El “pecado nefando” en la sociedad novohispana.


Si en las sociedades mesoamericanas las personas con genero diferente la tenían difícil y podían ser presa de la pena de muerte, la llegada de los españoles no mejoró las cosas y se mantuvo la misma persecución, pero con un cambio de conceptos, siendo el cristianismo el que dictaría las nuevas justificaciones para mantener la represión. Las tres religiones abrahámicas parten del relato del Antiguo Testamento sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra, donde precisamente el patriarca Abraham y su familia fueron salvados del castigo divino debido a su virtuosismo, mientras los habitantes de ambas ciudades fueron castigados por su maldad y sus perversiones con una lluvia de fuego que los mato, por lo que desde ese entonces las prácticas homosexuales eran conocidas como “sodomía” y a los que las practicaban como “sodomitas”, siendo perseguidos y ejecutados cuando se les encontrasen en las sociedades practicantes de estas religiones.
En la monarquía hispánica, el termino común para referirse a la homosexualidad en aquel entonces no era el de sodomía, sino que se usaba el concepto de “pecado nefando”, derivado de “nefandus” que quiere decir sacrílego o impío. Las leyes dictadas contra los homosexuales y que se trasladan a América serian promulgadas por los Reyes Católicos en 1497 donde el pecado nefando se considera como un crimen de lesa majestad, pero hacia 1598 el panorama empeora con la pragmática de Felipe II donde se podía condenar a los sospechosos aun sin tener las pruebas necesarias y eran sometidos a humillaciones como la revisión de sus cuerpos por parte de cirujanos para buscar evidencias de tales prácticas. La Santa Inquisición estaba encargada de perseguir y castigar a los homosexuales, quienes estaban condenados a vivir su sexualidad en la clandestinidad y en la secrecía para evitar ser acusados ante los inquisidores, ya que de ser encontrados eran condenados a la hoguera, un castigo más allá de la muerte al impedirles cualquier posibilidad de resucitar en el Juicio Final para ser juzgados, idea derivada del libro Malleus Maleficarum donde dice que las personas que la practicaban durante 33 años (el tiempo de vida de Jesús) perdían cualquier esperanza de salvación.
A mediados del siglo XVII, se da una ola de persecución de los homosexuales durante el gobierno del virrey Francisco Fernández de la Cueva, duque de Albuquerque, donde la denuncia de una mestiza quien vio a una pareja de hombre manteniendo relaciones en las afueras de la Ciudad de México tuvo como resultado la condena a muerte de 14 personas, 9 investigados, 99 sospechosos y un menor de 15 años condenado a 6 años de trabajos forzados en las minas. Según los documentos de la época, la homosexualidad se consideraba una peste que carcomía la sociedad y desataba las peores plagas, era popular un relato donde se aseguraba que todos los “someticos” murieron cuando nace Cristo y que era su deber hacer lo mismo, incluso prevalecía la idea de su pertenencia a una conspiración conformada por esclavos africanos sospechosos de rebelarse y los indios idolatras, aumentando así la tensión contra todos aquellos que representen una amenaza al orden virreinal y la saña de su persecución.
Pese a la condena generalizada hacia el pecado nefando como se asegura en los documentos, las actas hechas en el caso antes mencionado dejan testimonio de la existencia de cierto margen de tolerancia social hacia ellos, como sacando testimonios desde el hospedaje proporcionado a algunas parejas o de pulquerías donde permitían la entrada de indígenas vestidos de mujeres. Las evidencias de este caso se concentró entorno a unos estudiantes quienes manejaban un grupo muy heterogéneo constituido tanto por españoles, indígenas, mestizos y mulatos, donde llegaron a estar involucrados algunos funcionarios del gobierno y algunos miembros del clero que fueron salvados por la iglesia, destacándose el caso de uno de los condenados de nombre Juan Correa de 70 años apodado “La Estampa” y que solía travestirse para divertir a sus amantes. Organizaban sus encuentros aprovechando los múltiples días santos para ocupar espacios como casas y terrenos a las afueras de la ciudad donde se aseguraban estarían solos, también nos señala una tendencia hacia la feminización como el hábito de travestirse o por sus apodos como “La Zagarriana”, “La Conchita”, “La Morossa” o “La Martina de los Cielos”.
Un caso menos estudiado lo representa el de las lesbianas, de donde solo se han encontrado en los archivos de la Inquisición unos seis casos relacionados con religiosas como monjas y beatas, donde uno de los casos se sospechaba de insinuaciones sexuales sobre una visión con la virgen María, pero cuyos castigos no llegaron a mayores y se limitaron a atender enfermos en los hospitales. Aún falta por profundizar en las actas inquisitoriales donde muchas de ellas no han sido estudiadas, pero salvo la anterior redada que arrojo a los 14 ejecutados no se registraron más víctimas, lo que nos indican la existencia de cierto nivel de permisividad y de complicidad por mantener a este mundo escondido de la ley, pero perpetuando la careta persecutoria de la religión junto con sus prejuicios ante una parte de la naturaleza humana que siempre existió.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.
Federico Flores Pérez.
Bibliografía:
Serge Gruzinski. Las cenizas del deseo. Homosexuales novohispanos a mediados del siglo XVII, del libro De la santidad a la perversión, o porque no se cumplía la ley de Dios en la sociedad novohispana.
Zeb Totorici. Homosexualidad, sodomía y el “pecado nefando” en la Nueva España. Un choque terminológico y archivístico, del blog Noticonquista.
Sígueme en Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794
Imagen: Pedro Berruguete. Quema de sodomitas, 1495.

