El pasajero fantasma

¿Qué tanta fuerza tienen las leyendas urbanas en los habitantes de las pequeñas comunidades?

En cierta ocasión, san Pedro está en su tarea diaria y revisa la gran fila de personas que están listas para entrar al paraíso entre ellos se encuentra a dos hombres uno bastante joven y uno algo mayor y este se sorprende al verlos en la fila.

— ¿Qué hacen ustedes aquí? — le preguntó San Pedro — aún no es tiempo.

El hombre mayor miró con furia al hombre que estaba detrás de él.

—Yo estoy aquí por su culpa— dijo el mayor señalando al joven.

El más joven se sorprendió al escuchar aquel ataque.

—Y ¿yo por qué tengo la culpa? — dijo el joven viendo que por causa del hombre que conducía el taxi pueda perder la entrada al paraíso —¿qué hice yo para estar aquí?

San Pedro los observa y ve la confusión que hay. Además, no es el tiempo de ninguno de los dos de haber llegado ahí.

—Hijo, ¿qué fue lo que pasó? — dijo San Pedro de manera amorosa y fraternal.

—Miren don San Pedro— comenzó el hombre mayor — sucede que este joven me pidió que le llevará a cierto lugar y cuando pasábamos por el cementerio yo miro por el retrovisor y veo que este hombre no está, por lo tanto, yo asumí que él era un fantasma, me asusté y perdí en control del auto.

San Pedro se rasca la barba y mira ahora al joven.

—Yo no tengo la culpa— dijo mirando a los dos hombres— yo solamente estaba agachado agarrando la cartera que se me cayó y cuando despierto, estoy aquí.

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