debería enfrentar para poder encontrar la felicidad que tanto anhelaba. Con el paso de los días, el escritor se sumergió cada vez más en su historia, dejando atrás su propia realidad. Pero algo extraño comenzó a suceder: la línea que separaba la ficción de la realidad empezó a difuminarse.

El hombre continuó escribiendo, inmerso en su propio mundo, cuando de repente escuchó un sonido que lo sacó de su trance. Era un ruido sutil, apenas perceptible, pero que lo hizo levantar la mirada hacia la ventana. Allí, en la oscuridad de la noche, vio una figura vestida de negro que se deslizaba por la pared de su casa.

Intrigado, el hombre dejó de escribir y se acercó sigilosamente a la ventana para observar más de cerca. La figura en negro se detuvo en el borde de la ventana y se volteó para mirar directamente al escritor. El hombre se sorprendió al ver que tenía un rostro cubierto por una máscara negra, que ocultaba completamente su identidad.

Axel, desconcertado, se preguntó qué podría querer esa extraña figura de él. Pero antes de que pudiera hacer algo, la figura se desvaneció en la oscuridad de la noche.

El hombre volvió a su escritorio, intentando olvidar el incidente y continuar su trabajo. Pero no podía sacudirse la sensación de que algo extraño estaba sucediendo. ¿Era simplemente su imaginación, o había algo más detrás de la aparición de esa figura enmascarada?

Decidió dejar de escribir por esa noche y se dirigió a la cama, pero no pudo conciliar el sueño. Su mente estaba llena de preguntas sin respuesta. ¿Quién era esa figura enmascarada? ¿Qué quería de él? ¿Era acaso un personaje de alguna de sus historias que había cobrado vida?

El escritor sabía que debía descubrir la verdad detrás de esa misteriosa aparición, y decidió que al día siguiente comenzaría a investigar. Estaba dispuesto a seguir cualquier pista que pudiera llevarlo a descubrir la verdad, aunque no sabía a dónde lo llevaría su búsqueda.

Al día siguiente todo ocurrió como de costumbre, después del trabajo asistió a sus clases particulares de inglés, condujo hasta la estación de servicio, se dirigió posteriormente hasta una cadena de comidas rápidas para así comer mientras la oscuridad de la noche cubría el coche al dirigirse a su casa.

No podía parar de pensar en el incidente de la noche anterior. “¿Será que me estoy enloqueciendo?” – se preguntaba a sí mismo en su mente y arrugaba las cejas mientras entraba por la puerta principal.

Tomó un baño de espuma mientras veía las noticias y bebía champagne, le economía y el mundo se iban cada vez más en declive, pero el sólo pensaba en terminar sus obras, tal vez con la lectura el mundo podría cambiar a mejor, así que sin más se dirigió a su escritorio.

El escritor estuvo escribiendo durante horas, dejando que su pluma fluyera libremente por la hoja. Pero mientras escribía, un extraño presentimiento se apoderó de él. Se sentía observado, como si alguien estuviera mirando fijamente su nuca. Levantó la mirada y miró a su alrededor, pero la habitación estaba vacía, excepto por él y su escritorio.

Decidió que era solo su imaginación jugándole una mala pasada y volvió a sumergirse en su escritura. Pero de repente, un ruido lo sobresaltó. Fue un crujido agudo que parecía venir de la puerta. El escritor se levantó de su silla y se acercó a la puerta, abriéndola lentamente.

En el pasillo, una sombra se movía rápidamente hacia el final del corredor. El escritor se apresuró a seguirlo, su corazón latiendo con fuerza. Cuando llegó al final del pasillo, vio a una figura encapuchada deteniéndose frente a una gran puerta de madera.

El escritor se acercó sigilosamente a la figura, tratando de no hacer ruido. Pero justo cuando estaba a punto de alcanzarlo, la figura se volvió hacia él y lo miró directamente a los ojos. El escritor se quedó paralizado, incapaz de moverse.

“Qui… ¿¡Quién eres!?, ¿Qué haces aquí?” – Preguntó en tono asustadizo.

“Tú estuviste ayer aquí también, ¿no es así?” – Replicó.

Pero aquella figura sólo lo observaba, hasta que de repente le contestó: “No te agobies, el tiempo es demasiado corto, y tú lo estás desperdiciando hundiéndote en tu zona de confort…”. Y desapareció.

Dicha figura era su depresión quien se había personificado en la vida real, pero Axel no había caído en cuenta aún.

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