El precio de la Dignidad

el precio

             “Más allá del dolor y la alegría, está la dignidad de ser”

                                                        -Marguerite Yourcenar-

Antes de hablar de la dignidad humana, debemos asomarnos a su etimología latina. Dignidad proviene de “digno” y remite primeramente a dignus y su sentido es “que conviene a”, “que merece”, implica posición de prestigio “de cosa”, en el sentido de excelencia; corresponde en su sentido griego a axios (valioso, apreciado, precioso, merecedor).

Ahora bien, esta puede ser abordada desde varios puntos: Dignidad humana, Dignidad social, Dignidad emocional. Mi tema abordará la última. La Dignidad Emocional.

La dignidad emocional, no es cuestión de orgullo, sino un bien preciado. Dignidad es autoestima, respeto por uno mismo y salud. Es también la fuerza que nos levanta del suelo cuando tenemos las alas rotas con la esperanza de llegar a un punto lejano donde nada duela, donde permitirnos mirar EL MUNDO DE NUEVO CON LA CABEZA ALTA.

Seres humanos al fin, y aunque intentemos negarlos, somos seres emocionales, nos dejamos arrastrar por las emociones, tipificando nuestras conductas. En ocasiones, nuestras emociones se rigen por el efecto acción –reacción, más que por el dominio propio o por la aplicación del pensamiento lógico. Idealizamos personas, situaciones, planes, etc. Cuando las cosas nos fallan en el sentido de que no salen como esperábamos, arriba el sentimiento de frustración, y ahí entra nuestra batalla, ejecutando otro proceso que es lo llamado efecto Paloma, picar y picar, pensando que al fin vamos a alcanzar el grano. Ahí lentamente, vamos aceptando situaciones, en nombre de lograr lo que queremos. Algunos seres están más preparados para asumir este reto, lo cual no significa que unas personas sean más fuertes o mejores que otras. Todo esto depende de otros factores, como la personalidad, grado de sensibilidad, formación familiar, etc, etc.

Es más frecuente ver amenazada la Dignidad Emocional, en las relaciones sentimentales. La incapacidad de aceptar ciertos rechazos, pérdidas, nos hace en ocasiones acudir a estrategias, que al final no nos arriendan grandes ganancias y si continuar agudizando las situaciones. Y como aquello de que los sentimientos no se miden: se expresan, se viven, y como aquello de que el “amor engendra la maravilla”, seguimos intentando, hasta el precio de traspasar los límites.

Antes de traspasar los límites hay condiciones importantes que analizar, y debemos darnos tiempo:

1- Cuánto he puesto o dado? Vs Cuánto recibí?

2- Pensar que nadie tiene la culpa, y es importante entenderlo. No hay nada malo en ti. Han sido solo espejismos circunstanciales, que debes dejar a un lado y no enfrascarte en querer arreglar las cosas. Los fenómenos caen por su propio peso. Y la vida siempre tiene un reflejo de acción y reacción.

3- Ante la pérdida de la dignidad, por amor, por genuino amor, siempre reflexiona esto desde las aristas científicas y cirstianas:

– “Nada tiene más derecho a manifestarse frente a la gran naturaleza que el más grande y noble de los padeceres humanos, como es la pena de amor” Federico Engels

– “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito,(…)” (Juan 3:16). Cristo nos amó y fue crucificado.

Levanta la cabeza si alguna vez te has sentido de esta manera. La vida es más rica que el hoy en que lloramos y da tantas vueltas. Y como siempre digo…Sed felices, porque sí, porque les da la gana.

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