El caballero de Aurora
Fragmento de la novela «El camino del que no camina».
—Escape conmigo, Caballero; empecemos una nueva vida juntos. Estoy segura de que usted también tiene algo de que huir —propuso disparatadamente.
—Por supuesto. Iremos adonde tú quieras —le siguió la corriente—. Te acompañaré a tu habitación para que pases por tus cosas y luego nos marcharemos.
A lo que Aurora asintió.
—Richard, escoltemos a la señorita Park a su habitación. Así que tráeme mi carruaje, por favor.
—¿Cómo dijo? —Richard se sorprendió por la incomprensible orden.
Hasta le cortó la embriaguez a Aurora… «¿Un carruaje, con caballos y todo, aquí adentro?».
—Ya sabes, mi carruaje con ruedas y eso…
—Ah sí. Enseguida, señor —asintió Richard.
La señorita Park sintió el deber de ponerse de pie para dar la bienvenida al vehículo de su salvación. Su rostro era indescriptible al mirar la silla de ruedas, en la que luego Lay fue sentado.
—Después de ti —dijo caballerosamente el joven amo.
Pero Aurora lo miró con desaprobación, como si la hubiera ofendido irreparablemente. No fue capaz ni siquiera de decir adiós. Sólo se fue, despreciándolo abiertamente.
—Y pensar que tenía la intención de fugarse conmigo —suspiró Lay con tristeza.
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