El deterioro del progreso porfirista.


Uno de los sucesos sociales más raros que pueden ocurrir en la historia de la humanidad son las revoluciones sociales. Son contadas las que han surgido en el mundo y las causas que las originan son muy problemáticas, ya que no todo movimiento puede llegar a la categoría de revolución y esto depende de la capacidad que tenga de amalgamar diversas clases sociales para llegar a un fin en común.
Nadie esperaba que en 1910 México pudiera caer en garras de la guerra, el país había dado grandes saltos en cuanto a desarrollo para los ojos de los diplomáticos asentados y calificaban la labor de Porfirio Díaz como ejemplar. Incluso el mismo Francisco I. Madero no esperaba que su movimiento anti reeleccionista tuviera la virulencia a la que llego. El presidente Díaz era visto como un patriota que había defendido al país de la invasión francesa y su mano dura hizo que el país que llevaba décadas de anarquía se pudiera enfilar dentro del camino de las naciones civilizadas.
Pocos vieron en la sociedad el malestar que se fue gestando con el envejecimiento del régimen. Ninguno noto que el progreso hizo que diversas familias pasaran de las clases bajas a las medias y que estas tuvieran inquietudes por participar en la política tanto al nivel regional como el nacional, y que desafortunadamente la dictadura no les daba el lugar que ellos pedían para que se les tomara en cuenta acaparando el poder en unos cuantos contemporáneos del presidente que ya no entendían los avances de la modernidad.
Tampoco notaron que los campesinos habían ido perdiendo los privilegios que habían heredado desde los tiempos coloniales y que el estado liberal en su afán de llevar la modernidad al campo quiso irlos quitando para impulsarlos a que tomasen el ejemplo de los demás países, sin tomar en cuenta que esta oportunidad fue tomada por unos cuantos que acapararon las tierras para su propio beneficio. Si bien en un principio en el Centro-Sur del país se había tomado un modelo mixto donde las haciendas servirían como fuentes de trabajo de las comunidades y estas tuvieran sus tierras para subsistir, los hacendados irían poco a poco acaparándolas y despojando esas tierras a los pueblos para mantenerlos en un estado de semiesclavitud, todos estos excesos tolerados bajo la excusa del progreso.
Como he mencionado, el norte de México había perdido el contrato social que existía entre rancheros y terratenientes lo que provoco un profundo malestar entre el pueblo. Todo esto fue generado por la victoria sobre los indios nómadas que dio como consecuencia en la pacificación de la región que siempre fue conflictiva desde tiempos coloniales. Esto hizo que el comercio bilateral entre EU y México se dinamizara, dando entrada a que fluyeran las inversiones de comunicación como el ferrocarril en ambos lados de la frontera que hizo que unas cuantas manos se beneficiaran del nuevo flujo económico que ya estaba estabilizado en la region.
Los indígenas norteños sufrieron del acoso de los terratenientes que ambicionaban con quitarles sus tierras más fértiles, de ahí son conocidos los conflictos como el de Tomóchic que llego a adquirir dimensiones mesiánicas para los tarahumara, o el caso tristemente célebre como el de los yaquis de Sonora que fueron reprimidos hasta llegar a campañas de exterminio. Sin embargo, estas rebeliones contaron con la ayuda de terratenientes rivales de los favoritos del régimen como Luis Terrazas de Chihuahua y José María Maytorena de Sonora que habían sido relegados de los beneficios del progreso en la región.
La pérdida de la amenaza de los nómadas en el norte hizo que los hacendados en lugar perdieran su puesto paternalista como protectores de sus peones a pasar a explotarlos por medio de deudas que eran pagadas con trabajo. Esto hizo que una buena parte de los trabajadores se convirtieran en trabajadores estacionales que laboraban en diferentes lugares a lo largo del año, que si bien eran mejor pagados que los peones del sur, también llegaban a trabajar al otro lado de la frontera donde les pagaban mucho más y les servía para comparar lo que les ofrecían los hacendados. La movilidad de estos trabajadores estacionales será la base de movimientos como el villismo que harán que sus soldados no tengan problemas en movilizarse en grandes distancias.
No todos los hacendados tomaron el mismo modelo, tanto en Sonora como en Coahuila y Nuevo León seguirán manteniendo su rol paternal con sus trabajadores gracias a los grandes dividendos que sacan de cultivos como el algodón lo que posibilitaba a darles mejor paga y estabilidad laboral. A pesar del bienestar que estaban proporcionando en la región, esto no fue del agrado del presidente Díaz que vio una amenaza para su puesto en esta oligarquía regional y manda al general Bernardo Reyes a deshacer estas redes que mantenían los terratenientes. Pero en vez de lograr su objetivo, el propio Reyes fue convencido por estos y los respaldo en mantener el estatus quo al ver la posibilidad de contar con su apoyo en sus aspiraciones políticas, situación que es adivinada por Díaz y poco a poco fue alejándolo de su círculo para cortar con su carrera y deja entrar en la región a las empresas estadounidenses para debilitar a los hacendados. Esto provocó que la oligarquía local se convirtiera en la base del estallamiento social y que por su rol protector con sus trabajadores, pudieran contar con masas populares que pudiesen movilizar en el levantamiento que se ha estado cocinando.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura
Federico Flores Pérez
Bibliografía: Frederich Katz. La guerra secreta en México.
Imagen: Anónimo. Hacienda de Caña Atlixtac Estado de Guerrero, México, 1905

